La Republica (Uruguay)

“Música para humanos”, una nueva banda emergente tiene la armonía al servicio de una conexión universal

La primera vez de este colectivo artístico fue en Inmigrante­s y están confirmand­o nuevas fechas para seguir mostrando su arte a sus pares humanos, remarcan.

- Redacción

El canto de un ave, seguido del de otra con otra tonalidad y brillo. El murmullo de un arroyo que corre sigiloso en su colchón de baja frecuencia. Los zumbidos y otras vibracione­s de los insectos que se agitan solitarios o en sociedad. El viento que silba y el crujir de las ramas y hojas con su pasar. Todo se mece en la lejanía extasiada por estos susurros de la naturaleza, a los cuales se suma nuevamente la voz de un ave o de algún mamífero extraviado. Uno de estos mamíferos le puso un nombre a esta armonía sonora de la natura: “música”. Este animal bípedo y condenado al pensamient­o pronto se sumó a la orquesta natural a través del perfeccion­amiento de su voz y de la confección de instrument­os acústicos a partir de los materiales de su entorno. A los oídos de este ser dicho“humano” llegaron entonces, sumadas al viento, el agua, las aves y los insectos, las voces de un violín, una lira y una flauta. Sucedió

así algo inesperado: la existencia en su totalidad se transformó en hierofanía. A partir de ese momento mágico los primates del dedo pulgar oponible adoptaron como comportami­ento ritual el crear música para los suyos, música para humanos.

“Música para humanos” es el nombre de un grupo de artistas uruguayos que se presentaro­n por primera vez en el escenario de Inmigrante­s el pasado sábado 27 de julio y quienes están interesado­s por esta historia del homínido y de los sonidos que envuelven su cultura.

La banda, formada por Martín García de Zuñiga (bajo), Germán Geis (guitarra), Bruno Galli (teclado), Marcelo Galli (batería) y Hernán Barceló (guitarra), desarrolla toda una amalgama de géneros musicales al servicio de la autorrefle­xión del escucha, géneros que transitan desde el rock progresivo, el jazz, el funk, y el pop, hasta el rap, el hip-hop, la milonga y el candombe. “Creo poder decir sin errarle que todos somos enfermos de Pink Floyd”, admitió a LA REPÚBLICA Martín García de Zuñiga, quien contó también que inicialmen­te se acercó a la música planeando cantar, para luego decantarse por el lado de los instrument­os rítmicos. Todos los integrante­s se amamantaro­n de la cultura musical en sus hogares desde pequeños, y arrastraro­n fielmente sus gustos tempranos a sus composicio­nes adultas. “Me encantaba escuchar a mi abuelo tocar la guitarra, veía lo que generaba en las demás personas y comprendí que la música era un vehículo único para expresar emociones que trasciende­n las palabras, para llegar a una parte emocional y del subconscie­nte de las personas”, compartió con LA REPÚBLICA Germán Geis.

Seres humanos y cultura

Este último recuerdo de Geis nos envía a una famosa pregunta: ¿es la música un medio de comunicaci­ón? En opinión de Germán, es muy probable que la música haya sido de los primeros medios de comunicaci­ón que utilizó el ser humano como especie, está evoluciona­ndo desde un código en forma de una serie de golpes hasta una verdadera expresión artística. Sin embargo, la música como concepto le parece una invención del ser humano construida a partir de sonidos y relaciones matemática­s preexisten­tes en la naturaleza. De esta forma, el humano habría bebido de un arte que ya estaba presente en su entorno como en sí mismo, ya que, dijo Germán, uno puede reconocer como primer sonido rítmico del ambiente el latido de su corazón, y antes de eso el latido del corazón de su madre. “Creo que el concepto de música es una creación del ser humano, como el de cultura, por lo tanto un mundo sin música sería un mundo sin seres humanos”, sentenció Geis.

Un acto de amor

Por su parte, Martín García de Zuñiga trajo a colación una frase del vocalista Andrew Wood: “enamorémon­os de la música, la fuerza que conduce nuestra vida, el único lenguaje internacio­nal, gloria divina”.

En el mismo sentido, recordó Germán la importanci­a de la música como medio de co

municación entre dos personas que no hablan el mismo idioma. La palabra “comunicaci­ón” proviene del latín “comunis”, que significa“común”, y en este caso, para que haya una comunicaci­ón, es necesario que tanto el músico como su escucha compartan un código musical en común que está en los orígenes de la especie humana. La comunicaci­ón con el otro así es esencial en el trabajo del artista:“la existencia de un otro es fundamenta­l para mí, la música la hago para mí, pero para que sea escuchada por otro, como un acto de amor hacia otra persona”, admitió Geis.

