Ferreri: “A Lacalle lo va a votar solo uno de cada cuatro uruguayos y su socio es Manini, ¿usted no desconfiaría?”
Para el viceministro de Economía, la oposición no brinda garantías de gobernabilidad porque “parece un manicomio administrado por sus propios pacientes”.
Como buen economista, Pablo Ferreri hace un análisis numérico de las posibilidades que tiene la oposición de lograr un escenario de gobernabilidad si gana las elecciones.Y su conclusión es negativa. Deja en evidencia que“solo uno de cada cuatro uruguayos votaría por Lacalle”, lo que ubica a Manini Ríos como un peligroso“socio clave”, proveniente de la ultraderecha.
“Ante un escenario así, ¿usted no desconfiaría?”, se pegunta el viceministro de Economía, centrando sus dudas en las mutaciones que ha ido sufriendo la eventual “concertación”, que pasó de un acuerdo con Pablo Mieres (centro izquierda), a uno con Manini Ríos (ultradedercha).
“En primer lugar está Lacalle Pou, en segundo lugar, viendo las encuestas actuales, va a estar Manini que es una derecha pseudomilitar, como dijo Talvi en una entrevista. Lo que queda entonces, es una opción nacionalista conservadora y corporativista”, agrega Ferreri.
Sus cuestionamientos a este “acuerdo” opositor no se detienen allí, Ferreri percibe que las enormes diferencias internas que tienen Lacalle con Larrañaga, Larrañaga con Sartori, Manini con Talvi, y Talvi con Lacalle,“convierten la coalición en una colisión, sin gobernabilidad posible.Y nadie puede tener esperanzas ciertas de progreso y de crecimiento, en un manicomio administrado por sus propios pacientes”.
La ironía de Ferreri se despliega en su máxima expresión cuando habla de las“alternativas de shock” que propone Lacalle en materia económica. “Parece una competencia deportiva no muy seria, para ver quién achica más el Estado”.
“Esas propuestas que Lacalle Pou tildaba de shock, y yo diría que las de Talvi son de electroshock, sólo pueden ser alcanzadas mutilando servicios públicos esenciales que resentirán la calidad de vida de la gente”, señala.
La entrevista con Pablo Ferreri en República Radio, dejó claramente establecidas las diferentes visiones de país que se pondrán a consideración de la gente el próximo 27 de octubre, y que pasan, entre otras cosas, por los criterios económicos, el rol del Estado, y la gobernanza de las empresas públicas.
¿La diferencia central entre oficialismo y oposición pasa, fundamentalmente, por más Estado o menos Estado?
Claramente hay dos modelos de país en pugna. El nuestro con la mirada puesta en igualar el punto de partida, y darles oportunidades en la vida a todos.Y el de la oposición, con una concepción muy diferente, donde pareciera que la productividad o la posibilidad de progreso del país estuviera dada por salarios bajos y un Estado débil. La de ellos es la visión de que la ley del mercado resuelve todo, según lo han dicho explícitamente algunos asesores de primera línea de los partidos tradicionales. Se trata de un modelo que fracasó en Uruguay en su momento, y está fracasando estrepitosamente en la región. Un ejemplo es Paraguay, con el paradigma de impuestos y salarios bajos, con enormes niveles de informalidad. Una economía que cayó un 3% en el primer semestre de este año.
Y desde lo político, todo parece apuntar a una coalición opositora
La oposición plantea un escenario de coalición muy diferente al que se planteaba al inicio de la campaña electoral. Creo que genera una propuesta compleja con enormes dificultades de gobernabilidad. En primer lugar está Lacalle Pou, en segundo lugar Manini Ríos, que es una derecha pseudomilitar como dijo Talvi en una entrevista. Lo que están armando es una opción nacionalista conservadora y corporativista. Es una coalición claramente hacia posturas neoliberales y de derecha nacionalista y pseudomilitar, con un eventual presidente que sería Lacalle Pou votado por apenas
uno de cada cuatro uruguayos.
En el caso del Frente Amplio, captar a los indecisos pasa también por reconocer errores
Se han cometido errores, “sólo se equivoca el que no hace”. Hay que tener la humildad de reconocerlos, la audacia para imaginar los cambios en la línea correcta, y la responsabilidad para planificarlos y ejecutarlos de manera adecuada. Pero no podemos olvidar que cuando asumió el Frente Amplio, el país tenía un millón de pobres, y una desigualdad mayor a la que tiene hoy, con una agenda de derechos mucho más pobre.
