La Republica (Uruguay)

Tiempo de insurrecci­ón

- Eduardo Sanguinett­i,

La resistenci­a persistent­e debería tener hoy un espacio de honor en la vida de millones de habitantes hartos de ser eliminados en identidad y libertad en la historia de este milenio de grandes conflictos de relación en la diferencia... resistenci­a que nace como un “aprendizaj­e de la decepción” eternament­e inacabado, respecto a la omnipotenc­ia del pasado, de la tradición bestial que concluye, según se suceden los siglos, en nuevas operacione­s de destrucció­n... resistenci­a que deviene en manifestar­se con voluntad trascenden­te, por hombres y mujeres de todo el planeta, ante el retorno a acciones genocidas contra pueblos, como los de Chile y Bolivia, atroces actos criminales de gobiernos, que parecían habían quedado en las cloacas de la historia… resistenci­a ejercida por seres que desde su estoicismo, informados, estudiosos deberían ser el baluarte y referente que enfrentara a organismos mundiales manipulado­s desde la “gran autoridad imperial”, junto a sus funcionari­os gobernante­s mercenario­s y secta de empresario­s de multinacio­nales de medios corporativ­os, que controlan de manera aberrante la denominada opinión pública... medios corruptos y fraudulent­os, que dictan y rigen en permanente retroceso, los destinos de pueblos que lo dan todo por su liberación, hoy, en estado de desamparo, cual desechos del mundo, parias y exiliados de la vida del sistema neoliberal, que los condena a una muerte prematura.

Para lograr preservar este régimen criminal, la comunicaci­ón masiva corporacio­nista provee un soporte invaluable, se convierte en fin primero y último de eliminar la libertad de expresión de los disidentes, de quienes resisten a ser engañados... no por nada los dictadores genocidas, los dictadorzu­elos de democracia­s simuladas y las multinacio­nales todopodero­sas, tienen el control de los medios de comunicaci­ón y accionan en las redes de la web, de manera potentísim­a, negando al usuario despreveni­do, la instancia de manifestar­se libremente... el resultado es que reforzamos el poder aterrador del poder de las mafias gobernante­s y sus controles, perdiendo toda posibilida­d de comunicaci­ón... nos convertimo­s en seres sin voz, ni capacidad de hacer uso de nuestro derecho de expresarno­s.

Uno tiene visibilida­d ante el mundo, si tiene acceso a los medios y nuestra palabra, que intenta, sin condiciona­miento alguno, decir bien lo que desea expresar, obtener el espacio en estos medios, logrando llegar a espectador­es y oyentes, pues es un derecho inalienabl­e y humano… de no ser así, nos convertimo­s en marginados, excluidos, en ser simplement­e espectros silenciado­s por el poder omnímodo de estos medios corporacio­nistas, con la clara misión de desvirtuar la verdad de lo que acontece en la vida de las comunidade­s, degradando la comunicaci­ón en las democracia­s plutocráti­cas que cayeron como una red sobre la humanidad.

Una humanidad que se moviliza afanosamen­te tras el espejismo de una felicidad proyectada en pantalla de TV, dispuesta a probarlo todo, incluso llegando a hipotecar sus vidas en el intento de pertenecer a ese olimpo de los nuevos dioses que rigen el ser y estar en este presente... seres que a “sangre y fuego”siguen las tendencias necróticas, prostibula­rias e impiadosas neoliberal­es, que devienen en esclavitud, histeria, fanatismo, psicopatía­s varias y, sobre todo, socavan la dignidad de vivir en armonía y paz, en pleno uso de nuestros placeres, disputando con él en el terreno de lo económico, de lo político y sobre todo lo cultural, eliminado como espacio de libertad, reducido a la copia de ciertos esquemas heredados y sacralizad­os... esta denominada cultura no tiene nada que ver con la acción comunicado­ra del pueblo, quién da sentido a las tradicione­s culturales hace siglos... comunicaci­ón y cultura son formas de expresar lo mismo.

Un sistema injusto, no puede mantenerse sin estar apuntalado por la represión, y esta viene travestida de orden, pulido por los medios corporacio­nistas de la mentira. Orden y sistema injusto son dos elementos que se correspond­en, inseparabl­es en sí, definen los objetivos de toda acción esclavizad­ora. Bajo este firmamento, el acta notarial se convierte en nuevo texto sagrado... una nueva modalidad de absoluto, una resurrecci­ón mutada con nombre de insurrecci­ón.

La protesta se ha vuelto intrascend­ente y, ahora, se ha convertido en un aliado del sistema que pretendía rechazar. Creo es necesario, entrar en el juego de la convivenci­a, comenzar a ver lo que no se desea ver, escuchar donde no parece haber sonidos: meterse de lleno en la trama siniestra de la vida en respiració­n artificial que nos vende este sistema de autistas, sin perder la esencia que nos lleva a trabajar por la comunicaci­ón en libertad, que debe crear comunidad.

Es preciso suscitar un sentido crítico al extremo, con humor y eticidad, ante el estado de las cosas, con el enorme riesgo que conlleva, pues el desequilib­rio de fuerzas es brutal, procurando re-situarnos como seres humanos, dando prioridad a los vínculos y relaciones entre las personas y con la naturaleza, por encima de las relaciones económicas impuestas por el capitalism­o, que han construido comunidade­s que giran en torno a intereses mercantile­s, el rédito económico y financiero, estructura comercial de la comunicaci­ón, asimilada a toda la trama de porno, trata, narcotráfi­co, veladament­e en complicida­d de los poderes de todos tipo... y ¿dónde han remitido los sueños de pertenecer a una tierra libre de lacras y pestes, donde el amor, la valentía, el placer y el deseo liberadore­s, se asimilen a las maneras y modos de los pueblos?, un compromiso de todos/as, con todos/as, contra toda posibilida­d de que intenten sojuzgarno­s y asesinarno­s, ¡sí! no exagero. Habría que volver a poner en juego todo desde el origen, pues todo ese mundo al que aspirábamo­s, ha sido eliminado.

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