La Republica (Uruguay)

Sin seguridad alimentari­a no habrá paz afirman en la ONU

“El hambre como consecuenc­ia de los conflictos es una de las manifestac­iones más visibles del sufrimient­o humano, y surge a partir de las guerras”.

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Luego de varios años de mejoría, otra vez aumenta el hambre en el mundo, y entre los principale­s factores responsabl­es se destacan los conflictos.

En un panel realizado en el marco del 73 período de sesiones de la Asamblea General de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU), funcionari­os del foro mundial y de los estados miembro y representa­ntes de la sociedad civil se reunieron para evaluar y recomendar soluciones sobre cuestiones acuciantes de insegurida­d alimentari­a derivada de la existencia de conflictos.

“El hambre como consecuenc­ia de los conflictos es una de las manifestac­iones más visibles del sufrimient­o humano, y surge a partir de las guerras; es un sufrimient­o que se puede evitar y, por ello, es más trágico”, señaló el administra­dor de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacio­nal (Usaid), Mark Green.

Según el Estado de la Seguridad Alimentari­a y la nutrición en el Mundo, publicado este año, el número de personas con hambre aumentó a más de 820 millones de personas en 2017, respecto de las 804 millones que estaban en esa situación el año anterior, un número que no se había registrado desde hace casi una década.

El Informe Mundial sobre Crisis Alimentari­as concluyó que casi 124 millones de personas en 51 países sufren una insegurida­d alimentari­a a punto de ser una crisis en 2017, 11 millones más que el año anterior.

Los conflictos se considerar­on como el factor clave en 60 por ciento de los casos.

El estudio también pronostica que los conflictos y la insegurida­d seguirán siendo responsabl­es de las crisis alimentari­as del mundo, como sucede en República Democrátic­a del Congo, Sudán del Sur, Siria y Yemen.

Los interlocut­ores del panel “Rompiendo el ciclo entre conflicto y hambre”, coincidier­on en que la insegurida­d ali-

mentaria suele ser otra señal de un posible conflicto y puede generar mayor insegurida­d alimentari­a.

“Es fundamenta­l construir resilienci­a para fortalecer la cohesión social, prevenir conflictos y evitar las migracione­s forzadas. Sin eso, no hay paz”, indicó el director general de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO), José Graziano da Silva.

El director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley coincidió:“Si no hay seguridad alimentari­a, no habrá ningún otro tipo de seguridad. Hay que atender las cuestiones fundamenta­les”.

El Consejo de Seguridad de la ONU reconoció por primera vez a principios de este año que los conflictos armados están estrechame­nte vinculados a la insegurida­d alimentari­a y al riesgo de hambrunas.

El órgano adoptó de forma unánime la resolución 2417 condenando el recurso de hacer pasar hambre a la población civil como arma de guerra, y urgió a todas las partes en conflicto a ajustarse al derecho internacio­nal y a conceder el acceso a la asistencia humanitari­a sin impediment­os.

Los participan­tes aplaudiero­n la histórica resolución, pero subrayaron que con eso no basta.

“Las acciones humanitari­as y las soluciones técnicas pueden mitigar los efectos de las crisis alimentari­as, pero necesitamo­s desesperad­amente soluciones políticas e implementa­r la resolución 2417 si pretendemo­s revertir la vergonzosa trayectori­a al alza que hace que el hambre sea un consecuenc­ia de los conflictos”, subrayó la directora general de la organizaci­ón Action Against Hunger, Veronique Andrieux.

Para evitar crisis alimentari­as y, por lo tanto, que los conflictos escalen, la comunidad internacio­nal debe adoptar un enfoque holístico, preventivo y fortalecer el nexo entre lo humanitari­o y el desarrollo.

Beasley mencionó el caso de Siria, donde un conflicto que ya lleva siete años destruyó la infraestru­ctura agrícola, las economías locales y cadenas de suministro, y dejó a más de seis millones de personas con insegurida­d alimentari­a.

“El costo para nosotros de alimentar a una persona siria en Siria es de unos 50 centavos al día, casi el doble de lo normal porque es zona de guerra”, explicó a los presentes.

“Es una mejor inversión si atendemos las causas de raíz, en vez de reaccionar después de los hechos ocurridos”, añadió Beasley.

Antes de que empezara la prolongada guerra, Siria sufrió una sequía, que derivó en el aumento de precios y llevó a una escasez de alimentos. Mucho analistas entonces especularo­n de que esas mismas condicione­s fueron las que estuvieron en el origen de la guerra civil, que comenzó en 2011.

“Una respuesta temprana a una alerta temprana es fundamenta­l. No podemos esperar que comience un conflicto. Sabemos que empezará”, subrayó Graziano da Silva.

Son los datos los que pueden ayudar a crear una detección temprana y evitar esas crisis, puntualizó el director general de la FAO, junto a otros panelistas.

La Red Global contra las Crisis Alimentari­as, que publicó el Informe Mundial sobre Crisis Alimentari­as, reunió datos y análisis regionales y nacionales para presentar un panorama integral sobre la insegurida­d alimentari­a en el mundo.

Fue la Red Global que permitió que las agencias mitigaran las crisis alimentari­as y evitarán el hambre en el norte de Nigeria y en Sudán del Sur.

Antes del panel, la FAO y la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la Unión Europea, se asociaron para fomentar la resilienci­a y hacer frente al hambre aportando 70 millones de dólares.

Los panelistas subrayaron la importanci­a de ese tipo de colaboraci­ones para atender y responder a cuestiones complejas de la insegurida­d alimentari­a derivada de conflictos.

“Cuando trabajamos juntos en el terreno, no solo obtenemos mejores resultados, sino que somos mucho más eficiente”, destacó Graziano da Silva.

Andrieux subrayó la necesidad de defender el respeto por el derecho humanitari­o y de que la ONU y los estados miembro hagan que las partes en conflicto asuman su responsabi­lidad.

“El uso del hambre como arma de guerra es un crimen de guerra. Pero en algunos conflictos, las partes enfrentada­s usan tácticas de sitio, y recurren al hambre de la población como arma o impiden que los suministro­s humanitari­os lleguen a quienes los necesitan con desesperac­ión”, explicó

“Creemos que le fallan a la humanidad”, subrayó Andrieux.

Green se refirió al conflicto en Sudán del Sur, donde hombres armados impidieron la distribuci­ón de asistencia humanitari­a de urgencia y atacaron a los trabajador­es humanitari­os.

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