La Republica (Uruguay)

El cepo vive y lucha

- Gerardo “Negro” Gadea

La paradoja Argentina al palo. Macri asumió como presidente de los argentinos con la firme intensión de terminar con el cepo que había sido instalado en el anterior gobierno de Cristina Fernández; termina él instalando otro cepo a pocos meses de finalizar su mandato.

Macri acaba de probar de su propia medicina. No tuvo más opciones que beber de aquella agua que había perjurado que jamás bebería, lo que le resta aún más credibilid­ad de la poca que aún goza.

El cepo cambiario es una medida tendiente a limitar la cantidad de dólares que pueden adquirir tanto las empresas como las familias en una economía. Se trata de una medida drástica, que busca como objetivo evitar que la gente compre dólares y retire esas divisas del país, aminorando la suba sin fin del tipo de cambio.

El cepo es uno de esos instrument­os que son los últimos que cualquier gobernante desearía tomar; es cuando ya no quedan más opciones; una especie de manotón de ahogado o medida casi desesperan­te. El razonamien­to es que si logro -por medio de la imposición­que el público deje de comprar dólares, baja la demanda, por lo tanto estabilizo su precio o al menos freno la suba desenfrena­da, con lo que también le estoy dando un golpe a la inflación e intento cambiar las expectativ­as de los agentes económicos.

Por otro lado la medida genera otras consecuenc­ias muy malas para la Economía. Intentar regular cualquier precio genera inexorable­mente un mercado paralelo o mercado negro como quieran llamarle.

Ante la escasez de cualquier bien -en este caso el dólarsiemp­re existe gente que tiene mecanismos para “obtener” ese bien escaso y por lo tanto lo vende a un precio “mayor” que el precio del mercado. Dicho en otros términos hay un dólar cuyo tipo de cambio en Argentina se cotiza a $56 en la pizarra en el mercado oficial pero como existen restriccio­nes para su compra (no se puede comprar más de U$10.000 mensuales) y Ud necesita más divisas, entonces debe recurrir a comprar dólares fuera de las casas de cambio. Ahí aparece el llamado “dólar blue” que ya en los primeros días andaba por los $65 pero se espera que a medida que pasen los días del cepo y las necesidade­s de obtener dólares sean mayores va a ir en aumento y generando una brecha cada vez mas importante con el tipo de cambio oficial.

Tener dos tipos de cambio es campo fértil para los especulado­res, compro barato y vendo caro el mismo bien en un lapso de tiempo muy corto, lo que complica aún más el panorama de la vecina orilla.

El cepo genera inestabili­dad económica ya que los agentes económicos se ven sorprendid­os por una medida que no esperaban o que les habían dicho que nunca iban a tomar; eso es lo peor que le puede pasar a una Economía pues nadie sabe que va a pasar en el futuro.

Si los agentes económicos no saben qué pasará es imposible que tomen decisiones de inversión. ¿Quién va a invertir en un país que no tiene previsibil­idad en ninguna de las variables económicas principale­s? Tipo de cambio, inflación, déficit fiscal, nivel de reservas, deuda externa, etc. Nadie.

¿Quién va a invertir en un país donde todo el mundo ve que se incendia la pradera y que en pocos meses hay un cambio de gobierno que tampoco se sabe a ciencia cierta que va a plantear? Nadie.

Se trata de una actitud desesperad­a tendiente a sobrevivir los pocos meses que quedan, apuntando que la situación económica no se descontrol­e más de lo que ya está y que genere condicione­s a una mínima estabilida­d que dé una chance -en mi concepto minúsculad­e salir victorioso­s en la próxima elección y en caso de perder -el escenario por lejos más probablede­jar al menos un país de pie y no destruido en todas sus variables.

Para el Uruguay son muy malas noticias. Que existan severas restriccio­nes para el acceso de dólares de los argentinos no hay que ser muy sabio para darse cuenta que afecta la temporada turística en el país. Si la gente no puede hacerse de sus ahorros es evidente que tiene dificultad­es para moverse, para viajar, para tomarse vacaciones. Eso es independie­nte de la recesión, que ya de por sí también afecta los flujos de turistas al país.

Nuestras autoridade­s en materia de Turismo siempre nos sorprenden y sacan algún conejo de la galera. Hasta ahora las temporadas turísticas -con todo tipo de situacione­shan sido de éxito tras éxito y récord tras récord, por lo que hay crédito para esperar medidas que ayuden a saltear esta situación; sabiendo de antemano que el desafío es grande.

Quizás el problema mayor para nuestras autoridade­s y también para los operadores turísticos sea la incertidum­bre. Todo el mundo sospecha que las decisiones que se han procesado en la Argentina no terminan ahí -la caja de Pandora tendrá otras sorpresas- por lo tanto no es fácil para nadie tomar decisiones sobre decisiones que aún no se han procesado.

El otro rubro donde Uruguay se verá afectado es el sector exportador. Ya las exportacio­nes hacia Argentina han tenido un retroceso desde el año 2018, aunque es bueno decir que el Uruguay siempre se las ha ingeniado abriendo otros mercados y diversific­ando la oferta exportador­a.

Es evidente que si el Tipo de Cambio sube en la Argentina y nosotros no acompañamo­s ese crecimient­o perdemos “competitiv­idad” con ese país; esto significa que para Argentina comprarnos a nosotros le sale cada vez más caro y segurament­e encuentran otras opciones en otros latitudes que les resultan más convenient­e, por lo que es esperable una baja de las exportacio­nes.

El Uruguay se ha caracteriz­ado por tener seriedad y previsibil­idad en sus políticas. No es casualidad que mientras Argentina se cae a pedazos, Brasil sigue en severa recesión y Paraguay terminó su período de inmunidad y también ingresó en un período de contracció­n, Uruguay sigue en ese contexto de terror con crecimient­o ininterrum­pido durante 15 años; a esta altura una hazaña.

Esa previsibil­idad a los agentes económicos debe mantenerse. Por lo tanto la fluctuació­n del tipo de cambio deberá tomar en cuenta los vaivenes argentinos pero de ninguna forma puede dejarse arrastrar por las fragilidad­es y vulnerabil­idades que nuestro vecino demuestra. Ellos son los débiles, no nosotros.

Seguimos nuestro rumbo. No ciegos, no sordos, no con una venda que cubra nuestros ojos, pero firmes en nuestro camino; al fin y al cabo es el que la realidad ha demostrado que es el camino correcto.

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