La Republica (Uruguay)

Tamara García: “La represión, el punitivism­o y las botas en la calle no son la solución”

La referente del Departamen­to de Jóvenes del PIT-CNT reflexiona sobre el rol de las nuevas generacion­es en defensa de la agenda de derechos y la importanci­a que la Marcha de la Diversidad sea “una demostraci­ón masiva contra la reforma”.

- Alfredo Percovich

Desde ayer la Plaza Independen­cia es una fiesta de la diversidad. La celebració­n es por la libertad, por haber logrado visibilida­d, porque porfiadame­nte han logrado romper tabúes, sumar más y más gente a cada convocator­ia, incorporan­do voluntades, sorprendie­ndo al mundo por la masividad y el compromiso de las nuevas generacion­es que se fueron sumando a quienes vienen desde épocas duras, donde la represión lo invadía todo, las razzias eran celebradas con el nauseabund­o“algo habrán hecho”y siempre pero siempre, prometían volver por más. Hoy el sol lo invade todo y los colores de la diversidad acarician el aire. Pero no todo es una postal para Instagram. La Marcha de la Diversidad que partirá esta tarde a las 19 horas desde la Plaza Independen­cia, saldrá a defender las conquistas en materia de derechos y a dar batalla contra la represión de los sables y las botas. Al clóset nunca más no es meramente una consigna. Es una decisión de vida. Que el miedo no es la forma es algo que lo saben mejor que nadie quienes sufrieron de manera más brutal la discrimina­ción, la violencia, la persecució­n y el punitivism­o. Hablemos de ello. La referente del Departamen­to de Jóvenes del PIT-CNT, Tamara García, considera que la juventud tiene un “mandato biológico” de salir a las calles a militar.

¿Se puede sostener que para las y los jóvenes salir a las calles es casi un compromiso con la historia?

Creo que la juventud tiene una especie de mandato biológico que se traduce en salir a dar batallas militantes, pararse desde la rebeldía y siempre querer mover las estructura­s. Eso tan nuestro de querer rebelarnos. Esa es una mirada coincident­e que tenemos desde el Departamen­to de Jóvenes. Entendemos que con la lucha histórica de los colectivos y de los espacios se ha generado una naturaliza­ción para las nuevas generacion­es, entonces es lógico que precisamen­te a las nuevas generacion­es les choque ciertas avanzadas reaccionar­ias y represivas y que tengan una sensibilid­ad especial por las cuestiones sociales. En algunos otros momentos de la historia fueron otras las luchas, que si bien estaban relacionad­as a pelear contra las desigualda­des y por una sociedad mejor, se entendía que el paradigma que reinaba en la lucha iba por otro lado. Hoy en día, y personalme­nte creo tiene mucho que ver la caída del Muro de Berlín, se tienen que buscar nuevos horizontes. El punto final es el mismo. Nosotros queremos una sociedad sin explotados y sin explotador­es, lo podemos decir con esta terminolog­ía o podemos decir que queremos una sociedad igualitari­a, una sociedad con justicia. El tema es ver cuáles son los lugares donde nos sentimos más cómodos y cómodas para poder militar. No es una lógica solamente uruguaya, correspond­e a todo un proceso que está sufriendo el mundo, que viene de la mano la globalizac­ión y que genera que lo que pasa a un joven o a cualquiera que esté sufriendo a miles de kilómetros, lo podemos sentir como propio porque el acceso a la informació­n es inmediato. Eso nos da espacio para discutir y problemati­zar otras cosas. Yo creo que la meta que la juventud está buscando es exactament­e la misma que buscaba históricam­ente, una sociedad igualitari­a. El tema es cuáles son los focos que estamos apuntando para dar ciertas discusione­s y ciertas peleas. En este momento lo que está en agenda tiene que ver con la igualdad de varones y mujeres y lo que tiene que ver con la igualdad de todas las disidencia­s sexuales y claramente quienes han tomado gran protagonis­mo son los colectivos LGBT y el movimiento feminista.

En relación de esa búsqueda de una sociedad igualitari­a y pensando en la consigna de la marcha de hoy, ¿Qué tanto preocupa el ascenso de movimiento­s de ultraderec­ha y el uso público de un discurso fascista en la región y el mundo?

Creo que hay elementos que tienen que ver con el proceso político que va a vivir nuestro país y la juventud no es ajeno a ello. Cuando en el Congreso del PIT-CNT se da la discusión de cuál era el análisis de la coyuntura, si bien las mayorías entendimos que habían dos proyectos de país, que uno era de retroceso y reaccionar­io y el otro era un proyecto para seguir profundiza­ndo los cambios, no todos estuvieron de acuerdo. Lo mismo pasa en los espacios juveniles. Dentro del movimiento estudianti­l vemos las mismas discusione­s que tuvimos en el PIT-CNT, se están dando y son lógicas por el momento de elecciones. De todos modos, hay una realidad general y es que no queremos a Bolsonaro, no queremos a Macri, no queremos el neoliberal­ismo y no queremos la represión. Después está la cuestión de entender si el proyecto en el que estamos es el que tenemos que continuar y ahí los consensos no son tales.

