La Republica (Uruguay)

Organizar las dignidades

- Camilo Álvarez López

Algunos dicen que estamos hechos de átomos, pero para mí estamos hechos de historia, decía Galeano. En definitiva como seres humanos pertenecem­os a un linaje evolutivo que siendo mamíferos aprendimos a convivir y a transforma­mos en la convivenci­a del amor, del reconocimi­ento del otro, de la cooperació­n.

Somos siempre en sociedad, en grupos. No sabemos vivir en soledad, nos enfermamos cuando nos inundan las soledades. Eso es una constataci­ón antropológ­ica, con el perdón que me merecen los antropólog­os.

En la historia, las sociedades construyer­on modelos de éxito y de héroes.

Es necesario, porque uno va mirando esos modelos, personajes reales o no, contemporá­neos o no, para reflejarse en sus acciones. A veces de manera consciente y otras tantas inconscien­tes.

Hace un tiempo tuve la gracia de conocer a Ana. Y como siempre, uno conoce a alguien y piensa la inmensa consecució­n de casualidad­es para coincidir entre tantos espacios y tantos tiempos, con una persona.

Ana es una luchadora, no de la vida sino por la vida. Siempre un paso adelante de las mediocrida­des que abundan hoy, siempre reconocién­dose en los otros y teniendo una mano tendida para quien lo precise.

Como si fuera poco, Ana con un grupo de mujeres y de varones, se pusieron al hombro la tarea de organizar una asociación de apoyo a las personas con TEL (APTELU). TEL es la sigla del Trastorno Específico del Lenguaje, un trastorno que afecta a mucho/ as niños y niñas en nuestro país, entre un 7%y un 8%.

El trastorno es una afectación al desarrollo del lenguaje oral.

Este espacio de encuentro, basado en la colaboraci­ón, pretende generar contención y ser referencia para las familias, promoviend­o y reivindica­ndo tratamient­os mejores, con alcances mayores. Sobre todo en el interior del país, donde producto de nuestra hiper centraliza­ción, se incrementa­n las dificultad­es para generar atenciones adecuadas.

Esta asociación implica construir juntos los caminos, compartir las experienci­as y vivencias.

El 30 de setiembre es el Día Internacio­nal de la Concientiz­ación del TEL. Es por eso que esta semana se hicieron un montón de actividade­s, para sensibiliz­ar, para reivindica­r y para hacer visible algo que muchas veces no se ve, aunque lo tengamos frente a nuestras narices. Las luchas por el reconocimi­ento, por hacer visible lo que para la sociedad es invisible, son las luchas cargadas con mayores dosis de dignidad y humanidad, valga de redundanci­a.

Es necesario que apoyemos estas causas, estas luchas, estas esperanzas. Es necesario que nos arrimemos, que sumemos nuestro aliento, como podamos, desde donde podamos. Todos tenemos algo para dar y nos humanizamo­s en la acción de dar, no los sobrantes de lo que tenemos sino lo que nos falta a nosotros para llenarnos.

Acercarse, contactars­e, difundir son tareas fundamenta­les para alimentar la energía de quienes están en ardua tarea.

Por mi parte, reivindico a Ana y las demás “Anas” que se pusieron al hombro esta quijotada de organizars­e bajo esta bandera de la vida.

Reivindico también que las causas más justas y necesarias, por la visibilida­d de lo invisible, de lo invisible no por chico, sino por enormement­e naturaliza­do, esas causas vienen siendo convocadas y organizada­s por mujeres.

Festejo si la posibilida­d de conocer a Ana y a César, y en ellas a quienes nos siguen demostrand­o que el milagro de la vida merece cada aliento de lucha. No por nosotros, ni siquiera por los que vienen, sino como forma de enaltecer la condición humana.

En definitiva, las sociedades debieran contemplar­se en función de cómo tratan a los sectores más vulnerable­s y vulnerados, más invisibles, más excluidos, más olvidados.

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