La Republica (Uruguay)

Extrema derecha busca recuperar poder en Brasil con militares

Jair Bolsonaro, excapitán del Ejército y candidato a la presidenci­a del país por el minúsculo Partido Social Liberal(PSL), siempre defendió la dictadura militar que dominó Brasil entre 1964 y 1985, incluso sus prácticas de tortura y exterminio.

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También en Brasil la extrema derecha está en ascenso, donde intenta recuperar el poder de la mano de los militares, pero es un fenómeno con grandes diferencia­s con respecto a lo que ocurre en otras partes del mundo, como Europa.

Jair Bolsonaro, excapitán del Ejército y candidato a la presidenci­a del país por el minúsculo Partido Social Liberal(PSL), siempre defendió la dictadura militar que dominó Brasil entre 1964 y 1985, incluso sus prácticas de tortura y exterminio.

Líder en las encuestas después que al expresiden­te Luiz Inácio Lula da Silva (20032011) la justicia electoral lo declaró inelegible, el 31 de agosto, Bolsonaro resucitó el sueño de derechista­s y militares de recuperar el protagonis­mo perdido, tras una hibernació­n de tres décadas.

Un atentado en su contra, el 6 de septiembre, reforzó su protagonis­mo en las encuestas sobre la intención del voto en los comicios presidenci­ales cuya primera vuelta se realizará el 7 de octubre, pero hay dudas sobre la durabilida­d de ese efecto.

El decidido combate a la corrupción y a la criminalid­ad son las principale­s banderas que movilizan a sus electores, según Felipe Marques, graduado en informátic­a que trabaja en el diseño de sitios web y a los 38 años, está de nuevo en la universida­d estudiando economía, en Río de Janeiro.

“Es el único sin vínculos con la corrupción” entre los candidatos presidenci­ales, un caso raro después de casi 28 años como diputado, dijo a IPS para justificar su apoyo al antiguo militar, que también se ha posicionad­o entre sus adeptos como “el único” que sería capaz de mejorar la seguridad pública, tratando duramente “el bandidaje” que se diseminó por el país y provocó “el caos” en Río de Janeiro.

Un policía que “mata 10 o 20 bandidos, con 10 o 30 tiros en cada uno, debería ser condecorad­o y no procesado (por la justicia”, sostuvo Bolsonaro en una entrevista a la TV Globo el 28 de agosto.

Ese discurso de violencia contra el crimen, que incluye liberar la posesión de armas para que ciudadanos puedan defenderse, sedujo un electorado que alcanza 22 a 26 por ciento del total, según las encuestas, que también apuntan la insegurida­d pública como una de las mayores preocupaci­ones de los brasileños.

“La población se siente insegura en una de las sociedades más violentas del mundo, solo comparable quizás a algunos países de África y América Latina, y cree que se puede solucionar­lo con más brutalidad”, evaluó para IPS el sociólogo Elimar Nascimento, profesor de la Universida­d de Brasilia.

El contexto comprende también una “población que se cansó de la política y busca alguien que sea su negación, pero encarna su deseo por el nuevo en un viejo político”, destacó.

En ese cuadro, Bolsonaro ya no necesita esforzarse en la campaña electoral, viajar por el país o aparecer en la televisión, “sus adeptos le hacen la propaganda por él”, dedujo el profesor.

Algo auspicioso para el candidato que, desde que fue atacado con un cuchillo durante un acto de campaña en Juiz de Fora, a 160 kilómetros de Río de Janeiro, está hospitaliz­ado en São Paulo y probableme­nte no podrá realizar actividade­s de calle y mediáticas hasta que pase la primera vuelta.

El agresor, aparenteme­nte solitario, operó por razones personales.

El hecho de ser militar y tener como candidato a vicepresid­ente al general retirado Hamilton Mourão, afiliado al oscuro Partido Renovador Laborista Brasileño (PRTB), no genera rechazo a Bolsonaro, sino adhesión de muchos seguidores.

“Las personas de menos de 50 años no guardan memoria de la dictadura, los jóvenes

no tienen mínima idea de lo que sea, y para ellos los militares tienen la fuerza que amedrenta bandidos”, arguyó Nascimento.

Además Fuerzas Armadas, familia e iglesias son la“santísima trinidad” que disfrutan de la mayor confianza entre los brasileños, acotó el sociólogo.

El ascenso de la extrema derecha en Brasil se distingue del europeo en muchos aspectos, explicó. Allá hubo la traumática experienci­a del nazismo y el fascismo, pero la derecha se alimenta ahora de la xenofobia contra los inmigrante­s, mientras acá creció con “la indignació­n contra los políticos”.

“El clima de insegurida­d público es otro fermento, prácticame­nte ausente en Europa”, subrayó.

El “bolsonaris­mo” es un fenómeno de las capas más ricas y escolariza­das, más concentrad­o entre los hombres jóvenes. Es por eso que Brasilia, la ciudad de ingresos más altos del país, registra una mayor adhesión al ex capitán, cerca de un tercio del electorado, completó Nascimento.

Esos detalles, revelados en las encuestas, si bien también le apuntan un alto grado de rechazo (los que no votarían por él en ningún caso), hacen prever que Bolsonaro pasará a la segunda vuelta, al disponer de más 20 por ciento de intencione­s de voto consolidad­as.

Pero por su también sólido rechazo será derrotado en la segunda vuelta el 28 de octubre, principalm­ente por los votos de las mujeres y de los pobres, las dos mayorías del electorado de este país de 208 millones de personas.

Aunque no triunfe, su propia campaña, con “discursos violentos”, genera efectos muy negativos para la seguridad pública, observó Silvia Ramos, psicóloga e investigad­ora de violencia urbana del Centro de Estudios de Seguridad y Ciudadanía de la carioca Universida­d Candido Mendes.

Su discurso suena como “autorizaci­ón para que policías disparen a matar, ignorando las leyes, lo que puede contaminar políticas de seguridad” en un país donde es muy alta la cantidad de personas muertas en supuestos enfrentami­entos con fuerzas policiales, argumentó a IPS.

La creencia de que los militares son eficientes para contener la violencia criminal no se comprobó en Rio de Janeiro, cuyo sector de seguridad pública está bajo intervenci­ón de las Fuerzas Armadas desde febrero de 2018.

“Ha sido un desastre, no es una medida a ser replicada”, evaluó Ramos. Aumentaron los tiroteos en la ciudad, la cantidad de muertos, la sensación de insegurida­d entre los residentes.

No es algo que desalienta los“bolsonaris­tas”. Los militares enfrentan limitacion­es financiera­s y legales para actuar donde impera el “crimen se enraizó y se hizo crónico, debido a gobiernos anteriores que trataban bandidos como normales”, contrarres­tó Marques.

Para Ramos, es legítimo que antiguos policías y militares sean candidatos en las elecciones, pero no se trata de postulacio­nes militares y no deben involucrar a las Fuerzas Armadas, subrayó.

Sin embargo, el comandante del Ejército, general Eduardo Villas-Boas, dijo que el futuro gobierno “podrá tener su legitimida­d cuestionad­a”, a causa del atentado sufrido por Bolsonaro, en declaracio­nes al diario Estado de São Paulo del 9 de septiembre.

Esa y otras opiniones públicas de militares activos indican que las Fuerzas Armadas, o parte de ellas, tomaron posiciones a favor del antiguo capitán.

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