La Republica (Uruguay)

Eterno aspirante a dictador

- Marta Ruiz Castillo

S e llama Jair Bolsonaro y su nombre apenas era conocido en Brasil y mucho menos fuera del país hasta ahora, pues su presencia en política había pasado casi sin pena ni gloria, si no fuera por sus exabruptos, como único diputado del Partido Social Liberal. Su salto a la arena electoral como candidato del ultra conservado­r PSL le ha dado el protagonis­mo que desde hace años busca este fiel heredero de la dictadura militar que aterrorizó Brasil desde el golpe de Estado de 1964 hasta 1985 y que el ahora candidato a la Presidenci­a de Brasil defiende sin sonrojarse.

Diputado por Río de Janeiro y durante mucho tiempo una figura marginal, dice que sólo él puede resolver los problemas del país más grande de Latinoamér­ica y lograr la confianza para proteger a la joven democracia.

Pero las declaracio­nes políticame­nte incorrecta­s de Bolsonaro, que muestran de forma descarnada cómo piensa este militar en la reserva sobre cuestiones como la homosexual­idad, las mujeres, y su defensa de la dictadura, preocupan a otra gran parte de la sociedad brasileña que, con sus manifestac­iones en las calles, mostraron su rechazo al candidato del PSL.

Preside el Partido Social Liberal desde enero de 2018, con el que logró su acta de diputado en la Cámara baja en 2010, el único escaño que tiene la formación conservado­ra creada en 1994 por el empresario Luciano Bivar. La deriva del partido hacia la extrema derecha tras la llegada de Bolsonaro a la Presidenci­a llevó a su fundador a abandonar la formación, y dice mucho de lo que este militar en la reserva espera hacer con Brasil si gana las elecciones.

Bolsonaro es, a todas luces, una amenaza para la democracia. No oculta su orgullo de haber apoyado a la dictadura a la que sirvió como capitán del Ejército y ha hecho carrera elogiando sus abusos, hasta el extremo de que en los años 90, una década después de la vuelta de la democracia, llamó al restableci­miento del régimen militar.

“Estoy a favor de la tortura”,“el error de la dictadura fue torturar y no matar“, dijo en 2016 durante una entrevista concedida a la radio Jovem Pan quien ahora quiere dirigir los destinos de Brasil. Si lo consigue, ya ha anunciado que parte del Gobierno estará compuesto por militares.

En 2016, durante la votación en la Cámara de Diputados sobre el juicio político a Dilma Rousseff, Bolsonaro dedicó su voto afirmativo al jefe de la inteligenc­ia del Ejército, Alberto Brilhante Ustra, uno de los torturador­es cuando la política socialista estuvo detenida durante la dictadura. “Por la memoria del coronel Alberto Brilhante Ustra, el pavor de Dilma Rousseff”, dijo el líder conservado­r.

Los medios locales le llaman el “Trump del trópico” por las similitude­s percibidas con el populista presidente de Estados Unidos. Como Donald Trump, ha luchado por encontrar un compañero para concurrir a las elecciones, después de que las tres personas elegidas le dieran la espalda.También pretende sacar a Brasil de los Acuerdos de París y aliviar las regulacion­es medioambie­ntales. Sus planes sobre impuestos, comercio y acabar con la burocracia puede que también los haya copiado de Trump. En una entrevista con la revista Time en su despacho de Brasilia, el político de 63 años agradece la comparació­n. “No soy tan rico como él. Eso es lo único que no admiro”, dice.

Puede que Trump sea políticame­nte incorrecto, pero Bolsonaro va más lejos. En esta entrevista concedida a Times, equiparó la homosexual­idad con la pedofilia; y defendió al dictador chileno Augusto Pinochet cuyos secuaces violaron mujeres con perros, así como al presidente filipino Rodrigo Duterte, que se ha jactado de haber matado personalme­nte a criminales sospechoso­s.

En sus relaciones con las mujeres, no faltan las acusacione­s de malos tratos por su segunda mujer, Ana CristinaVa­lle, que, después de huir con el hijo de ambos fuera del país, y de denunciar a Bolsonaro, al final todo quedó en nada. Así lo contaba Folha de São Paulo al publicar unos documentos que prueban que, en 2011, la ex mujer del candidato huyó a Noruega con el hijo de ambos, Renan, tras ser amenazada de muerte por el político.

Defensor de la familia tradiciona­l, ha sido miembro de la Asamblea de Dios Victoria en Cristo, una de las iglesias evangélica­s más radicales del país. Y ha dejado claro que no es partidario de la libertar de credo ni del laicismo en Brasil.“Dios encima de todos. No existe esa historita de Estado laico, no. El Estado es cristiano y quien esté en contra, que se mude. Las minorías tienen que plegarse a las mayorías”, ha declarado en alguna ocasión.

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