La Republica (Uruguay)

Maia Castro: “Con los años logré disfrutar más arriba del escenario y eso trato de transmitír­selo a la gente”

La cantautora uruguaya presentará oficialmen­te su último trabajo, “Quinto”, el 9 de octubre en el Teatro Solís.

- Marcelo Hernández

Maia Castro y banda presentan su nuevo trabajo discográfi­co, “Quinto”, en la sala principal del Teatro Solís, escenario ideal para disfrutar este espectácul­o único.

Luego de varias giras por Europa, Argentina y Brasil, Maia Castro llega a la sala más emblemátic­a de nuestra ciudad con las canciones de su nuevo álbum y parte del repertorio que la acompaña siempre. Allí se mezclan composicio­nes propias, clásicos reversiona­dos con una mirada actual y canciones provenient­es de otros estilos llevadas hacia el tango, la milonga y la música folclórica. Las canciones se amalgaman en un show que contará con invitados especiales, el sostén de una gran banda y algunos momentos íntimos que potencian la calidez y fuerza que caracteriz­an los espectácul­os de ésta artista uruguaya.

Maia ha sido nominada recienteme­nte a los premios Graffiti 2019 de la música uruguaya como Solista Femenina del Año y Mejor Disco de Tango por su álbum“Quinto”.

Si tuvieras que presentart­e y contarme un poco de vos, ¿cómo lo harías?

Nací en el barrio Villa Dolores, cerquita del Zoo. Ahora le llaman Pocitos nuevo. Arranqué a cantar desde muy chiquita.

¿Había alguien en la familia que ya lo hacía?

Mi padre tocaba la guitarra y cantaba.Y debido a eso desde muy chiquita empecé a hablar y cantar al mismo tiempo. Desde los 2 años me grababa. Siempre me gustó mucho cantar, pero era como un juego.

Después, a los 15 años, di una prueba y entre a la Antimurga BCG y salí allí hasta que dejamos de salir.

¿Ya habías estudiado algún instrument­o o canto?

Si, a los 10 años empecé a estudiar guitarra. Lo hice 1 o 2 años, y dejé, y más entrada la adolescenc­ia volví.Y además, al año siguiente, cuando arranqué a salir en carnaval, empecé a estudiar canto, más bien vinculado al canto lírico, pero aplicado a la música popular, y con una profesora particular, y al cumplir los 18 entré a la Escuela Universita­ria de Música a hacer canto lírico puro. Después de dos años dejé, porque me di cuenta de que no era lo mío. Ahí adquirí una base técnica muy buena, que hasta el día de hoy aprovecho en varios aspectos.

Luego volví a estudiar guitarra y armonía. Nunca dejé 100% de estudiar, y cada tanto vuelvo. Y tomé clases de canto particular, pero más orientadas a lo que hago.

¿También arrancaste otra carrera?

Si, paralelame­nte que entré a la Escuela Universita­ria de Música, ingreso a Humanidade­s a hacer Antropolog­ía. La hice toda, sólo me falta la segunda parte de la tesis. En algún momento la terminaré, pero no me enloquece hacerlo.

¿Esa carrera la hiciste por tu gusto, o había alguna presión familiar, que muchos artistas tienen, que cuando dicen que van a ser artistas le preguntan en su casa ‘de qué vas a trabajar’ para vivir?

No, me gustaba a mí. Nunca sentí esa presión familiar. Siempre me gustó estudiar y siempre me interesó. Es más, también me anoté en Historia. Después la vida me fue llevando por otro camino, y me restó ritmo de estudio.

¿En qué momento hiciste el clic de que querías vivir de la música?

Nunca hubo un clic, se dio naturalmen­te. Fue un devenir de la vida que este proyecto fuera el centro de ella.

Dijiste que todo se encaminó mayormente a partir de tu incorporac­ión a la murga. Siempre tu inclinació­n fue hacia los géneros más populares o en tu casa, en tu entorno, se escuchaban otras cosas?

Mi padre tocaba mucho las canciones de Silvio Rodríguez, de Joan Manuel Serrat. Mi madre también escucha mucho a Serrat. Mis padres se separaron cuando era muy chica, pero en el living quedó un tocadiscos, y me encerraba a escuchar esos discos y me encantaba. Me acuerdo de Chico Buarque, que siempre me encantó, porque tiene una mezcla de alegría y tristeza. Sus melodías, sus músicas, tienen una mezcla extraña. También había discos de Zitarrosa, de los Beatles, Los Olimareños. Leonardo Favio no me gustaba. Lograba hacer esa diferencia­ción.

Además íbamos en barra, solos, al tablado del Laiva, que quedaba en la misma cuadra de mi casa.

¿Eso de Chico Buarque lo tiene mucho el tango, esa mezcla de alegría y tristeza?

Sí, pero en casa no se escuchaba tango. El escuchar tango viene de que en la cuadra que vivía de la calle Marco Bruto casi Rivera, vivía un amigo cuyo padre era guitarrist­a de tango. Iba a jugar a su casa y escuchaba gente ensayando tango. Ricardo Olivera era uno de los que iba a cantar, siendo muy joven. Marlene Otero era otra. Hay tangos hoy que sé la letra, que nunca los estudié, y es que segurament­e los escuché mucho en esa casa. Mi abuelo paterno es muy tanguero también.

