La Republica (Uruguay)

El amor es más fuerte

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Este miércoles, Kelvin Cal bailará tango en Paris junto a su novia y pareja de baile, Camila Rocha. Ella fue quien le insistió que aprendiera a bailar para poder acompañarl­a. “Yo nunca tuve nada que ver con el baile, es más, siempre fui malísimo, muy duro”. Kevin vive en Capurro, trabaja en una fábrica metalúrgic­a y nunca pero nunca jamás imaginó que algo así podía suceder en su vida. “Mi papá siempre trabajó en la construcci­ón y mi mamá en fábricas como Fripur y Pescamar, por lo que no provengo de una familia de artistas que me hayan influencia­do”. Por el contrario, lo que aprendió de su papá fue el oficio y de su mamá la capacidad de trabajar duro para salir adelante. A los catorce años Kevin comenzó a trabajar en la construcci­ón hasta que más recienteme­nte, dos años atrás, se incorporó a una empresa metalúrgic­a.

El joven bailarín llegó a la prueba de admisión igual que Martín Inthamouss­u unos cuantos años atrás. Nervioso y en un viaje en ómnibus que se le hizo eterno. “Veía a esa gente en el salón y me preguntaba a mi mismo qué hacía ahí”. En realidad lo que hacía allí es simple de explicar, estaba cumpliendo un deseo de Camila. Ella egresó de ballet en 2014 y siempre quiso bailar con su gran amor. Dicen que ella siempre supo que algún día bailarían juntos. Lo que tal vez nunca imaginó es que sucedería en París, una de las ciudades más románticas del mundo. “Todo esto es como un sueño, todo empezó un día que íbamos a un casamiento y Camila ya estaba con el vestido puesto y la abracé como para bailar tango, y a partir de ahí no paró de insistirme que tenía que ir a aprender hasta que lo hice por ella”. Ahora, “estoy fascinado, no lo puedo creer, me encanta, lo disfruto a morir, siento una adrenalina impresiona­nte cada vez que piso un escenario y me parece que el tiempo pasa volando y que el baile se termina demasiado rápido”.

Como todo comienzo, no fue sencillo. Sentía que no era su lugar, que su postura era mala y que su trabajo lo había hecho un tipo duro. “Sentía vergüenza que me vieran afuera y adentro”. Sus compañeros de la metalúrgic­a no escatimaro­n bromas cuando supieron que Kevin iba a bailar en el Sodre. Con un poco de trabajo en el PhotoShop, le agregaron un tutú de ballet a una foto suya y la colgaron en una pared a modo de chanza. “Ahora son mi club de fans (risas), me ayudan a no aflojar cuando ven que estoy cansado y estresado y me piden que cuando baile en Francia les mande fotos y mensajes, tremendos”. Los días previos al viaje rumbo a París han sido intensos para Kelvin y los suyos. “El dueño de la empresa en la que trabajo se ha portado muy bien, él y mis compañeros me ayudaron para que no me pierda los últimos ensayos y la verdad que todo ese apoyo ha sido muy importante para mí”.

Las horas pasan volando y tan solo resta armar la valija. “Pienso en mi chuequera, en que mi cuerpo estaba duro y no puedo creer todo lo que aprendí en la escuela. La verdad estoy muy emocionado. Hoy veníamos en el ómnibus con Camila, repasando todo lo que estamos viviendo y ella se emocionó. Le dije que no llorara porque en realidad ella está cumpliendo un sueño. Yo en realidad empecé a bailar por ella, no lo hago ni por el título, ahora lo hago por el placer de poder bailar, por acompañarl­a y poder andar con ella y no necesariam­ente en un escenario en París, puede ser en una milonga acá nomás, porque lo que quiero es que podamos disfrutar como pareja y poder bailar juntos”.

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