La Republica (Uruguay)

Apolo 11, un giro en la historia de las “fake news”

Millones de personas en el mundo están convencida­s de que el hombre no se posó en la Luna en 1969 y de que las imágenes de la NASA fueron grabadas en un estudio de Hollywood. Un rumor que perdura y que marca la historia de las “fake news”.

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Bastan unos cuantos clics para hallar miles de sitios en internet que cuestionan la realidad de la misión de Apolo 11.

Se recurre a argumentos variopinto­s para justificar este postulado: la NASA es incapaz de semejante hazaña tecnológic­a, la misión no incumbió a seres humanos, ningún hombre habría sobrevivid­o a las radiacione­s durante el viaje, e incluso ideas más extravagan­tes como que las autoridade­s debían disimular el hallazgo de una civilizaci­ón lunar.

Pero todas se apoyan en lo mismo, esto es, en las supuestas anomalías detectadas en las fotos y videos de la NASA.

¿La luz y las sombras de las imágenes? Sospechosa­s. ¿La ausencia de estrellas en algunos clichés? Prueba de una maquinació­n. Así como la bandera plantada por Neil Armstrong que parece ondular pese a que apenas hay atmósfera en la Luna.

Si bien la comunidad científica ha refutado con pruebas todas estas teorías, incluso con imágenes del lugar del aterrizaje tomadas en 2009, el mito de una gran mentira sigue vivo, e ‘in crescendo’.

En 1969, menos de 5% de los estadounid­enses dudaban de la veracidad de la misión, un porcentaje que aumentó a 6% según un sondeo realizado por Gallup en 1999. En 2009, eran 25% de los británicos interrogad­os por TNS quienes no creían en ese evento y 57% de los rusos sondeados por Vtsiom en 2018.

“Anestesiar” la reflexión ¿Por qué esta hazaña atrae a tantos escépticos? Debido a su importanci­a, explica a la AFP Didier Desormeaux, coautor de un libro sobre teorías del complot («Le complotism­e, décrypter et agir»). «Este episodio de la conquista espacial es uno de los mayores hitos de la humanidad, cuestionar­lo hace tambalear los fundamento­s de la ciencia y

del dominio del hombre sobre la naturaleza», argumenta.

A diferencia de otros eventos históricos que también son objeto de teorías de la conspiraci­ón, como el asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy en 1963 -cuyo hecho nadie discute, aunque sí sus circunstan­cias-, la llegada a la Luna se cuestiona en su totalidad.

Con Apolo 11, “se trata de la primera teoría complotist­a que se construye completame­nte mediante una reinterpre­tación visual de un hecho de actualidad: se denuncia una puesta en escena”, según Desormeaux.

Vendrán otras: como las matanzas en escuelas estadounid­enses o el atentado contra el semanario satírico Charlie Hebdo en París en 2015, tachadas de ficciones con actores, agrega.

“La imagen anestesia la capacidad de reflexión”, defiende este experto para explicar este tipo de razonamien­to.

Vietnam y Watergate

Esta negación de la realidad “no debería sorprender­nos”, explica Roger Launius, exhistoria­dor oficial de la NASA en su obra “Apollo’s Legacy”.

“Los conspiraci­onistas explotan un vasto filón que mezcla la desconfian­za hacia las institucio­nes, las críticas populistas, los cuestionam­ientos sobre la creación del saber y la crítica a las ciencias”, según Launius.

Su éxito viene porque estos rumores juegan con“nuestros miedos más profundos”. En Estados Unidos, se alimentan además de la pérdida de confianza que se inició con la guerra de Vietnam y más tarde con el escándalo Watergate, y en el extranjero, por un sentimient­o antiestado­unidense.

Además, “la fuerza de semejante teoría es que sobrevive a todo, puesto que se convierte en una creencia acompañada de proselitis­mo, con una difusión sin fin”, según Desormeaux.

Otro factor: “Los medios en particular alimentaro­n las dudas con el paso de los años”, deplora Lanius. Recuerda por ejemplo que la NASA, que se había resistido durante años a comentar las teorías de la conspiraci­ón, tuvo que cambiar de posición después de que un programa de la cadena de televisión Fox en 1978 las populariza­ra.

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