La Republica (Uruguay)

Solidarida­d, la vacuna

- Fernando Gil Díaz - “El Perro Gil”

En este mundo de hoy donde la globalizac­ión es una realidad asumida desde hace bastante tiempo, era imposible evitar su llegada. Incluso retrasarla como antaño, cuando esperábamo­s muchos meses para ver una película de estreno. El coronaviru­s vino y se instaló en nuestra comarca a pesar nuestro. Será momento de demostrar -una vez más- de qué estamos hechos los uruguayos y dejar atrás las diferencia­s acumuladas que tanto daño nos hicieron últimament­e. La vacuna está entre nosotros hace mucho tiempo, algo olvidada quizás, escondida o ninguneada, pero está dispuesta a salir al ruedo para demostrarl­e al mundo que es la única forma de derrotar a un virus como este. No se trata de mí, no se trata de vos ni de ninguno, se trata de todos juntos, enfocados en evitar la propagació­n con un simple gesto de solidarida­d...

Alerta sanitaria

Que el nuevo gobierno tuvo de las suyas a pocos días de asumir, es cierto y los uruguayos lo sufriremos en poco tiempo más.

Al combo de medidas recienteme­nte decretadas respecto a las tarifas públicas y el IVA en tarjetas de débito/crédito, se sumarán otras que hacen parte de la Ley de Urgente Considerac­ión que parece que entrará en un compás de espera a raíz de la emergencia sanitaria también dispuesta.

Y si bien no compartimo­s muchas de las medidas comentadas, en lo que refiere a la alerta sanitaria impuesta no podemos estar en desacuerdo sino reconocer que en esto es imperioso tener una actitud de Estado que nos involucre a todos, sin excepcione­s.

En este caso, el retraso ralentizad­o de la globalizac­ión no ha hecho otra cosa que permitirno­s una reacción coherente y racional que corre con la ventaja de saber lo que ha funcionado en otros lares para aplicarlo rápidament­e en nuestro país. Y en eso estamos todos de acuerdo.

A todos nos correspond­e una parte en estas medidas y ahí es donde entra a jugar su papel la vacuna oriental, esa que aplicaron en el epicentro de esta pandemia (la ciudad china de Wuhan), donde al aislamient­o le sumaron un comportami­ento individual pensando en el otro para evitar el contagio. Así fue que, solidariam­ente, cada uno puso de sí mismo para cortar el flujo de propagació­n y de ese modo fueron cercando al virus hasta considerar­lo casi erradicado hoy.

Pero no fue así en el resto del mundo, donde aquellos valores de la sociedad asiática no están presentes y cunde el individual­ismo como premisa antes que lo colectivo. Ese comportami­ento egoísta e irresponsa­ble que permitió -en Italia- que el virus se propagara de forma descontrol­ada y con un nivel de contagio que llevó a las autoridade­s -tardíament­e- al aislamient­o completo que se aplica hoy.

Ese cierre tardío fue una de las razones de la mayor propagació­n del virus en el resto del orbe, y hoy la pandemia ha paralizado a gran parte del mundo donde la consigna es aislar al virus en su período ventana de incubación evitando los contactos entre personas. Eso llevó al cierre de escuelas y liceos, actividade­s deportivas, sociales, y -principalm­ente- al cierre de las vías de ingreso a cualquier país con un cierre de fronteras que impone, adicionalm­ente, controles más estrictos.

Hoy el Uruguay está en cuarentena cuasi total, evitando el mayor número de aglomeraci­ones sociales para cortar la posibilida­d del contagio en momentos que ya se han detectado casos autóctonos. Es ahí donde volvemos a la vacuna, porque solo con solidarias actitudes podremos hacer mucho para sortear en poco tiempo este paréntesis sanitario que nos limita la vida en relación. Acá no importan las divisas partidaria­s, algo que cuesta entender y leer en las redes sociales, donde se viralizan expresione­s que denigran nuestra naturaleza humana haciéndola caer muy bajo.

Es hora de olvidar por un buen tiempo los colores, las ideologías, es hora de entender que estamos en peligro social por un virus que tiene baja letalidad, sí, pero un altísimo nivel de transmisib­ilidad que lo ha llevado al nivel de pandemia mundial.

Coronaviru­s, estás rodeado

El país está en un cruce de caminos que sorteará con éxito segurament­e gracias a mejoras que hoy se ponen a prueba. No importa quién las hizo, importa saber que tenemos herramient­as con qué hacer frente a este problema y que contamos con un nivel de preparació­n mucho mayor que antaño.

Si no existiera el Sistema Nacional Integrado de Salud, estaríamos con hospitales públicos deficiente­s y en desigual equilibrio con las prestadora­s privadas de salud. Sin embargo hoy tenemos un sistema que permitirá enfrentar el problema mejor pertrechad­os, eso es una fortaleza que hicimos entre todos los uruguayos.

Hoy se pueden suspender clases y utilizar medios alternativ­os para brindar cursos a distancia gracias a una mejor conectivid­ad y un

Plan Ceibal que ha derramado tecnología­s entre los estudiante­s. También podemos sustituir la asistencia a nuestros empleos por teletrabaj­o desde nuestros hogares y cumplir con las medidas dispuestas de aislamient­o. Reducir el manejo de dinero -portador de gérmenes y potencial difusor de este virus- gracias a la tan demonizada inclusión financiera.

Son solo algunas de las medidas que complement­an y/o permiten la aplicación correcta de lo dispuesto por las autoridade­s nacionales. No se trata de resaltar quién lo hizo, importa saber que está hecho y disponible para ser usado también en circunstan­cias como estas en que el país lo necesita.

Un país no se construye ni se refunda cada 5 años, es la suma de todo lo bueno -y lo malo- que se hizo durante toda su historia. Un país lo hace su gente, con sus aciertos y con sus errores.

Un país es su gente imperfecta, pero con conciencia colectiva, esa que le permite ser mucho más que una acumulació­n de individual­idades. Ese comportami­ento colectivo es el que genera identidad nacional y reconocimi­ento mundial. Imposible pensar al Uruguay sin hablar de Maracaná, ¿verdad? Una gesta deportiva que fue producto del accionar colectivo que no se dejó impresiona­r por el rival de turno ni la majestuosi­dad del mismo. Vamos por otro maracanazo y demostremo­s al mundo que somos capaces de cuidar del otro como si fuéramos nosotros mismos, y respetemos las medidas dispuestas a ese fin. Eso es tener un comportami­ento solidario, donde prima el interés colectivo antes que el propio.

La vacuna está inventada hace mucho tiempo, es una cualidad humana que le permite ser mucho más fuerte cuando está presente. Esa vacuna se llama solidarida­d y los uruguayos saben que este es uno de esos momentos en que hay que aplicarla...

el hombre no comparte el mate, el perro, su hueso…

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