Organizar las dignidades
Algunos dicen que estamos hechos de átomos, pero para mí estamos hechos de historia, decía Galeano. En definitiva como seres humanos pertenecemos a un linaje evolutivo que siendo mamíferos aprendimos a convivir y a transformamos en la convivencia del amor, del reconocimiento del otro, de la cooperación.
Somos siempre en sociedad, en grupos. No sabemos vivir en soledad, nos enfermamos cuando nos inundan las soledades. Eso es una constatación antropológica, con el perdón que me merecen los antropólogos.
En la historia, las sociedades construyeron modelos de éxito y de héroes.
Es necesario, porque uno va mirando esos modelos, personajes reales o no, contemporáneos o no, para reflejarse en sus acciones. A veces de manera consciente y otras tantas inconscientes.
Hace un tiempo tuve la gracia de conocer a Ana. Y como siempre, uno conoce a alguien y piensa la inmensa consecución de casualidades para coincidir entre tantos espacios y tantos tiempos, con una persona.
Ana es una luchadora, no de la vida sino por la vida. Siempre un paso adelante de las mediocridades que abundan hoy, siempre reconociéndose en los otros y teniendo una mano tendida para quien lo precise.
Como si fuera poco, Ana con un grupo de mujeres y de varones, se pusieron al hombro la tarea de organizar una asociación de apoyo a las personas con TEL (APTELU). TEL es la sigla del Trastorno Específico del Lenguaje, un trastorno que afecta a mucho/ as niños y niñas en nuestro país, entre un 7%y un 8%.
El trastorno es una afectación al desarrollo del lenguaje oral.
Este espacio de encuentro, basado en la colaboración, pretende generar contención y ser referencia para las familias, promoviendo y reivindicando tratamientos mejores, con alcances mayores. Sobre todo en el interior del país, donde producto de nuestra hiper centralización, se incrementan las dificultades para generar atenciones adecuadas.
Esta asociación implica construir juntos los caminos, compartir las experiencias y vivencias.
El 30 de setiembre es el Día Internacional de la Concientización del TEL. Es por eso que esta semana se hicieron un montón de actividades, para sensibilizar, para reivindicar y para hacer visible algo que muchas veces no se ve, aunque lo tengamos frente a nuestras narices. Las luchas por el reconocimiento, por hacer visible lo que para la sociedad es invisible, son las luchas cargadas con mayores dosis de dignidad y humanidad, valga de redundancia.
Es necesario que apoyemos estas causas, estas luchas, estas esperanzas. Es necesario que nos arrimemos, que sumemos nuestro aliento, como podamos, desde donde podamos. Todos tenemos algo para dar y nos humanizamos en la acción de dar, no los sobrantes de lo que tenemos sino lo que nos falta a nosotros para llenarnos.
Acercarse, contactarse, difundir son tareas fundamentales para alimentar la energía de quienes están en ardua tarea.
Por mi parte, reivindico a Ana y las demás “Anas” que se pusieron al hombro esta quijotada de organizarse bajo esta bandera de la vida.
Reivindico también que las causas más justas y necesarias, por la visibilidad de lo invisible, de lo invisible no por chico, sino por enormemente naturalizado, esas causas vienen siendo convocadas y organizadas por mujeres.
Festejo si la posibilidad de conocer a Ana y a César, y en ellas a quienes nos siguen demostrando que el milagro de la vida merece cada aliento de lucha. No por nosotros, ni siquiera por los que vienen, sino como forma de enaltecer la condición humana.
En definitiva, las sociedades debieran contemplarse en función de cómo tratan a los sectores más vulnerables y vulnerados, más invisibles, más excluidos, más olvidados.