Hoy, Uruguay, después de estos 15 años, logró ser el país de América Latina con el PBI per cápita mayor, el menos desigual, y a la vez impulsó una agenda de derechos muy importante. A la misma vez que se crecía en la economía y se reducía la desigualdad, se aprobó la ley de matrimonio igualitario, la ley de identidad de género, se reguló el consumo de marihuana, se atendieron a colectivos muy vulnerables como la población trans, se protegieron los derechos de los trabajadores rurales y de las trabajadoras domésticas, se despenalizó el aborto. Hoy Uruguay no sólo es una sociedad más rica y más igualitaria sino que también más libre con más ejercicios de derechos, y eso también hay que reconocerlo.
Se habla de mantener el rumbo y profundizar los cambios. ¿Cómo es posible eso?
Mantener el rumbo estratégico no quiere decir hacer más de lo mismo, sino que frente a desafíos nuevos, ante una realidad distinta, las herramientas, las respuestas y las ideas tienen que ser diferentes, siempre con un proyecto de desarrollo muy claro.
El debate entre Martínez y Lacalle Pou no permitió contraponer programas y propuestas
Es que el verdadero programa de Lacalle Pou es el que está preparando en esa Ley de Urgencia que ya adelantó que aplicaría. Una norma de más de 300 artículos con“X”cantidad de temas, lo cual es una locura porque cuando se genera una ley de urgencia es porque hay un tema en particular que tiene prioridad. A este método bien lo podemos tildar de antidemocrático, no debería ser esa la forma de gobernar y de dirigir un país. Si hay un tema de urgencia se atiende puntualmente, pero no a través de una ley ómnibus para que sea votada en 90 días por el Parlamento, y si este no se pronuncia, queda vigente. Eso va contra la esencia de la democracia y de la discusión republicana.
Gran parte del debate de la campaña parece centrarse en quién promete reducir más gastos del Estado.
En este tema, la oposición ha entrado en una suerte de competencia casi deportiva, que pasa
El Estado es el escudo de los más débiles, es el que iguala las oportunidades en la vida, y desde una visión de izquierda, no podemos tener otra cosa que una enorme eficiencia a la hora de los manejos de sus recursos públicos”. por ver quién recorta más. Si las propuestas de Lacalle Pou son de shock, yo diría que las deTalvi son de electroshock. Y ambas sólo pueden ser alcanzadas mutilando servicios públicos esenciales.
No es posible un recorte de esas características en el corto plazo como se lo propone hacer Lacalle Pou en el primer año de gobierno, sin tocar los servicios esenciales. Se habla de recortar en las empresas públicas más de 300 millones de dólares, eso sólo puede ser posible si dejan de invertir todo lo que tienen que invertir para mantener sus servicios. La inversión cero afecta no sólo a las empresas públicas sino a todas las empresas privadas que contratan con ellas.
Al mismo tiempo se habla de la reducción de la plantilla de funcionarios del Estado
No es posible reducir la cantidad de funcionarios que plantean reducir sin tocar los funcionarios de las áreas de servicios esenciales como salud, seguridad, y educación, porque de lo contrario lo que implica es que no entra nadie en todas las otras áreas del Estado durante 5 años destrozando la administración central.
Hay propuestas inconsistentes que en realidad son brutales ajustes que recaen sobre los más humildes, que son aquellos que necesitan y dependen de esos servicios públicos de calidad para poder tener mejores oportunidades de vida.
Se ha puesto el déficit fiscal como un escenario de alarma que es necesario reducir de manera urgente
Por un lado se promete rebajar el déficit fiscal y recortar, pero después se habla de poner tarifas diferentes según la cara del cliente, lo cual tiene un costo de centenas de millones de dólares. Son promesas inconsistentes, prometen bajar el déficit fiscal, reducir las tarifas y afirman que, en algún momento, hasta se pueden bajar los impuestos... no cierra por ningún lado. Es claramente un rosario de promesas electorales imposibles de cumplir.
¿Cuál es la alternativa entonces?
Hacer cada vez más eficiente al Estado. El Estado es el escudo de los más débiles, es el que iguala las oportunidades en la vida, y desde una visión de izquierda, no podemos tener otra cosa que una enorme eficiencia a la hora de los manejos de los recursos públicos. No es sólo un tema de buena administración sino un imperativo moral. No se trata de bajar salarios y tener impuestos bajos, ese no es el modelo al que debería ir Uruguay.
Pasa por apostar a mayores niveles de crecimiento y eso requiere de una acción multidimensional, tiene que ver con mejorar la inserción internacional del país, apostar más a la ciencia, tecnología e innovación, para generar una cadena productiva con más valor agregado. Tiene que ver con una capacitación continua y permanente de los jóvenes que quieren entrar al mercado laboral, pero también de quienes ya están en el mercado laboral y ven amenazado su puesto de trabajo fruto de la renovación de la revolución tecnológica.Tiene que ver con apostar a sectores específicos que pueden tener un gran dinamismo y un enorme derrame en el resto de la sociedad, hay que ser selectivos, hay que generar un Estado moderno, eficiente, hay que ir hacia un Estado más inteligente.