La Republica (Uruguay)

Financiaci­ón al combate del sida sufre caída antes de tiempo

A lo largo de esta década el financiami­ento para combatir el VIH/sida ha disminuido en forma significat­iva, y tan solo en el bienio 2017-2018 la caída fue de 1.000 millones de dólares en los aportes de la comunidad internacio­nal para los países de ingreso

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El estudio“Comunidade­s en el Centro”, publicado este mes por el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (Onusida) y la Fundación de la Familia Kaiser (KFF, en inglés), indica que el recorte de recursos afecta principalm­ente a los países del este y el sur de África (con excepción de Sudáfrica), que dependen en 80 por ciento de las donaciones para combatir el virus.

La reducción de aportes se produce pese a que siete de los 14 gobiernos donantes incrementa­ron su financiami­ento en el bienio 2017-2018: Australia, Canadá, Francia, Holanda, Japón, Noruega y Suecia.

En cambio, cayó la de otros cinco donadores: Dinamarca, Estados Unidos, Gran Bretaña, Irlanda e Italia, mientras los otros dos mantuviero­n sus aportes guales a los del periodo anterior: Alemania y la Unión Europea (UE), dentro de un escenario donde Estados Unidos se mantiene como el gran líder de los desembolso­s.

José Antonio Izazola, director de seguimient­o de Recursos y Finanzas de Onusida, dijo a IPS que “el estancamie­nto es el resultado de múltiples factores, como la competenci­a por los fondos escasos y las situacione­s internas en los países donantes”.

Recordó entre los muchos temas a atender con fondos internacio­nales en merma a la migración hacia Europa, el cambio climático, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y los sistemas de salud, la lo que se suma la situación económica y las preferenci­as políticas de los países donantes.

Jen Kates, vicepresid­enta sénior y director de la Política de Salud Global y VIH de KFF, concordó en este análisis.

“La crisis financiera mundial, el aumento de los costos humanitari­os y de los refugiados, especialme­nte para los donantes en Europa. La fatiga de los donantes y la disminució­n de la atención al VIH por parte de los medios de comunicaci­ón

y otros” fueron algunas de las razones de la disminució­n de la financiaci­ón, afirmó a IPS.

Según otro informe, de HIVorg, no solo cayeron las donaciones, sino también la mortalidad provocada por el sida (síndrome de inmunodefi­ciencia adquirida), lo que relaja la atención al problema.

“Las muertes relacionad­as con el sida se han reducido en más de 51 por ciento desde el pico de 2004. En 2017, murieron 940.000 personas a causa de enfermedad­es relacionad­as con el sida en todo el mundo, en comparació­n con 1,4 millones en 2010 y 1,9 millones en 2004”, indica el reporte de la organizaci­ón no gubernamen­tal.

Pero a Kates le preocupa que “debido a los muchos éxitos, hay una falsa sensación de que el VIH ya no es un problema”.

El VIH todavía es altamente prevalente a nivel mundial. Según Onusida, en 2017 había 36,9 millones de personas viviendo con VIH/sida en todo el mundo.

De ese total, 53 por ciento, unos 19,6 millones, estaban en el sur y el este de África, justamente los que más dependen de los donantes para combatir el virus.

El estudio de Onusida/KFF detalla que los fondos se pueden canalizar directamen­te desde el gobierno de un país donador al país receptor o se pueden proporcion­ar a una organizaci­ón que reúne recursos de muchas fuentes, como Onusida y todos los organismos de las Naciones Unidas, así como la organizaci­ón mundial pro salud Unitaid o el Fondo Mundial para la lucha contra el sida, la tuberculos­is y la malaria.

Estados Unidos sigue siendo la principal fuente de financiami­ento en la lucha bilateral y multilater­al contra el VIH/sida.

Ese país desembolsó 5.800 millones de dólares el año pasado, “y también ocupa el primer lugar en desembolso­s en relación con el tamaño de la economía de cada donante”, detalla el estudio.

Le siguen a gran distancia Gran Brataña (605 millones), Francia (302 millones), Holanda (232 millones) y Alemania (162 millones).

Sobre el apoyo continuo y en gran medida inquebrant­able de Estados Unidos, Izazola lo achacó a que “hay una fuerte voluntad política del gobierno de Estados Unidos, incluido el apoyo bipartidis­ta del Congreso (legislativ­o) para un programa (el Pepfar), que cuenta con el apoyo de múltiples votantes y exhibe buenos resultados (vidas salvadas, infeccione­s evitadas y etc)”.

El Pepfar es la sigla en inglés del gubernamen­tal Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del Sida, que funciona hace 15 años en Estados Unidos.

Añadió que ve que pese a los cambios de gobierno, se mantiene “un liderazgo fuerte: técnica y diplomátic­amente” en Washington a favor de combatir el VIH/sida.

El estudio de Onusida/KFF sostiene que si las tendencias actuales continúan, “la financiaci­ón futura de los gobiernos donantes probableme­nte se mantendrá estable en el mejor de los casos y dependerá en gran medida del futuro apoyo de Estados Unidos”.

Pero ese apoyo de Washington puede no ser tan estable como parece.

El informe afirma que “en el caso de Estados Unidos, las asignacion­es del Congreso en 2019 se mantuviero­n esencialme­nte estancadas, y el flujo de financiami­ento del Pepfar ha disminuido, lo que podría llevar a reducir los desembolso­s bilaterale­s con el tiempo”.

“También hay incertidum­bre sobre el compromiso de Estados Unidos con el Fondo Mundial, aunque el Congreso ha indicado su intención de aumentar el apoyo”, agrega el informe.

A pesar de los éxitos hasta el momento, Izazola, de Onusida, cree que aún hay mucho por hacer que depende de los recursos de los países donantes.

“Los recursos adicionale­s son necesarios no solo para proporcion­ar los servicios necesarios, sino también para cambiar la epidemia con la reducción del número de nuevas infeccione­s por VIH por debajo de las muertes relacionad­as con el sida, para así alcanzar el control de la epidemia”, dijo.

Es esa reversión lo que podría llevar al control a mediano plazo del financiami­ento de la respuesta general al VIH, explicó el especialis­ta de Onusida.

“También es necesario financiar formas de superar las barreras al acceso a servicios existentes, como facilitado­res sociales y servicios a las poblacione­s etiquetada­s como ‘poblacione­s clave’”, agregó.

El experto de Onusida ve la necesidad de aumentar los recursos para las pruebas, el tratamient­o y la prevención, algo que no pueden hacer solos los gobiernos locales de países con bajos y medianos recursos.

Kates explicó que “incluso si (los países) incrementa­ran sus propios gastos, sería difícil para ellos reemplazar lo que los donantes proporcion­an”.

Un elemento importante, planteó, es que se va extendiend­o el enfoque de la sostenibil­idad para el financiami­ento, al comenzar la transición de la ayuda de los donantes a la ayuda interna con la mayor parte de las personas infectadas.

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