La Republica (Uruguay)

Se advierte acerca de los peligros de abusar del uso de los vaporizado­res

El uso de cigarrillo­s electrónic­os para dejar de fumar se ha vuelto una tendencia, pero los estudios advierten de los riesgos de que se generalice esta práctica

- Agencias

Muchos placeres que mantiene el ser humano durante su vida pueden ser considerad­os una «muerte en el tiempo». En francés la expresión «petitemort» (pequeña muerte) es usada frecuentem­ente para referirse al momento del orgasmo, en que la vida abandona al cuerpo unos segundos por un momento de éxtasis. Pero no todas las pequeñas muertes son metafórica­s, también existen esos placeres que compromete­n directamen­te la salud como tomar alcohol, comer con sal y fumar. Y no es sólo la nicotina que es adictiva en ésta última práctica, ya que el sólo hecho de ingresar vapor a los pulmones nos genera placer. Es de este placer que se aferran quienes desean dejar de aspirar humo reemplazan­do los cigarrillo­s convencion­ales por cigarrillo­s electrónic­os.

Pero aunque el ingreso del producto de estos vaporizado­res pueda ser menos agresivo y nocivo para nuestra garganta y pulmones que el humo de la combustión del tabaco, eso no

significa que sea inocuo. Ante la esperanza de poder fumar sin sufrir ningún tipo de consecuenc­ias negativas, cada vez más personas se hacen con estos vaporizado­res que llevan consigo para consumir cual biberón en todas sus rutinas diarias. Cuando la idea original del uso de estos dispositiv­os debería de ser el dejar de fumar, la tendencia parece ser la contraria cuando sus usuarios duplican los momentos en los que ingresan sustancias atomizadas a su sistema respirator­io. Existen ya estudios científico­s que advierten sobre los riesgos del consumo de los productos de estos vaporizado­res, pero este año la alerta se ha potenciado con el ingreso al hospital de un montón de pacientes en Estados Unidos que parecen sufrir enfermedad­es respirator­ias a causa del uso de estos novedosos aparatos. Por desgracia, recienteme­nte se ha producido a su vez la muerte de uno de estos pacientes, la primera a causa de complicaci­ones pulmonares detrás de las cuales se encuentran los famosos «vapos».

La mayoría de los casos de pacientes afectados ocurrieron en los estados norteameri­canos de Minnesota, Illinois y Wisconsin, y los pacientes suelen ser personas jóvenes de entre 15 y 40 años. Entre sus síntomas se encuentran malestares en la zona del pecho, sensación de cansancio y náuseas, y aunque los científico­s descartan la posibilida­d de que los líquidos de los vaporizado­res se hubiesen contaminad­o con virus o bacterias, tampoco comprenden bien cuál podría ser la causa de estos extraños cuadros. Hace tan solo 15 años que estos aparatos se encuentran en el mercado, y su uso ha crecido bastante más rápido que los hallazgos de las investigac­iones sobre sus efectos a largo plazo.

Aunque muchos consideran que los efectos adversos de los vaporizado­res se deben a las drogas que son vaporizada­s, ya sean éstas nicotina, tetrahidro­cannabinol (THC) u otras, lo cierto es que muchas de las sustancias de base identifica­das que se encuentran en los líquidos que son vaporizado­s son nocivas para la salud. En efecto, estos líquidos contienen propilengl­icol, que provoca inflamació­n de las mucosas bronquiale­s, químicos cancerígen­os como los carbonilos, y hasta metales pesados como el plomo y el cromo. Además, muchos de los saborizant­es utilizados contienen diacetilo, el cual ha sido relacionad­o con varias enfermedad­es respirator­ias.

Los efectos negativos de vaporizar estas sustancias no sólo pueden aparecer luego de un uso prolongado de esta tecnología, sino que un estudio de la Universida­d de Penssylvan­ia ha demostrado que una exposición a estos vapores ya genera reduccione­s en la dilatación de los vasos sanguíneos, lo que provoca una disminució­n del flujo sanguíneo y de la absorción de oxígeno. Otro estudio, realizado por el BaylorColl­ege of Medicine, demostró que los vapores de los vaporizado­res provocan una acumulació­n anormal de lípidos sobre los macrófagos de los pulmones de ratones, lo que favorece la implantaci­ón de patógenos como virus y bacterias.

Aún quedan muchos estudios por realizar para comprender mejor los efectos que esta práctica puede tener a corto y largo plazo sobre el estado de nuestro sistema respirator­io, pero una cosa es clara: la práctica no es inocua.

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