CERTEZAS VS. CRÍTICAS Martínez apostó a su capacidad de gestión y Lacalle se aferró a la crítica constante
“Yo trabajé 14 horas por día .... usted faltó al 33% de las comisiones”, fue el mensaje que eligió mandar el exintendente”.
“Yo trabajé 14 horas por día .... usted faltó al 33% de las comisiones”, fue el mensaje que eligió mandar Daniel Martínez. Lacalle, muy agresivo, acusó de “amenazar, mentir y faltar a la verdad”.
El candidato opositor reiteró el arranque agresivo del último debate pero se fue diluyendo. Martínez en cambio fue de menor a mayor y terminó más sólido.
Esta vez Lacalle Pou no sorprendió. Ni con su ataque inicial, que fue igual al del primer debate. Ni con las lecturas continuas de apuntes con citas de dichos o documentos. En eso repitió el esquema. Intentó en todo momento mostrarse más sólido, pero en ocasiones resultó demasiado guionado y aferrado al papel que miraba continuamente.
Daniel Martínez, por su parte, salió con el libreto claro de mostrar que su diferencia fundamental es la capacidad de gestión.“Yo ya lo hice”, repitió al hablar de su trayectoria, apoyando su discurso en la experiencia, y desnudando la debilidad de su contrincante en esa materia.
“Yo trabajé 14 horas por día .... usted faltó al 33% de las comisiones”, fue el mensaje que eligió mandar el exintendente, que al igual que en el primer cruce, comenzó más tibio, pero fue calentando motores en el transcurso del debate.
Lacalle apostó a encerrar al frenteamplista con citas y con críticas continuas, apelando a los mismos recursos de la confrontación anterior: los impuestos y el déficit fiscal. La consigna apareció clara desde el comienzo, atacar al Programa de Gobierno del Frente Amplio, para evitar las críticas a las debilidades programáticas de la oposición.
Los ases en la manga que en el primer debate lograron incomodar al frenteamplista con citas textuales de dirigentes o jerarcas del gobierno, esta vez sonaron repetidos. Igual que la alusión a Ancap, Pluna y demás.
Martínez, por su parte, encontró rápido una debilidad en la postura del nacionalista, que una vez más buscaba recurrentemente evitar los temas del pasado. Esto le permitió salir del acoso que pretendía imponerle Lacalle Pou.
El frenteamplista cuidó siempre la postura de mostrarse mirando de frente a las cámaras, para evitar señales de debilidad, mientras el líder de la coalición levantaba los papeles con apuntes y cerraba los bloques con preguntas retóricas.
El frenteamplista tuvo muchas oportunidades para retrucar con fundamentos sólidos algunas observaciones que el referente de la coalición le dejaba picando en el área, pero la ansiedad y la falta de tiempo jugaban en su contra.
De todas maneras, el candidato oficialista fue haciéndose más firme con el transcurso de los bloques, tal como sucedió en el primer debate, y Lacalle perdiendo la solvencia y solidez que intentó mostrar desde el arranque.
A la postre, el debate dejó conformes a los seguidores de los dos candidatos, habrá que ver cuál es la conclusión de los electores independientes que terminarán definiendo la elección.