Células sordas y manipuladoras originan el cáncer
Las células normales obedecen a las señales que reciben de nuestro organismo que les dicen cuándo dividirse, cuándo mantenerse latentes y cuándo morir. Así, una célula sana puede dividirse y dar lugar a células hijas idénticas, a las que transmite esta información y que, por tanto, responderán y se comportarán de la misma manera que ella.
Sin embargo, en algunas ocasiones, la información contenida en estas células puede sufrir alteraciones que las vuelven insensibles a estas señales de control. Estas modificaciones, conocidas como mutaciones, pueden ser producidas por factores ambientales, como la exposición a ciertos químicos, genéticos o tener un origen desconocido. En cualquier caso, las mutaciones provocan que estas células se vuelvan sordas a las señales de control de nuestro organismo y comiencen a dividirse de forma descontrolada. Se convierten así en lo que conocemos como células tumorales, que forman unas estructuras que denominamos tumores. Si estos tumores son malignos, dan paso al cáncer.
Por otro lado, si las células cancerosas son anormales, nuestro sistema inmunológico debería detectarlas como dañinas y destruirlas. Sin embargo, los tumores pueden camuflarse y evitar ir a la reunión de vecinos. Así, consiguen escapar de nuestras defensas mediante la emisión de señales que los vuelven invisibles ante el sistema inmunológico. Un ejemplo de guerra de información y desinformación en toda regla.