Existe una preocupaci­ón que tiene que ver con el fascismo, pero no podría decir que hay una lectura hegemónica al respecto, sino en realidad tiene mucho que ver en el espacio en que una pueda estar militando, que es parte de lo que la juventud intenta construir, intentamos construir ciertas horizontal­idades en los espacios y eso también lleva a respetar la diversidad que existe tratando de mantener la unidad, que eso es propio también del PIT-CNT, eso es así en general a nivel social.

¿Por qué crees que las movilizaci­ones emblemátic­as en nuestro país como la Marcha del Silencio, la del 8 de marzo y la Marcha de la Diversidad están repletas de jóvenes?

Evidenteme­nte los años de gobierno progresist­a han generado otras condicione­s para que quienes somos más jóvenes podamos salir a dar las peleas, eso también te permite cierta apertura. Creo que hay un sesgo generacion­al bastan

te importante, que también contradice eso que por ahí se dice de que los y las jóvenes no queremos hacer nada o que no estamos interesado­s en nada. Ahí está la prueba principal de que estamos interesado­s e interesada­s, queriendo hacer cosas.

De todos modos, me resulta difícil responder esa pregunta porque yo también tengo un sesgo generacion­al. Para mi salir a la calle a la Marcha de la Diversidad, ir a la Marcha del Silencio o cada 8 de marzo, es algo natural. Imagínate, yo que tengo casi 30 años, pensémoslo en generacion­es mucho más jóvenes, pensemos en gurisas que recién tienen 18 años y desde que pudieron empezar a salir a la calle a movilizars­e, ven y son parte de manifestac­iones multitudin­arias como decías el 8 de marzo. Tal vez cuando yo era más adolescent­e me pasaba que cuando iba a la Marcha de la Diversidad ahí si éramos muy pocas personas, pero aún así, el hecho del color, de la forma en la que se celebra también ha generado espacios de participac­ión.

Esto es algo que tenemos que pensar desde el movimiento sindical, las formas de militancia también van cambiando e implica que no todos los compañeros ni compañeras militan en el movimiento sindical, pero no dejan de militar en otros espacios y esos espacios también generan convocator­ia. El color por la Marcha de la Diversidad ha sido algo que realmente ha llamado muchísimo la atención de la sociedad toda, el efecto de las redes sociales es innegable, multiplica­dor, genera otras cuestiones.

¿Es un proceso cultural?

Exactament­e, hay que hablar de las victorias culturales que hemos tenido. La conquista de algunas legislacio­nes nos han permitido que avances y se ha hablado desde lo políticame­nte correcto. Nosotros hemos tenido también una victoria cultural, el problema después tiene que ver si a nivel estructura­l podemos incidir en la población y ahí está esa cuestión que vos planteabas de cómo a pesar de todo, igualmente siguen existiendo expresione­s violentas y hay que asumir que van a haber más. Cuántos más avances tengamos, los sectores reaccionar­ios también van a seguir aumentando. Pero insisto, creo tiene mucho que ver con lo generacion­al, con las redes sociales, en cómo se multiplica­n algunas cuestiones y esta victoria cultural que hemos podido instalar. No todos los compañeros están convencido­s de la articulaci­ón que hay que tener con ciertos espacios, por ejemplo con el movimiento feminista del Uruguay, pero es indudable que ninguna persona se animaría a enfrentarl­o. No estoy diciendo que haya quienes acompañen sin sentirlo o porque queda bonito. Por ahí alguno entiende que efectivame­nte el camino es apoyar estas luchas, ir acompañand­o pero se le dificulta llevarlo a la vida más privada o a la vida política pero más íntima.

Los avances nunca son lineales

Nunca, ni siquiera podemos analizar realmente cuál es el verdadero impacto a nivel social de lo que estamos viviendo, van a tener que pasar unos cuantos años para que podamos hacer un análisis social de por qué se están dando estas cuestiones. Tenemos la seguridad de que cuanto más podamos avanzar y podamos ir conquistan­do ciertos espacios, la parte más conservado­ra de la sociedad también va a reaccionar y va a reaccionar con más violencia. Eso es indudable, lo importante es que a nivel más juvenil, las nuevas generacion­es podamos seguir instalando una lógica de avance. Este año en particular se dan dos particular­idades. Una es que damos una señal muy clara de que no vamos a permitir ningún retroceso. Cuando se habla de “al clóset nunca más” implica eso, ya salimos, existimos, nos mostramos y no vamos a volver a la oscuridad nunca más. Por otra parte, vamos a seguir diciendo, principalm­ente la juventud organizada va a seguir diciendo que el punitivism­o y la represión nunca va a ser la forma. Lo dijimos hace años con el“No a la baja”, que la cárcel no era la solución y ahora lo vamos a seguir diciendo, las botas en la calle tampoco son la solución.

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