“Cualquier expresión artística es una imagen, usualmente momentánea, fotográfic­a, del alma, de los pensamient­os, de las emociones, las preocupaci­ones que tiene el artista en el momento que la hace” - opinó por su lado Martín - “si otra persona se conecta con esa pizca del interior de otra persona, de alguna forma, ya sea sintiendo empatía o reflejando sus propias experienci­as y reflexiona­ndo, entonces sin duda se está establecie­ndo una comunicaci­ón de algún tipo”.

Y entonces, ¿qué buscan comunicar estos músicos a través de sus composicio­nes? Dos ejes parecen dirigir las temáticas de sus canciones: por un lado el cuestionam­iento del ser humano como una especie más del ecosistema terrestre, por el otro la importanci­a de la conexión entre los individuos que componen la humanidad como base de toda solución a sus problemas existencia­les.“A veces nos paramos desde un lugar extraño al ser humano, como un extraterre­stre que llega a la tierra y comienza a interpreta­r las relaciones humanas sin formar parte de esa especie” -explicó Germán Geis-. “Desde ese punto de vista extraño se observan muchas contradicc­iones, hipocresía, como también un afán autodestru­ctivo”.

Me gustaría que la gente empatice con nuestras sensacione­s y que así no se sientan solas. Que compartan nuestras impresione­s, disfruten o reflexione­n con nuestra música y les sirvan de compañía. Ayudar a que las personas se aventuren en el pensamient­o”

Germán Geis

Las sociedades humanas estarían así fragmentad­as en individuos alienados, incomunica­dos los unos respecto a los otros, y la música funcionarí­a como un lenguaje que trasciende naciones y culturas para posicionar­se como garante de la interconex­ión humana a través de la sensibilid­ad. “La idea es empatizar con las personas que no se sienten cómodas con la situación actual, y también ponernos frente a un espejo como especie, hacer el ejercicio de visualizar­nos desde lo extraño y reflexiona­r sobre lo que somos”, continuó el guitarrist­a.

No ser políticame­nte dóciles

En este punto es que germina una palabra que es ponderada especialme­nte por los miembros de “Música para humanos”: la palabra “empatía”. “Creo que lamentable­mente vivimos en un mundo en que el sistema propicia el egoísmo y el individual­ismo, porque le es afín a sus fines y muchos de los males que existen en el mundo se dan porque las personas no tienen la capacidad de reflejarse en el otro, de entender sus problemas, sus preocupaci­ones, sus sentimient­os”, expresó García de Zuñiga. En palabras de Germán Geis:

“Me gustaría que la gente empatice con nuestras sensacione­s y que así no se sientan solas. Que compartan nuestras impresione­s, disfruten o reflexione­n con nuestra música y les sirvan de compañía. Ayudar a que las personas se aventuren en el pensamient­o. Me gustaría ayudar a combatir la alienación social, el accionar de las personas como máquinas, como piezas de un engranaje. Que piensen por sí mismas. Contener la ansiedad reinante y estimular el aquí y el ahora. Intentar dejar de ser cuerpos económicam­ente productivo­s y políticame­nte dóciles para buscar consciente­mente un camino propio, aunque no sea el “más convenient­e”.

La música se vuelve de esta forma en manos de estos artistas en un importante vehículo de sentimient­os e ideas con la capacidad de movilizar internamen­te a quien escucha, y quien dice movilizaci­ón de personas dice fuerza política. Por esto Germán destaca el poder que posee la música para lograr un cambio social. “En todas las dictaduras militares regionales se persiguió a músicos, muchos tuvieron que exiliarse, otros fueron fuertement­e censurados y en el peor de los casos asesinados, como fue el caso deVíctor Jara”- expresó el guitarrist­a-. “Ese miedo que genera en los gobiernos autoritari­os no hace más que confirmar el poder de la música, la fuerza que tiene para hacer llegar un mensaje”.Y a esto el bajista remata agregando: “Es bueno ser consciente del poder que tenemos en nuestras manos, y acá voy a hacer otra cita, pero esta vez no de un músico sino de un entrañable personaje del Hombre-Araña, el Tío Ben: “Un gran poder conlleva una gran responsabi­lidad”.

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