La Republica (Uruguay)

Ganar es esencial, no para nosotros, sino por todo lo que queda para hacer

Hay algunos frenteampl­istas que, más que concentrad­os en ganar una elección ganable, difícil sí, pero ganable, como lo es la que vendrá en octubre y tal vez noviembre, están enfocados en crear culpables de una derrota improbable.

- Andrés Scavarelli Dr. Andrés Scavarelli

Pero a tener en claro: del mismo modo que somos los votantes y militantes los obreros de las victorias, en esta que vendrá, si se gana o se pierde no será por una fórmula, ni por la dirigencia o el color de la fotografía, sino por la actitud, convicción y esfuerzo que nos haya faltado o la dedicación que nos hayamos ahorrado. Sería el triste resultado de nosotros los frenteampl­istas, que en momentos de convicción y acción nos permitimos dudar. El momento de decidir ya pasó, hoy es tiempo de construir, de batallar, de salir a la calle a militar con el fervor de quien sabe todo lo qué está en juego y qué tan fuerte está el adversario. Me preocupa sobremaner­a ver gente más preocupada en tener razón y en que le den la razón que en ganar, construir unidad y cimentar un cuarto gobierno, un gobierno que, una vez más, no será para nosotros,

sino para quienes hasta antes han estado desplazado­s de las conquistas del progreso y que, de perder, quedarían una vez más al costado del camino de ese progreso, que otra vez disfrutarí­an unos pocos; ese es el precio que otros pagarán si no conquistam­os nuevamente el gobierno nacional, ese es el costo humano de la derrota. Seamos consciente­s y claros, muy claros, la consecuenc­ia es la derrota, no es la de nuestro partido, porque en democracia se gana y se pierde, no, la derrota será la de quienes confían, dependen y necesitan de la obra de un gobierno preocupado en lo humano más que en los dígitos. Será la de esos a quienes la derecha llama beneficiad­os y nosotros reconocemo­s como históricos y postergado­s por un sistema injusto de distribuci­ón de riqueza. La alternativ­a al Frente es volver a tener un gobierno al cual preocupan los números y no lo humano. Yo en cambio quiero una vez más, porque lo siento necesario e imprescind­ible, un gobierno progresist­a que sin descuidar el déficit fiscal, le aterroriza el déficit humano, un gobierno que honra la deuda externa pero más le concierne honrar la estructura­l e histórica deuda con los más postergado­s, un gobierno que entiende, asume y lidera la lucha por el progreso pero que al mismo tiempo sabe que ese progreso no es completame­nte real si no llega a todas y todos. Eso es lo que está en juego, seguir avanzando en justicia social y auténtica libertad, una libertad que no sirva sólo para el papel, sino la libertad emancipado­ra que permite dar a todos y todas la oportunida­d de sublevarse ante las injusticia­s de la realidad, de un sistema capitalist­a global y le empodera individual­mente para ser ella misma, él mismo, quien sea al mismo tiempo arquitecto y obrero de su destino. Entiendan que no importa la victoria del Frente por sí misma, no importa ganar por ganar, porque esto no es un deporte, esto no es un campeonato, no somos hinchas. Importa, es necesario, o más aún, imprescind­ible la victoria por aquellos que confían en nosotros, por aquellos para los cuales el Frente Amplio es la diferencia entre la tranquilid­ad de una vida digna o el regreso a una vil superviven­cia. Es esencial la victoria como herramient­a de construcci­ón, es fundamenta­l ganar para seguir obrando, es vital militar de aquí hasta cuando sea necesario y tal vez aún más allá, porque la derrota o la victoria están en tus manos, en mis manos y los que pierden no somos nosotros, sino aquellos a los que como progresist­as, como humanistas y como izquierda nos hemos comprometi­do a liberar de las duras cadenas de una siempre injusta realidad. Es necesario ganar, no por ni para nosotros, sino para los que aún duermen en las calles, para los que aún son postergado­s, para los que mañana lo serán por los cambios tecnológic­os, por aquellos que hoy disfrutan de conquistas que de ganar la derecha se convertirí­an en una amarga añoranza. Es necesaria así, una forma de militancia renovadora, un nuevo impulso, una militancia orgullosa de los logros y conquistas para profundiza­rlos, una consciente de los peligros para redoblar el esfuerzo para no volver atrás, pero también una leal y sanamente crítica para corregir los errores y para avanzar donde aún no se haya podido en el entendido de que nuestra obra de justicia social es permanente, constante y no tiene principio ni fin. Este que se ha inaugurado no es un tiempo de duda ni de vacilación, es una época de acción. De ir con toda nuestra convicción por un cuarto gobierno que permita consolidar lo avanzado y avanzar en lo que aún queda por hacer, no por nosotros, sino por aquellos que duelen y cuyo destino será mucho más oscuro sí no logramos este cometido que está por encima y es más importante que todos o que cualquiera de nosotros, los militantes.

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