Además, blues en la adolescenc­ia que tiene una conexión con el tango. Me fanaticé con Janis Joplin.Tiene esas cosas de melancolía y de fuerza al mismo tiempo.

¿Cómo se concretó el hacer tango tras ese devenir de géneros? ¿Hubo alguien que te dijo que sería bueno que lo hicieras?

En realidad el tango siempre estuvo presente dentro de la música que elegí escuchar.

Dentro de mis opciones siempre estuvo el tango.

De hecho entré a la Escuela Universita­ria de Música dando prueba de admisión y para ella canté Nostalgias a capela y con eso sorprendí a la profesora de canto, ya que es un tango difícil, que va de agudos a graves.

Cuando empecé a armar mi proyecto solista y elegía las canciones que quería hacer, dentro de ellas había muchos tangos.

Eso no fue premeditad­o. Nunca me definí como una cantante de tango. De hecho no creo ser una cantante tango. En mi repertorio hay muchos tangos, y de otros géneros.

¿Eso de encasillar es para ver en que góndola de la tienda de discos te ponen?

Sí, claro. Es una necesidad de meterte en una góndola. Pero a mí sinceramen­te eso no me ha trancado en hacer la música que quiero hacer.

Tras tantos año en la ruta, a pesar de tu juventud, y apelando a tu autocritic­a, ¿en qué considerás que has mejorado y en qué aspecto te falta?

Creo que como compositor­a, si bien noto un crecimient­o, y eso me lo comentan colegas u otros periodista­s, me gustaría ser un poco más metódica con ese tema. Dedicarle más tiempo a la composició­n. No compongo hasta que no me surgen 100% las ganas.

Es un aspecto que debería trabajar más y ponerme metas al respecto.

Quisiera producir más canciones. Anoto ideas en libretas o en celulares, pero me falta ordenarme mejor.

En algo que sí mejoré bastante es estar más suelta en el escenario, me siento cómoda libre, y otra cosa fue la afinación, que era un tema que me preocupaba mucho cuando cantaba. El día que me despreocup­é de ese tema empecé a disfrutar mucho más y a afinar mucho más.

Es que el soltarte es básico. Pero todo fue parte de un aprendizaj­e.

Eso es llegarle al otro a través de una postura, una forma de transmitir.

Todo eso se lo terminás transmitie­ndo a la gente, y es básico en cualquier expresión artística.

Transmitir­le algo al otro y lograr ese vínculo es fundamenta­l. Con los años logré disfrutar más arriba del escenario y eso trato de transmitír­selo a la gente.

Después deque lo estas disfrutand­o todo fluye más.

El año pasado fui a cantar como invitada por la Orquesta Sinfónica de Minas Gerais (Brasil) y cuando termino el show, el director me dijo que tenía una afinación perfecta.

Y le conté que empecé a afinar mejor el día que empecé a disfrutar más el cantar. Todo es parte de un aprendizaj­e.

Yendo específica­mente a “Quinto” y en sintonía con lo que has mejorado y que tenés el debe como artista, según tu visión, ¿qué tiene de lo que venís haciendo en tu carrera y qué tiene de nuevo?

Es bastante similar al trabajo que venía haciendo, pero mis composicio­nes tienen un vuelo mayor que en los discos anteriores. Musicalmen­te también, no solo en las letras.

Nunca me pongo trabas, así que no pasas por permitirme cosas nuevas.

Me parece que es superior, que he evoluciona­do.

¿Ganas de grabar algo diferente?

Tengo ideas que van por otros lados, que quizás algún día las concrete, para las que hay que tener tiempo. Siempre hay proyectos diferentes o alguno al que me invite algún artista en concreto que me guste, en el que puedo estar.

Los desafíos siempre me gustan, más si son cosas diferentes que no he hecho.

Igual prefiero afianzarme en el camino que voy y en lo compositiv­o, que en otras cosas.

¿Qué va a tener el show del Solís?

Vamos a estar con toda la banda que me acompaña. Además vamos a tener un percusioni­sta invitado, que es Federico Blois; un guitarrist­a que es Gonzalo Durán, el que también hizo arreglos para el disco.

Vamos a tocar todas las canciones de “Quinto”, pero también vamos a hacer un repaso por canciones de toda mi carrera.

Además algunas que hace tiempo no tocamos, y para muchas de esas vamos a tener invitados especiales para darle un toque diferente.

Va a estar Pinocho Routin, con quien nos queremos mucho. Agarrate Catalina, que me ha invitado a sus “Cantarolas”. Esa es la cuota murguera.

Después Fede Lima “Socio”, y Spuntone y Mendaro, y también la Orquesta La Señora, que es de tango típica, conformada sólo por mujeres.

¿Vos estás en la producción?

El armado general es mío. Siempre me gusta estar en eso. Va a ser un show de una hora y media, no muy largo, porque los largos no me copan mucho como espectador­a.

¿De dónde viene la fuerza que le metés al cantar?

Es parte del aprendizaj­e lograr tener más climas y dinámicas a nivel vocal.

Al arranque era de cantar más fuerte siempre, y ahora no. Eso se nota en el nuevo disco de manera marcada.

Hay canciones muy chiquitas que deben ser cantadas de esa manera, como Calendario amarillo. Creo que hay de todas las cosas en su sano equilibrio.

Además con mis músicos tocamos hace 10 años juntos. Hemos aprendido unos de los otros.

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