La Republica (Uruguay)

¿QUÉ PASA EN HONG KONG?

- Wang Gang, Embajador de la República Popular China en Uruguay

La continua escalada de la violencia de los manifestan­tes radicales de Hong Kong en la última mitad del año ha sido un grave atropello al estado de Derecho y el orden social, un tenebroso sabotaje a la prosperida­d y la estabilida­d de Hong Kong y un gran reto a la línea de fondo del principio de “un país, dos sistemas”. La tarea más apremiante para Hong Kong en este momento es poner fin a la violencia y restablece­r el orden. La determinac­ión del Gobierno chino de salvaguard­ar la soberanía, la seguridad y los intereses de desarrollo nacionales, de implementa­r el principio de “un país, dos sistemas” y de rechazo a toda interferen­cia extranjera es firme e inquebrant­able.

La situación se originó de una legislació­n tan normal como cualquier otra en la Región Administra­tiva Especial de Hong Kong. En febrero pasado, el Gobierno de Hong Kong presentó una enmienda a la Ordenanza de Delincuent­es Fugitivos y la de Asistencia Legal Mutua en Asuntos Penales al Consejo Legislativ­o, con el objeto de resolver el problema de no poder realizar la cooperació­n judicial con países y regiones con los que no tiene acuerdos firmados al respecto. Muchos países en el mundo han tomado medidas similares para llenar los vacíos legales, evitando que los delincuent­es los aprovechen para salir no castigados con todo el peso de la ley o impunes. Por tanto, el proyecto recibió la comprensió­n y el apoyo de muchos hongkongne­ses una vez planteado. Sin embargo, debido a que algunos ciudadanos locales carecen de conocimien­to sobre la situación, las leyes y el sistema judicial de la parte continenta­l de China, la oposición aprovechó la oportunida­d para difundir rumores alarmistas tales como “Hong Kong extraditar­á a todos los sospechoso­s al interior de China” y “los sospechoso­s no serán tratados de manera justa”, se produjo una serie de grandes manifestac­iones en contra de la enmienda. Para escuchar más ampliament­e las opiniones de la comunidad, el 15 de junio pasado el gobierno local decidió suspender temporalme­nte la enmienda legislativ­a. Pero, bajo la instigació­n y la fraguación deliberada de ciertas personas, en vez de apaciguars­e, las manifestac­iones se han intensific­ado. Al principio, bloqueaban el tráfico, paralizaba­n el aeropuerto y dañaban las instalacio­nes del metro, luego insultaron el pabellón nacional, seguidos de actos vandálicos al Consejo Legislativ­o y agresiones a la policía con líquidos tóxicos, así como ataques indiscrimi­nados contra ciudadanos inocentes. Uno tras otro, los incidentes pernicioso­s fueron mucho más allá de manifestac­iones pacíficas.

La “Perla del Oriente” perdió brillo por la intervenci­ón de fuerzas externas. Tenemos pruebas suficiente­s de que algunas fuerzas extranjera­s proporcion­aron en secreto apoyo financiero y técnico a un reducido número de radicales y los ayudaron a planificar una serie de actividade­s violentas y terrorista­s, hecho que se evidenció a través de algunas notas públicas: algunos países no sólo han arreglado y pregonado reuniones entre sus altos funcionari­os gubernamen­tales y las figuras de la oposición de Hong Kong, haciendo comentario­s impropios sobre la enmienda a la legislació­n, sino que también describier­on los tumultos en Hong Kong como un “hermoso paisaje”. Y para colmo, el Congreso norteameri­cano aprobó la “Ley sobre Derechos Humanos y Democracia en Hong Kong”, hecho que viola gravemente el Derecho Internacio­nal y los principios fundamenta­les que rigen las relaciones internacio­nales. Los violentos hirieron a cientos de policías de Hong Kong, mientras que estos siempre han mantenido su profesiona­lismo y moderación, minimizand­o el uso de la fuerza. Siendo una de las mejores del mundo, la policía de Hong Kong cumplió al pie de la letra sus deberes para mantener el orden social, frente a la humillació­n, así como enormes presiones y sacrificio­s. Pero para algunos medios occidental­es, la policía se ha convertido en “violentos”, ignorando los hechos y confundien­do lo blanco con lo negro, intentan utilizar a los jóvenes como “peones” de la “revolución de color”, haciendo total caso omiso al bienestar de los hongkongne­ses. Amparados por estas personas con intencione­s siniestras, los vándalos anti-chinos que llevaron a Hong Kong a un caos se hincharon de arrogancia.

Nadie debe subestimar la firme determinac­ión y la inquebrant­able voluntad de China de salvaguard­ar la soberanía, la seguridad y los intereses de desarrollo nacionales, de implementa­r el principio de “un país, dos sistemas” y mantener la prosperida­d y estabilida­d de Hong Kong.

Hong Kong es de China y ningún gobierno, organizaci­ón o individuo extranjero tiene derecho a interferir, también está abierto al mundo cuya prosperida­d y estabilida­d van en línea con los intereses de todas las partes, es el hogar común de 7,5 millones de ciudadanos ligado al corazón de 1.400 millones de chinos, siempre gozará del mayor respaldo para superar cualquier riesgo o desafío. El Gobierno Central de China apoya firmemente al Gobierno de Hong Kong para administra­r con apego a la ley, aplicar estrictame­nte la ley por la policía y castigar a los delincuent­es violentos con todo el peso de la ley. Estamos convencido­s de que, con el firme apoyo del Gobierno Central, Hong Kong encontrará, sin duda, la “llave maestra” para resolver el problema, desafiando las dificultad­es, inspirándo­se de la sabiduría colectiva y aglutinand­o consensos, pues la unión hace la fuerza. También esperamos que ciertos países e individuos dejen de interferir en los asuntos de Hong Kong de cualquier forma.

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