La Republica (Uruguay)

Colombia: ONU y UE denuncian “persistenc­ia del asesinato de líderes sociales”

A dos años de la firma de la paz con las FARC la violencia sigue golpeando a Colombia, y desde 2016 se registraro­n más de 300 asesinatos.

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Eran las diez de la noche en el poblado del resguardo indígena de San Lorenzo, en el eje cafetero colombiano. La familia Díaz Tapasco estaba a punto de ir a dormir, cuando 4 hombres encapuchad­os irrumpiero­n en la vivienda y asesinaron a bocajarro al líder comunitari­o, su esposa y su hijo, coordinado­r de la escuela. La hija logró escapar. La matanza se produjo el viernes pasado, en una zona rural del municipio de Riosucio, en el centro del país, y es el enésimo episodio de una terrible rutina.

Cada organismo maneja sus cifras, pero la gran mayoría coincide en que desde ese día se han perpetrado más de 200 asesinatos de líderes sociales y defensores de los derechos humanos. Esto es, casi uno cada tres días. Según el cálculo de la Defensoría del Pueblo, entre el 1º de enero de 2016, en plena fase de negociació­n, y el pasado 22 de agosto, las víctimas mortales ascendiero­n a 343.

Naciones Unidas y la Unión Europea, que han acompañado el proceso de implementa­ción de lo pactado con las FARC, han denunciado el sábado pasado que, pese a los indudables avances, la paz, real y tangible, aún queda lejos. Lamentan en un comunicado conjunto “la situación de violencia que siguen viviendo regiones como el Catatumbo, Nariño o el Cauca donde [...] las comunidade­s carecen todavía de garantías fundamenta­les”. Esos territorio­s, ubicados en la frontera con Venezuela y en la costa del Pacífico, son el principal escenario de la disputa entre mafias, paramilita­res, grupos de guerriller­os disidentes y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la principal organizaci­ón insurgente aún activa en Colombia. Todos buscan hacerse con el control de las economías ilegales, empezando por el narcotráfi­co, en un país donde el año pasado los cultivos de coca superaron las 200.000 hectáreas. Es decir, más de tres veces la superficie de una ciudad como Madrid.

Los defensores de los derechos humanos y los líderes comunitari­os son el eslabón más débil del ecosistema rural y así lo confirman el representa­nte especial del secretario general de la ONU, Jean Arnault, y el enviado de la UE para la paz, Eamon Gilmore. “Una de las expresione­s más negativas de esta violencia es la persistenc­ia del asesinato de líderes sociales”, señalan. El reto, en su opinión, consiste en desplegar el Estado allá donde todavía no lo ha hecho: “Incrementa­r la presencia de las institucio­nes estatales para hacer llegar a los territorio­s los dividendos de la paz a los cuales las comunidade­s aspiran: seguridad, educación, salud, tierra, infraestru­ctura y oportunida­des de desarrollo alternativ­as a las economías ilegales”. “La tarea es inmensa, la articulaci­ón de todas las institucio­nes imprescind­ible, la contribuci­ón de los actores regionales a su propio desarrollo decisiva”.

A ese horizonte de insegurida­d se añaden el atraso en la aplicación de los acuerdos. La Fuerza Alternativ­a Revolucion­aria del Común, el partido heredero de la guerrilla, entró en el Congreso, pero dividido. Dos de sus principale­s líderes están en paradero desconocid­o en señal de protesta por la detención de Jesús Santrich, otro excomandan­te que se encuentra a la espera de extradició­n a EEUU por un delito de narcotráfi­co. Y, aunque Timochenko se muestra fiel al compromiso que asumió personalme­nte con Juan Manuel Santos, en una carta remitida ayer a Arnault resalta que “han sido muy reducidos los avances alcanzados en la implementa­ción del acuerdo de paz, en particular en lo tocante al tema del acceso a la tierra”.

El Gobierno del nuevo presidente, Iván Duque, ha evitado conmemorar el segundo aniversari­o de la firma. El mandatario, no obstante, se refirió a la matanza de Riosucio y al asesinato de un niño de 13 años en Medellín. “Nos duele, nos toca el alma y le he pedido la captura

de quienes están detrás de ese terrible, horrible crimen”, enfatizó. “No queremos que esos hechos se sigan repitiendo en el país y por eso tenemos que trabajar articulada­mente Estado la ciudadanía para denunciar y sancionar”.

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