Las ollas populares, la fórmula solidaria de ayudar en la crisis
La crisis ocasionada por la llegada del Covid-19 a Uruguay trajo la vuelta de los comedores y las ollas populares, organizadas por y para vecinos.
Las ollas populares se multiplican por Montevideo y el país, como una manera de ayudar a paliar la crisis. La gesta solidaria, de vecinos que salen a dar una mano sin preguntar a quién; sindicalistas que vuelcan horas de trabajo diario a la acción social, y militantes de izquierda que convierten el trabajo social en causa política, son como lo fueron en otros momentos históricos del Uruguay, la herramienta más efectiva para ayudar a los que la están pasando mal. Todo arrancó al poco de conocerse los primeros casos positivos de coronavirus (Covid-19) y la declaración de emergencia sanitaria por parte del gobierno. Uruguay sufrió una ralentización en la economía que se tradujo en el número récord de solicitudes de envío al seguro de desempleo que recibió el Banco de Previsión Social (BPS).
Según la información actualizada al jueves 26 de marzo, se enviaron 70.149. De ese número, 57.025 fueron por el motivo de suspensión, 5.713 por despido y 6.076 por reducción. A esto habría que sumarle la cantidad de personas
que trabajan en la informalidad y no tendrían derecho al seguro de paro.
La situación ha generado emergencia en los barrios y el resurgimiento de las ollas populares, como en Barros Blancos, donde un grupo de jóvenes se organizó junto a los vecinos para comenzar a distribuir alimentos.
Ejemplos solidarios
“Ahora estamos ofreciendo la olla popular en el local de murga La Mascarada que nos presta las instalaciones”, contó a LA REPÚBLICA Manuel de León, y explicó que “Barros Blancos es un lugar con asentamientos, y mucha gente que son changueros y jornaleros que hoy en día se ven afectados en su economía por la situación sanitaria del país”. Asimismo, se buscó “identificar a quienes no pueden venir a buscar las viandas, para enviarles a domicilio”, en su mayoría personas mayores consideradas población de riesgo.
Lo mismo sucede en Santa Lucía, donde la intersocial conformada por sindicatos y organizaciones de todo tipo optó por armar una olla popular para toda la población. “Estuvimos recolectando algunos víveres y el viernes tuvimos la posibilidad de ir armando las viandas, el primer día se llegó a 100 viandas y ya este sábado llegamos a las 200 viandas”, dijo Nelido Puig, dirigente local del SUNCA. La mayoría de quienes asisten “son trabajadores informales que vivían de la diaria y ahora el sustento se les vino abajo y están en esta situación”. En Santa Lucía, al igual que en Barros Blancos, se realizan envíos a domicilio para las personas mayores y “jefas de hogar que tienen niños a cargo”.
En el Cerro, la cooperativa Covinfu va por su primera olla popular, organizada entre un grupo de vecinos para el propio barrio, pero según contaron a LA REPÚBLICA, “se ha acercado más gente que los vecinos del barrio”. En este momento, se necesitan “enlatados, fideos, verduras, todo para que la gente no se vaya con la panza vacía a la cama”; la olla se realizará este lunes en la puerta de la cooperativa, ubicada en Camino Sanfuentes 2682.
Villa Española
“La olla funciona hace 21 años de forma ininterrumpida”, declaró Gustavo Fernández, del Centro Social Galpón de Corrales, de Villa Española. De todas formas, “ahora vamos a reforzar”. En el Centro además del comedor popular, funcionan una radio comunitaria, una cooperativa de viviendas y na biblioteca. “Esta situación la vivimos en el 2002 cuando empezaron a surgir ollas por la crisis, tomamos la posta en ese entonces y ahora vemos que se viene la misma situación social, una crisis que va a golpear a los trabajadores”, reflexionó Fernández, y señaló que “es costumbre de nuestro pueblo ponerle el hombro en esta situación”. De todas formas, a la gente que normalmente acude al comedor se le sumaron muchas personas obreras y del barrio, además de vecinos “de sectores precarios e informales, clasificadores y cuidacoches, y después viene mucha gente de la calle y refugios”.