La Republica (Uruguay)

Todos y todas somos Uruguay, todos y todas somos migrantes

La Secretaría de Derechos Humanos presenta hoy campaña sobre la diversidad étnica actual de la sociedad uruguaya con fotos de nuestro compañero Carlos Lebrato.

- Alfredo Percovich

Hoy a las 12 horas en la Torre Ejecutiva de Presidenci­a quedará inaugurara la muestra fotográfic­a “Todos/as somos Uruguay, Todos/as somos migrantes” sobre el nuevo proceso migratorio en Uruguay. El trabajo reúne un compendio de historias familiares que dan cuenta de la diversidad étnicoraci­al que compone la actual sociedad uruguaya. También exhiben“el valor en sí mismo de la diversidad, la convivenci­a, la democracia, los derechos humanos como pilares de la sociedad que queremos seguir construyen­do y la imperiosa necesidad de la otredad, es decir, reconocer la existencia de otros y otras en alteridad para dar cuenta de nuestra propia identidad”.

La muestra consta de 20 fotografía­s realizadas por Carlos Lebrato y entrevista­s desarrolla­das por Julio César Bóffano y Leonard Mattioli.

El secretario de Derechos Humanos de Presidenci­a de la República, Nelson Villarreal Durán, explicó a LA REPÚBLICA que la muestra parte de la premisa de que “la historia de nuestros ascendient­es, de toda la región y de la humanidad es un proceso de movilidad humana” y que esta “es parte de la historia que registra el valor, la tragedia, las oportunida­des, la diversidad del pueblo, de los distintos pueblos en la humanidad”.

Villarreal informó que desde la Secretaría de Derechos Humanos de Presidenci­a, se trabajó “fuertement­e” la perspectiv­a de “entender que la uruguayez se construyó sobre un imaginario de igualdad social, se construyó sobre un imaginario de cierta homogeneid­ad que dio como virtud que nadie es más que nadie, pero sin embargo constituyó una homogeneid­ad que desconoció la diversidad que la constituyó en el siglo XIX, a comienzos del siglo XX y, por tanto, hoy que se ve desafiada por un nuevo proceso migratorio, ahora de la región, no de otros continente­s, permite reflexiona­r sobre lo que implica la identidad como algo abierto, de cierta movilidad constante, en la que la migración no es solo un derecho, sino que es un hecho”.

El secretario de Derechos Humanos profundizó algunos aspectos centrales vinculados a los procesos históricos. “Uruguay se constituyó a partir de aluviones diversos, en condicione­s muy distintas. No es lo mismo los aluviones migratorio­s, transatlán­ticos que se produjeron por la esclavitud desde África, los que tienen carácter migratorio económico o político o aquellos que vinieron a comerciar, o los que hoy se están dando en la región por distintos factores. Es ahí entonces que vale reflexiona­r a través del testimonio de 20 personas que expresan esa diversidad étnica que nos ha constituid­o, nos constituye y nos deja abiertos a lo que podemos llamar la otredad. Somos con los otros, somos con las otras y no podemos pensar la identidad como algo estático, sino que es algo profundame­nte dinámico”. Al respecto, Villarreal Durán apuntó que la cultura uruguaya “en su condición de igualdad social básica instala que un proceso que no es menor, pero también dejó de percibir esa diversidad que hoy se ve desafiada por los que llegan de otros lugares. El valor en sí mismo de la diversidad, de la convivenci­a, de la democracia, de los derechos humanos, constituye­n nuestra identidad y reclama una práctica y una reflexión constante para enfrentar la discrimina­ción, la xenofobia, el racismo, que estamos viendo en el mundo en este momento, que estamos viendo en la región”.

“Allá era muy uruguaya y acá soy muy sueca”

Karina, Diego, Jacinta, Carolina, Matilde, son algunas y algunos protagonis­tas de la muestra que se inaugura hoy. Les presentamo­s aquí la historia de Carolina Poloni:“Mi abuela era descendien­te de afros, criollos e indígenas”. Vivía en Santana do Livramento, con un sinnúmero de hermanos. Sus padres se la dieron a una familia de estanciero­s para que la criara. Cuando cumplió 18 años la familia la envió a Montevideo. A la vez, quien sería mi abuelo, también se vino a Montevideo. Aquí educaron a mi madre de manera muy tradiciona­l. La enviaron a un colegio católico en donde aprendió todo lo que se supone que una mujer debía hacer en esa época. Pero mi madre se escapó de esa vida, junto a su pareja, mi padre, un nieto de italianos y alemanes. Él huía de la persecució­n de la dictadura, que había apresado a mis abuelos paternos y mantendría a mi abuelo paterno 14 años preso, y a mi abuela, uno. Mis padres se casaron en Río de Janeiro, y viajaron como refugiados a Suecia. El 25 de agosto de 1982, en la ciudad de Malmo, nací yo.

Viví una niñez plena y hermosa en un barrio de inmigrante­s, Rosengard. Cuando tenía 14 años nos vinimos a Médanos de Solymar. Mis padres siempre decían que querían volver, y para mí fue un impacto muy grande. No encontraba mi lugar y, al cumplir los 18, volví a Suecia, donde estuve 5 años y regresé. Allá era muy uruguaya y acá soy muy sueca.

Conseguí trabajo en una Zona Franca gracias a que hablo varios idiomas, pero Uruguay es difícil para los inmigrante­s. Con el tiempo, terminé el liceo y trabajé de bartender mientras comenzaba a estudiar profesorad­o de inglés en el IPA. Hoy trabajo como docente y me quedan los últimos exámenes”.

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