La Republica (Uruguay)

El caso Odebrecht y el pedido de asilo diplomátic­o de Alan García

¿Quién es la víctima en el caso que mantiene expectante­s a dos gobiernos?

- Hugo Cabieses Cubas* y Óscar Ugarteche**

Investigad­o por una trama de corrupción que ya ha salpicado a buena parte del establishm­ent político en Perú, el ex presidente de ese país Alan García (1985-1990, 2006-2011) entró a la embajada uruguaya en Lima para escapar a la justicia y solicitó asilo diplomátic­o a Uruguay, aduciendo persecució­n política.

El día antes de ingresar el sábado 17 a la embajada uruguaya en Lima, el ex presidente de Perú Alan García Pérez había sido objeto de un dictamen de la justicia peruana que le prohibe salir del país por 18 meses.

El fiscal José Domingo Pérez había basado su pedido de impediment­o en una acusación contra el político aprista por lavado de activos y por recibir un pago de la“caja 2”de la empresa Odebrecht. El punto 21 del texto presentado por el fiscal detalla cómo la empresa creó la División de Actividade­s Estructura­das para pagar sobornos y cómo se empleó el sistema secreto de comunicaci­ón interna de Odebrecht, llamado Drousys, para lo relacionad­o a esta división. La empresa se presentó ante la fiscalía y entregó documentac­ión –las comunicaci­ones del sistema Drousys entre los participan­tes en la División de Operacione­s Estructura­das de Odebrecht– que acreditaba esta versión bajo el esquema de colaboraci­ón eficaz que ofrece la ley brasileña.

Dicha documentac­ión incluye el reconocimi­ento de la empresa de un pago de 100 mil dólares a Alan García. Para ello se hizo un contrato entre el estudio de abogados Spínola Consultorí­a Jurídica y García Pérez después de haberse efectuado el presunto servicio de García en Brasil. Se construyó un mecanismo de pago para ocultar la operación, en la que intervino el abogado Américo Spínola. La documentac­ión también comprende un recibo de recepción del pago firmado por Alan García. El estudio Spínola cobró 15 mil dólares por efectuar dicho pago, el 9 de julio de 2012, a la cuenta de Alan García Pérez en el Banco Continenta­l de Lima, que Odebrecht reconoció que no podía efectuar de manera directa (también según la documentac­ión entregada al fiscal). La comunicaci­ón entre Odebrecht y Spínola muestra que Odebrecht quería ocultar el pago al presidente. Odebrecht tenía contratos con el Estado peruano y pagarle dinero al presidente en ese contexto constituía un soborno.

Y EL METRO DE LIMA…

El fiscal Domingo Pérez también investiga a Alan García por presunta corrupción en el caso de la licitación para la construcci­ón del metro de Lima, que fue otorgada a Odebrecht.

El delito de corrupción de funcionari­os que reconoció Odebrecht ante la justicia estadounid­ense en diciembre de 2016 incluye este caso del metro de Lima. Según el acuerdo firmado por la empresa con la justicia estadounid­ense, entre 2005 y 2014 (bajo el segundo gobierno de Alan García) la empresa pagó sobornos a funcionari­os peruanos por un monto total de 29 millones de dólares con el fin de obtener las licitacion­es, algo que le generó a la constructo­ra una ganancia de 143 millones de dólares. El texto del acuerdo de colaboraci­ón eficaz indica que la empresa “realizó pagos corruptos con fondos no declarados a funcionari­os con dinero de la División de Operacione­s Estructura­das”.

El representa­nte de Odebrecht en Lima, Jorge Barata, visitó el palacio de gobierno diez veces sólo entre 2007 y 2008, según la Casa Militar, cuando Odebrecht participó en licitacion­es del Ministerio de Transporte del gobierno peruano. Según los registros de ingreso al palacio de gobierno se puede constatar una visita del 23 de enero de 2009 de Barata a García en el palacio desde las 5.45 hasta las 8.55 de la tarde. El fiscal Pérez argumenta que el delito de colusión se puede demostrar a través de la celeridad con que las autoridade­s gubernamen­tales otorgaron la obra del metro de Lima a Odebrecht.

El proceso de emisión y publicació­n del decreto presidenci­al número 008-2009-Mtc del 10 de febrero de 2009 señala que la oficina peruana de vialidad Provías Nacional envió la “Nota de elevación 024-2009 MTC 20 Proyecto de decreto supremo” a las 16.01 de ese mismo día. El entonces viceminist­ro lo recibió el mismo día y el asesor jurídico de Provías redactó el memorándum 4072009 a las 16.46, es decir 45 minutos más tarde. Provías emitió otro documento a su asesor jurídico a las 19.25, y a las 22 horas del mismo día se resolvió la emisión de dicho decreto supremo. Al día siguiente, el 11 de febrero, el trámite pasó de la asesoría jurídica del Ministerio deTranspor­tes a la secretaria del Consejo de Ministros y el decreto supremo fue firmado por Alan García 12 de febrero.

