La baja eficiencia de titulación universitaria en Uruguay
El aporte más importante de la Universidad al desarrollo económico es la cantidad, la calidad y los perfiles de especialización de sus egresados universitarios. No sólo crean mayor valor agregado nacional y externalidades positivas para la sociedad, sino que habilitan posibilidades técnicas de producción para las empresas imposibles de pensar sin la existencia de recursos humanos de nivel superior. Con la enorme transformación tecnológica en curso y su tendencia a la automatización y la posible desaparición de muchos empleos, la formación universitaria se constituye además en un escudo frente a esos embates tecnológicos. Finalmente es de destacar los mayores salarios de los profesionales y las menores tasas de desempleo entre otros componentes positivos.Todo ello debe conducir a una especial atención a los niveles de egreso y a formular políticas de mejoramiento de las tasas de eficiencia terminal en el país.
En el penúltimo lugar de América Latina
En Uruguay, sin embargo, el egreso de educación superior es extremadamente bajo, y está en el penúltimo lugar de América Latina en términos de graduados por cada 100.000 habitantes. Honduras con 25 egresados y Uruguay con 34,7% están en los peores niveles de la tabla de egresados de la región, en tanto que Chile con 119 y Costa Rica con 100 con cada 100 mil habitantes, son los países con más graduados por habitantes. Mientras que la media de América Latina, tomando 15 países con datos, es de 58,3 egresados, Uruguay está 40% por abajo de la media regional y 70% por debajo de Chile que encabeza la tabla.
Ello impacta además en los altos costos por egresado. Mientras que tenemos una tasa de egreso superior a Honduras apenas del 38%, el presupuesto de educación superior de Uruguay es 245% superior, medido por PPC.
Uruguay tiene la tasa de eficiencia terminal universitaria más baja de la región.Varios elementos inciden en esta realidad, entre los cuales resalta la ausencia de sistemas de selección en el acceso que limiten y orienten a los estudiantes hacia las carreras en las cuales tengan la vocación y competencias; un sistema educativo masivo y además altamente superpoblado en los primeros semestres que carece de la necesaria atención individualizada a los estudiantes y que deriva en alta deserción, así como una escasa diferenciación y regionalización institucional que limita las opciones de los estudiantes. También es de destacar las estructuras tubulares, la poca flexibilidad curricular y las exigencias de tesis junto a enormes dificultades de los estudiantes para conseguir tutores o apoyos. Igualmente destaca la cantidad de años excesivos de muchos estudios especialmente en la UDELAR.
También destaca como causa del bajo egreso universitario la ausencia de ofertas de educación a distancia y virtual. De los graduados universitarios en el Uruguay en el año 2016, casi todos, o sea el 99.84% fueron de programas presenciales, en tanto que apenas el 0,16% egresó de programas a distancia, modalidad que incluso se ha reducido ya que en el 2010 representaba el 0,47%, o sea casi tres veces más. Tal situación contrasta con la situación de la región donde la oferta de educación superior a distancia es superior y creciente. En el 2016, los egresados de programas a distancia fueron el 7,6% del total de egresos en Argentina; el 18,44% de Brasil; el 4,23% de Chile; el 14,7% de México y el 16,64% de Colombia. Uruguay tiene la menor incidencia de graduados bajo las modalidades a distancia como derivación de la casi inexistencia de ofertas de educación superior virtuales. Esta limitación, tanto normativa como paradigmática, afecta la tasa de graduación, y sin duda el acceso a miles de personas del interior.
También incide en la baja tasa de titulación universitaria en Uruguay la reducida matrícula privada, en tanto este sector, como en toda la región, es más eficiente en términos de titulación: la cobertura privada en el 2016 en Uruguay fue del 14,49% del total - el más bajo de toda la región – siendo sin embargo su contribución al egreso de 21,68%. En ese año, el aporte del sector privado al egreso fue de 68% en Perú, 40,7% en México, 69% en El Salvador, 30% en Ecuador, 66,4% en Costa Rica; 75% en Brasil y 34% en Argentina, y es mayoritario en toda la región.
Los egresados en Uruguay pasaron de 8791 en el 2010 a 12.665 en el 2016, con un crecimiento anual del 6,27%, mientras que en la región el crecimiento fue de 7.18%, con lo cual la incidencia de Uruguay sigue bajando y pasa de representar el 0,36% en el 2010 a representar el 0,34% de todos los egresados de la región en el 2016.
También incide negativamente, la baja proporción en el egreso de profesionales con maestría y doctorado en Uruguay, que fueron apenas en el 2016 el 2,91% y el 0.02% respectivamente del total. La mitad del promedio regional que fue 5% y 1% respectivamente, mostrando el escaso rol de la posgraduarización como formación especializada en el egreso.
Dado lo anterior, no es de extrañar que la proporción de la población mayor de 25 años con educación terciaria según la UNESCO, sea de apenas 12,2 años en Uruguay, muy inferior frente a Argentina que tiene 19,4 años; Chile, 19,8; Colombia, 20.1; Costa Rica, 21,3; Cuba 15.1; Perú 20,8; Ecuador con 13,5% y incluso menor que República Dominicana que tiene 12,4.
Se ha considerado que un aumento de un año en la escolaridad media de la población trabajadora deriva en un 20% de aumento de la productividad. Con ello se reafirma como la alta deserción y el bajo egreso de la educación superior en el país limita el desarrollo del país.