¿Esta es la Universidad que queremos?
En una cotidianeidad tan mecanizada, donde las estructuras establecidas espontáneamente nos conducen a lógicas individualistas, ¿no debería ser la Universidad un punto de encuentro? ¿O en realidad nos estamos formando como individuos sesgados en nuestros propios intereses? Entendemos necesario que la educación terciaria responda, entre otras, a la demanda del sistema productivo, pero teniendo como objetivo principal el desarrollo del pensamiento crítico al servicio del desarrollo social. Las vanguardias universitarias, que tanto pueden contribuir al desarrollo del país, pensadas como herramientas utilitaristas y mercantiles nada aportan a la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Quienes entendemos la educación como un derecho fundamental, aspiramos a una universidad más humana, no ajena a la realidad social. La educación pública tiene el deber de contemplar la gran cantidad de estudiantes que ingresan a la Universidad y que provienen de sectores que tradicionalmente no accedían a esta, hecho desafiante para la educación terciaria que históricamente no fue pensada en términos de inclusión. Esta particularidad es aún más importante dado el aumento exponencial en la cantidad
de estudiantes que alberga la Universidad de la República, número que se ha duplicado en comparación a 1999 cuando eran alrededor de 60.000 estudiantes. Además, hasta el año 2012, 54% de los y las estudiantes que ingresaban a los servicios de Udelar eran la primera generación de universitarios de la familia. Por lo tanto es imprescindible analizar la realidad económica del estudiantado en paralelo con la responsabilidad de la Universidad en cooperar para la formación de estos. El primer aspecto a analizar es la ayuda institucional, ya sea que esta se exprese en becas monetarias, de alimentación, de transporte o alojamiento. En el año 2007 solamente el 5% de los y las estudiantes que ingresaban al servicio de Udelar eran los que recibían dicha ayuda. Al año 2012 aumenta a 31,5% la cantidad de estudiantes beneficiados. Además se estima que hay un aumento de varios puntos porcentuales desde entonces hasta la fecha. Hay una correlación directa entre el aumento de estudiantes universitarios con un creciente compromiso de las entidades públicas y privadas en el financiamiento de becas en sus distintas modalidades. El segundo aspecto a analizar es la gran cantidad de estudiantes que ingresan a Udelar trabajando o en búsqueda de un trabajo. En el año 2016, 63,9% de los y las estudiantes ingresaron en la condición antes mencionada. Y si bien este dato no contempla el trabajo no remunerado, es sumamente significativo, por lo tanto como estudiantes de Facultad de Derecho, servicio perteneciente a la Universidad de la República, debe interpelarnos y conducirnos a forjar el camino de una Universidad que contemple la realidad de cada estudiante, y que sea activamente partícipe de la construcción de políticas que contribuyan a descender el índice de deserción del estudiantado, por causas -entre otraseconómicas. Y el último aspecto que queremos recalcar es el enorme avance en la descentralización de la Universidad. Hoy contamos con las carreras completas de Abogacía y Notariado en Salto, entre otras más de distintas áreas de la ciencia. Pero a su vez no podemos dejar de lado la realidad del estudiante que proviene del interior del país, ya que sería obviar a más del 50% de los estudiantes que abandonan su núcleo familiar y que acarrean un costo extra importante. En el mismo sentido creemos adecuado ahondar en la realidad de Facultad de Derecho, nuestro centro educativo, donde se contemplan algunos cambios en las estructuras. Sin consulta estudiantil y con apresurado interés, en el año 2016 se redacta el nuevo plan de estudio de AbogacíaNotariado, complejizando aún más el cursado de la carrera, que como consecuencia directa tiene la deserción de un gran porcentaje de estudiantes. Por otro lado los y las estudiantes de Relaciones Internacionales ven acotada la posibilidad de egreso, así como la nula posibilidad de creación de un perfil propio, dada la escasa oferta de materias optativas, que además están creditizadas y son obligatorias para culminar la carrera. Innovar, sin tener en cuenta las diferentes realidades del estudiantado, es consolidar la probabilidad de que recibirse sea proporcional a los recursos y posibilidades del estudiante. Antes de innovar es necesario asegurar una vivienda digna; fortalecer becas económicas que permitan garantizar las necesidades esenciales del estudiante; establecer un sistema de cuidados que atienda la realidad de aquellos estudiantes que cuentan con personas a cargo; afianzar condiciones edilicias inclusivas; flexibilizar los métodos de cursado, lo que a su vez significa la reducción de grupos, mejor disposición horaria, implementación eficaz de las modalidades semipresenciales o libres controladas, entre otras. Como estudiantes comprometidos y comprometidas con el país, debemos impulsar el debate en el marco del Centro de Estudiantes, poniendo sobre la mesa posibles caminos a seguir que permitan garantizar un real acceso y permanencia de los y las estudiantes en la Institución. Contribuir a materializar los avances sociales debe ser nuestro fin primero. * Este artículo es un trabajo conjunto de un grupo de estudiantes.