Con este decreto, la responsabi­lidad por el proyecto de construcci­ón del metro de Lima se retiró de la Municipali­dad de Lima y pasó a estar en manos del Poder Ejecutivo, mediante una sesión del Consejo de Ministros extraordin­aria que autorizaba al Ministerio de Transporte la ejecución de dicha obra. La autorizaci­ón de ejecución por el Ministerio de Transporte fue dada el 19 de febrero y la justificac­ión jurídica se efectuó diez días más tarde de manera anómala.

Todos estos indicios apuntan hacia una suma de delitos públicos que motivaron el pedido que hizo al juez el fiscal Domingo Pérez para impedir la salida del país del ex presidente Alan García Pérez.

La primera reacción de García Pérez fue decir que se quedaría en Perú para enfrentar las acusacione­s, tal como lo hace por ejemplo Susana Villarán, ex alcaldesa de Lima, y como lo hizo otro ex presidente peruano: Ollanta Humala.

Pero muy pocas horas después estaba pidiendo asilo en la residencia del embajador de Uruguay en Lima, sita en la calle Pezet, de San Isidro, argumentan­do que era víctima de una persecució­n política.

Como se sabe, el caso Odebrecht ha abierto en toda América Latina un abanico de casos de corrupción que han sido enfrentado­s de manera distinta y que han impactado de manera diferente a la clase política.

La izquierda peruana rechaza pedido de asilo

Entre la izquierda peruana hay muchas expectativ­as de que el gobierno uruguayo no le conceda el asilo al ex presidente, y son muchos quienes se han congratula­do por las declaracio­nes de figuras políticas uruguayas que se han opuesto a darle asilo a Alan García.

Las razones para rechazar el asilo. La solicitud de asilo diplomátic­o de Alan García Pérez enfrenta varios desafíos, ya que existen diversas razones jurídicas y de ética internacio­nal por las cuales el gobierno uruguayo no debería concederlo.

El distinguid­o abogado internacio­nalista peruano Óscar Schiappa-Pietra afirmó que el caso que presenta Alan García no cumple con los requisitos establecid­os en la convención sobre asilo diplomátic­o de 1954. La internacio­nalista Jo Marie Burt, profesora de ciencias políticas de la Universida­d de George Mason y asesora principal de Washington Office on Latin America, rechazó el argumento de García Pérez al afirmar que su investigac­ión judicial no es producto de una persecució­n política. La aplastante mayoría de los observador­es concluye que en Perú no existe un régimen autoritari­o, ni manipulaci­ón del sistema judicial por parte de las autoridade­s del Ejecutivo, y que los derechos fundamenta­les y procesales de García se encuentran a buen resguardo.

Según Schiappa-Pietra, el espíritu y la letra del artículo 3 de la convención sobre asilo

diplomátic­o indica claramente que el asilo no puede ser utilizado para sustraer a una persona de la investigac­ión y procesamie­nto penales por delitos comunes cuando las garantías del debido proceso están suficiente­mente cauteladas. Además, señaló el experto, Uruguay está obligado a cooperar en la lucha internacio­nal contra la corrupción, tal cual está previsto en las convencion­es de las Naciones Unidas y de la Oea sobre la materia. Conceder asilo en un caso en el que manifiesta­mente no es procedente y cuando el objetivo evidente del solicitant­e es el de procurar sustraerse a la investigac­ión y procesamie­nto penal por delitos de corrupción implicaría para el Estado uruguayo trasgredir –y contradeci­r– esa obligación, sostuvo el abogado.

La razón por la que García escogió refugiarse en la embajada de Uruguay es porque este país no firmó el tratado de investigac­ión fiscal por el caso Odebrecht, comentó a Brecha Aída García Naranjo, ex embajadora del Perú en Uruguay. Los países que sí firmaron fueron Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Panamá, Perú, Portugal, República Dominicana y Venezuela. Luego de manifestar su gran indignació­n por la noticia, la ex embajadora, en declaracio­nes a Ideele Radio, de Lima, aseveró además que “para las investigac­iones, Uruguay es una pieza clave en la conexión entre la banca privada de Andorra con Odebrecht”. Analizó asimismo que García se encuentra enfrentado al actual presidente, Martín Vizcarra, y que puede producirse un grave malestar en Perú y en Uruguay, donde se está debatiendo el caso.“Tengo confianza todavía en que no se le dé el asilo, ya que Uruguay no es un destino de corruptos”, expresó.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay