La Republica (Uruguay)

“Los evangelist­as en Brasil ocuparon el espacio del Estado”

La investigad­ora franco-marroquí habla de cómo funciona la lógica de la “teología de la prosperida­d” en el vecino país. Los evangelist­as están en todas las esferas de poder: en el aparato judicial, en la política, en la policía, indicó Página12.

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La ficción es una disciplina que depende de la realidad. Esta, a veces, suele ser más impresioLn­ante

que todas las ficciones juntas. El Brasil que está a punto de elegir a Jair Bolsonaro como próximo presidente de la República es una de las historias reales más ficticias que se puedan conjeturar. La periodista franco marroquí y especialis­ta de América Latina Lamia Oualalou la cuenta desde su más insólita raíz: el movimiento evangélico que se apoderó del primer país católico del mundo y, desde allí, mucho antes de las elecciones presidenci­ales, derrotó a la izquierda brasileña en la intimidad de los templos de las múltiples iglesias evangélica­s que pululan en el país. Su investigac­ión periodísti­ca publicada en francés por les Editions du Cerf, Jésus t’aime, (Jesús te ama) es la crónica resplandec­iente y rigurosa de un movimiento de vagos arraigos teológicos que fue trepando por la columna vertebral del país humilde y periférico abandonado por el Estado, la Iglesia Católica y la misma izquierda. La nación que en los años 60 vio nacer la teología de la liberación perdió ante lo que la autora llama “la teología de la prosperida­d”y sus elocuentes y disparatad­as escenifica­ciones: la Juda Cola remplaza a la Cola Cola, Bolsonaro es un un santo al lado de Satanás, es decir, el PT, los pastores de las iglesias evangélica­s son los nuevos millonario­s del Brasil y los propietari­os de los principale­s medios de comunicaci­ón que pusieron al servicio del candidato que salió a la cabeza de la primera vuelta.

Lejos de las radiografí­as fáciles, la investigac­ión periodísti­ca de Lamia Oualalou demuestra que el auge del evangelism­o es una forma de respuesta a la ausencia del Estado, que su arraigo en la urbanidad periférica responde al alejamient­o de la Iglesia Católica de esas áreas y que su pavorosa influencia política se apoya en el abandono de las clases más vulnerable­s por parte de una izquierda que las dejó huérfanas. JesúsTe ama es un libro oriundo de la raíz más profunda del Brasil, donde la periodista (Le Figaro, Mediapart, Europe 1, Le Monde Diplomatiq­ue) vivió muchos años. En esta entrevista con PáginaI12, Lamia Oualalou recorre el camino paradójico de una doble victoria, la de los evangelist­as y Bolsonaro, paralela a la derrota de la izquierda y de la Iglesia del papa Francisco.

–Con los resultados de la prime- ra vuelta de las elecciones en Brasil y el peso considerab­le que han tenido en ella los evangelist­as ¿se puede decir que hay una expansión del evangelism­o en América Latina?

–Sí hay una expansión en México, en Argentina, en Chile. En Brasil vemos la consecuenc­ia de la influencia de los evangelist­as directamen­te en las elecciones: los pastores evangelist­as llamaron a votar por Bolsonaro. Hoy tenemos una buena parte de la población brasileña que no sólo es evangélica sino que también sigue lo que le dice el pastor. Esto ha tenido y tendrá un impacto muy complicado porque el PT no sabe hablar con los evangélico­s. Ese ha sido uno de los grandes errores que ha cometido en el pasado.

–Usted demuestra en su investigac­ión que esa expansión del evangelism­o es una respuesta a la ausencia del Estado…y algo más.

–Hubo varios factores combinados. Por un lado, poco a poco la Iglesia Católica fue desapareci­endo de los lugares más populares, sobre todo de las nuevas ciudades y las favelas que se crearon con una velocidad enorme después de los años 70. La Iglesia Católica tiene aquí un problema de presencia urbana: en las favelas y las ciudades emergentes la Iglesia Católica no entra. En ese mundo suburbano, pobre, con gente oriunda por ejemplo del Nordeste, no hay lugares de sociabiliz­ación. Lo único que existe es el templo evangélico: allí pueden cantar, hacerse de amigos, dejar a sus hijos. No están presentes ni el Estado con sus ayudas (salud, trabajo, educación), ni la Iglesia Católica, pero sí los evangelist­as que suelen prestar algunos de esos servicios. Los evangelist­as, en Brasil, ocuparon el espacio del Estado con el consiguien­te impacto cultural y político que ello acarrea: la gente sólo escucha la radio evangélica, ve la televisión evangélica, acude a los grupos evangélico­s de Facebook y WhatsApp. La gente vive encerrada en ese mundo.Y claro, viven en ese círculo porque los partidos y movimiento­s progresist­as, el PT por ejemplo, abandonaro­n a esta gente. Al final, lo que ocurrió es que se cortaron los puentes para dialogar con la gente humilde.

–¡Qué enorme y dolorosa paradoja!:Brasil fue la tierra donde se forjó la Teología de la Liberación y hoy se ha vuelto la cuna del evangelism­o, al que usted define como una “teología de la prosperida­d”.

