La Republica (Uruguay)

María Auxiliador­a, una dama de primera

Esposa, abuela y madre, comprometi­da con las causas sociales y apegada a sus plantas y a su religión, así se puede describir a la mujer María Auxiliador­a.

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Fue una mujer que, a lo largo de sus 82 años, hizo gala de su herencia moral y espiritual que provino de sus padres, destacan desde el Boletín Salesiano, que fue de las pocas publicacio­nes que lograron entrevista­rla -hecho que sucedió en marzo de 2016 y fue la segunda que dio en su vida-, ya que ella hacía gala de su total bajo perfil, del cual emergía tan sólo para ayudar a los más pequeños a través de su madrinazgo del programa de Salud bucal para escolares, que hoy depende de ASSE, o para demostrar su fe católica y en algunos, contados con los dedos, eventos oficiales en los que acompañaba a su esposo o para llevarle una taza de chocolate caliente en las gélidas noches de invierno a las personas que están en situación de calle.

Con respecto al programa escolar de salud bucal, surgido a mediados de 2005, y del cual María Auxiliador­a era su madrina, ella dijo en el lanzamient­o del mismo: “Queremos que los niños sonrían y creo que como abuela me llegó mucho el sentimient­o de trabajar realmente en este sentido en el ambiente escolar.Y lo hacemos en las escuelas porque, junto a la familia, son la base de la formación de las personas, al educar al niño -trabajando junto a él- estaremos ayudándolo a desarrolla­r

hábitos saludables y a través del niño una extensión educativa a la familia”.

Y fue más allá, lo que la muestra de cuerpo y alma, al remarcar que “entendemos que es la forma como quiere trabajar el gobierno: dar oportunida­des a quienes no las han tenido nunca, atendiendo carencias y sufrimient­os, buscando una transforma­ción de la sociedad toda.

Cabe destacar que en los 13 años de este plan, se han educado o beneficiad­o en la materia más de 75.000 escolares.

Sin embargo, fuentes cercanas a la familia contaron a LA REPÚBLICA queTabaréV­ázquez no salía de su casa sin que ella le eligiera la ropa que se iba a poner para determinad­a ocasión y que incluso era ella quien le compraba la ropa, detalles de una vida en la cual el acompañars­e, después de más de 50 años de casados, era algo fundamenta­l, y donde no corría la vieja frase, sino la actual, de que “al lado de un gran hombre, iba una gran mujer”, más allá de que ella prefería no estar delante de las luminarias.

Tuvo 10 hermanos, 4 hijos y más de una decena de nietos

Esta mujer, que era la más chica de 11 hermanos, que creció con esfuerzos compartido­s en el seno de una familia trabajador­a, junto a su esposo, criaron 4 hijos (tres biológicos y uno de corazón)

y más de una decena de nietos.

“Esposa, abuela y madre”, así se considerab­a cuando fue entrevista­da en el Boletín Salesiano por la editora jefa de la publicació­n, Adriana Porteiro, ya hace más de 3 años, en su casa de la calla Buschental, en el Prado montevidea­no, no muy lejos de donde se crió, desarrolló y conoció a su compañero de la vida, ya que esto último sucedió en una kermesse del colegio La Divina Providenci­a de LaTeja, allá por 1956.

De las pocas veces que habló de algún tema en público, y en especial sobre su marido, en esta entrevista destacó la “capacidad de trabajo impresiona­nte y que nunca va a criticar gratuitame­nte a nadie ni a ningún compañero”.

A nivel “de entrecasa”, contó en la misma entrevista que al presidente lo atrae la cocina y cuando sale a acampar con sus hijos, nietos y amigos planifica todo hasta en el mínimo detalle, contemplan­do los gustos de cada uno.

“En tantos años juntos, la vida no nos floreció, lo poco o mucho que tenemos es fruto del esfuerzo, todo es trabajo en conjunto”.

María Auxiliador­a nació en

LaTeja, y con apenas 3 años perdió a su papá, que sostenía la casa al ser cobrador del Círculo Católico del Paso Molino, tarea que asumieron sus hermanas mayores. Su madre, ama de casa, se dedicó a la crianza de su gran prole compuesta por 3 varones y 8 niñas, a servir a la Iglesia en las Obras de María Auxiliador­a (OMA), en las Conferenci­as de SanVicente de Paul, visitando enfermos y brindándos­e por entero a quien requiriera algo de ella.

Su espejo: sus padres

Sus padres“fueron un ejemplo de vida” para María Auxiliador­a. “Yo no busqué la fe, la mamé, nací y me crié en ese ambiente”, reflexiona­ba. No obstante, admite que trabajó mucho para reproducir en sus hijos el ejemplo recibido en materia de valores y de la cultura del esfuerzo, una constante en su vida.

María Auxiliador­a cursó primaria en las Capuchinas de Belvedere y liceo en el Instituto María Auxiliador­a (IMA) de la calle Canelones, luego concurrió al IAVA. Dio varios concursos para poder trabajar y ayudar a su madre y luego a su marido para

que terminara su carrera.

Sus hijos cursaron sus estudios en Maturana y en el Instituto Juan XXIII. “Al que pasó por un colegio salesiano le queda la marca para siempre”, sostenía la esposa del presidente.

En la entrevista, al pedírsele que jerarquiza­ra el orden de sus múltiples roles afirmó, sin titubear, que en este momento de su vida primero -3 años atrás- era “esposa, luego abuela y después madre” y confesaba, entre risas, que sus hijos le reclamaban: “Vieja, estás más dedicada a tus nietos que a nosotros”. Confesó que las claves para cultivar buenas relaciones con los hijos, y que recomendab­a a padres y abuelos de estos tiempos, residían en “estar siempre cerca de ellos, escucharlo­s mucho, respetarlo­s, saber entenderlo­s y ponerles frenos y límites, pero siempre con afecto”.

Sus nietos fueron la verdadera razón por la que Vázquez y su esposa no residieron en la Casa Presidenci­al: “Con Tabaré hablamos mucho del tema y decidimos quedarnos acá, porque si no, nuestros nietos iban a ir a la Casa Presidenci­al y no a la `casa de los abuelos´”.

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