Todos y todas somos Uruguay, todos y todas somos migrantes
La Secretaría de Derechos Humanos presenta hoy campaña sobre la diversidad étnica actual de la sociedad uruguaya con fotos de nuestro compañero Carlos Lebrato.
Hoy a las 12 horas en la Torre Ejecutiva de Presidencia quedará inaugurara la muestra fotográfica “Todos/as somos Uruguay, Todos/as somos migrantes” sobre el nuevo proceso migratorio en Uruguay. El trabajo reúne un compendio de historias familiares que dan cuenta de la diversidad étnicoracial que compone la actual sociedad uruguaya. También exhiben“el valor en sí mismo de la diversidad, la convivencia, la democracia, los derechos humanos como pilares de la sociedad que queremos seguir construyendo y la imperiosa necesidad de la otredad, es decir, reconocer la existencia de otros y otras en alteridad para dar cuenta de nuestra propia identidad”.
La muestra consta de 20 fotografías realizadas por Carlos Lebrato y entrevistas desarrolladas por Julio César Bóffano y Leonard Mattioli.
El secretario de Derechos Humanos de Presidencia de la República, Nelson Villarreal Durán, explicó a LA REPÚBLICA que la muestra parte de la premisa de que “la historia de nuestros ascendientes, de toda la región y de la humanidad es un proceso de movilidad humana” y que esta “es parte de la historia que registra el valor, la tragedia, las oportunidades, la diversidad del pueblo, de los distintos pueblos en la humanidad”.
Villarreal informó que desde la Secretaría de Derechos Humanos de Presidencia, se trabajó “fuertemente” la perspectiva de “entender que la uruguayez se construyó sobre un imaginario de igualdad social, se construyó sobre un imaginario de cierta homogeneidad que dio como virtud que nadie es más que nadie, pero sin embargo constituyó una homogeneidad que desconoció la diversidad que la constituyó en el siglo XIX, a comienzos del siglo XX y, por tanto, hoy que se ve desafiada por un nuevo proceso migratorio, ahora de la región, no de otros continentes, permite reflexionar sobre lo que implica la identidad como algo abierto, de cierta movilidad constante, en la que la migración no es solo un derecho, sino que es un hecho”.
El secretario de Derechos Humanos profundizó algunos aspectos centrales vinculados a los procesos históricos. “Uruguay se constituyó a partir de aluviones diversos, en condiciones muy distintas. No es lo mismo los aluviones migratorios, transatlánticos que se produjeron por la esclavitud desde África, los que tienen carácter migratorio económico o político o aquellos que vinieron a comerciar, o los que hoy se están dando en la región por distintos factores. Es ahí entonces que vale reflexionar a través del testimonio de 20 personas que expresan esa diversidad étnica que nos ha constituido, nos constituye y nos deja abiertos a lo que podemos llamar la otredad. Somos con los otros, somos con las otras y no podemos pensar la identidad como algo estático, sino que es algo profundamente dinámico”. Al respecto, Villarreal Durán apuntó que la cultura uruguaya “en su condición de igualdad social básica instala que un proceso que no es menor, pero también dejó de percibir esa diversidad que hoy se ve desafiada por los que llegan de otros lugares. El valor en sí mismo de la diversidad, de la convivencia, de la democracia, de los derechos humanos, constituyen nuestra identidad y reclama una práctica y una reflexión constante para enfrentar la discriminación, la xenofobia, el racismo, que estamos viendo en el mundo en este momento, que estamos viendo en la región”.
“Allá era muy uruguaya y acá soy muy sueca”
Karina, Diego, Jacinta, Carolina, Matilde, son algunas y algunos protagonistas de la muestra que se inaugura hoy. Les presentamos aquí la historia de Carolina Poloni:“Mi abuela era descendiente de afros, criollos e indígenas”. Vivía en Santana do Livramento, con un sinnúmero de hermanos. Sus padres se la dieron a una familia de estancieros para que la criara. Cuando cumplió 18 años la familia la envió a Montevideo. A la vez, quien sería mi abuelo, también se vino a Montevideo. Aquí educaron a mi madre de manera muy tradicional. La enviaron a un colegio católico en donde aprendió todo lo que se supone que una mujer debía hacer en esa época. Pero mi madre se escapó de esa vida, junto a su pareja, mi padre, un nieto de italianos y alemanes. Él huía de la persecución de la dictadura, que había apresado a mis abuelos paternos y mantendría a mi abuelo paterno 14 años preso, y a mi abuela, uno. Mis padres se casaron en Río de Janeiro, y viajaron como refugiados a Suecia. El 25 de agosto de 1982, en la ciudad de Malmo, nací yo.
Viví una niñez plena y hermosa en un barrio de inmigrantes, Rosengard. Cuando tenía 14 años nos vinimos a Médanos de Solymar. Mis padres siempre decían que querían volver, y para mí fue un impacto muy grande. No encontraba mi lugar y, al cumplir los 18, volví a Suecia, donde estuve 5 años y regresé. Allá era muy uruguaya y acá soy muy sueca.
Conseguí trabajo en una Zona Franca gracias a que hablo varios idiomas, pero Uruguay es difícil para los inmigrantes. Con el tiempo, terminé el liceo y trabajé de bartender mientras comenzaba a estudiar profesorado de inglés en el IPA. Hoy trabajo como docente y me quedan los últimos exámenes”.