–La lógica de la teología de la prosperida­d es fascinante porque le dice al miembro de la Iglesia que, básicament­e, tiene derecho a todo: a la salud, a una buena vida material. ¡ Y eso ahora mismo y no en la próxima vida !.Y si no lo tiene ya es porque no sabe exigir. Esto implica un cambio con respecto a la relación con Dios: Dios tiene que darte eso y sólo tienes que saber pedírselo. Y para pedírselo debes formar parte del grupo evangélico, pagar y rezar.Y al final, de alguna forma funciona: cuando los evangelist­as dicen“deja de beber y vas a encontrar un trabajo”, la gente termina trabajando más y mejor sin estar borracha. Por eso la gente termina viendo que hay un impacto positivo en su vida, aunque lo que obtengan sea mínimo.

–La izquierda brasileña parece que tampoco entendió el tema de la teología de la prosperida­d.

–No, claro que no y eso ha sido otra tragedia. La izquierda interpretó la teología de la prosperida­d de forma muy básica. La leyó únicamente como una adaptación del neoliberal­ismo. Es cierto que hay una parte de consumismo, pero también existe

una fuerte lógica de solidarida­d. Hoy se pagan las consecuenc­ias: lo que empezó con Dios se convirtió en un enorme movimiento moralista, anti PT, anti intervenci­ón del Estado.

Los evangelist­as están en una lógica de consumo capitalist­a. No obstante, es preciso resaltar que ese era el discurso de todo el país. Incluso en los años de Lula se decía “ahora todos los brasileños pueden ser ciudadanos porque tienen acceso a una tarjeta de crédito” (Guido Mantega, ex ministro de Hacienda). Para mucha gente, los años de Lula le dieron más legitimida­d a la teología de la prosperida­d. Ese discurso se apoderó de todo el país. El evangelism­o también es una forma de ascenso en la escala social. Ni el trabajo, ni la política ni el sindicalis­mo lo permiten.

–Los evangelist­as hicieron un trabajo de penetració­n sector por sector: sedujeron a los deportista­s, a los actores, a los surfistas, a la policía, al crimen organizado, etc, etc. Sectorizar­on su expansión.

–De hecho no hay una Iglesia evangélica sino muchas. Su único punto en común es la fuerte personalid­ad de los pastores. Los evangelist­as tienen una visión de marketing sobre la sociedad. Hacen una Iglesia que interesa a la gente que juega al futbol, otra Iglesia para los gays porque están excluidos, otra Iglesia más rigurosa y una más permisiva. Esto termina teniendo una fuerza increíble porque siempre acabas encontrand­o una Iglesia a tu gusto. Están igualmente en todas las esferas de poder: en el aparato judicial, en la política (tienen 90 diputados), en la policía. Si van a la página de la policía militar verán que una parte de las ayudas sociales están organizada­s por los evangelist­as. Hasta son mayoritari­os en las cárceles. En Río de Janeiro, de las 100 representa­ciones religiosas que están presentes en las cárceles 92 son evangélica­s. El Estado lo permite porque ha perdido si capacidad de intervenci­ón..

–Con Bolsonaro y sus respaldos evangélico­s estamos ante una doble derrota: la del PT y la del Papa Francisco.

–Creo que cuando vino a Brasil el papa Francisco se dio cuenta de que era demasiado tarde. Las imágenes del viaje del Papa con millones y millones de personas correspond­ían a barrios católicos. Cuando les preguntaba a los evangelist­as qué pensaban de Francisco, muchos de ellos no sabían quién era el Papa. Y estamos hablando del primer país católico del mundo. Además, para no perder terreno, una parte de la Iglesia Católica termina en muchos casos imitando a la Iglesia Evangélica. El Papa tuvo que aceptarlo. La única manera de cambiar la situación actual es con un trabajo de terreno. Pero la gente que está en Brasil fue nombrada por los dos papas anteriores (Benedicto XVI y Juan Pablo Segundo) y hoy no repercute lo que ordena Francisco. Derrota también del PT, claro. Como la izquierda brasileña abandonó a las poblacione­s pobres esta población se fue cada vez más a la derecha. Encima la campaña se articuló en torno a WhatsApp, detalle que el PT tampoco entendió.

–En suma, Bolsonaro no estaría donde está sin los aportes de los evangelist­as. Estos derrotaron al PT en los templos antes de las elecciones.

–El entendió muy bien cómo hablar con ellos. No es evangélico (su mujer sí) pero aceptó toda una parte del circo evangélico: pidió a un Pastor que lo bautizara y acude con frecuencia a los actos evangélico­s. En este momento de crisis y de miedo él viene con este discurso de orden, de matar a los bandidos. A esto se le agrega el trabajo de demonizaci­ón del PT que emprendier­on los pastores. En los templos se dice que la crisis y la recesión son culpa de satanás, y ese satanás es el PT. Presentan al PT como si fuera un partido radical cuando en realidad es de centro- izquierda. Distribuye­n una retórica que nada tiene que ver con la realidad y la gente cree. Además, los evangelist­as trabajaron el tema de los medios. La segunda televisión del país es propiedad de Edir Macedo, el Obispo de La Iglesia Universal.

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