Laura Lasalvia: “No hacer teatro es generar otro tipo de contenidos”
“La situación mundial que atravesamos es sin duda un sacudón muy fuerte para el teatro independiente”, sostuvo la artista.
Desde La Paz, Canelones, tenemos la voz de una artista que ha recorrido un camino en el que pudo plasmar muchas cosas, otras las tiene en su etapa de elaboración y por último existen aquellas con un signo de interrogación.
Sobre sus actividades, en el ciclo que dimos en llamar “El teatro visto por sus protagonistas ”hoy responde a LA REPÚBLICA Laura Lasalvia.
¿Cómo fue tu entrada al mundo del espectáculo?
Desde niña siempre estuve interesada e involucrada con actividades artísticas. Soy de La Paz, Canelones, ciudad que durante vacaciones de julio, por muchos años, tuvo sus Multi-competencias, donde participaban todos los vecinos y se creaban espectáculos en conjunto. Ahí vi actuar a mi padre por primera vez, asistía a ensayos y presentaciones. Pude aprender en esos años sobre compañerismo y colectivo. Desde ese momento fui parte de varios talleres en la zona, hasta que después de recibirme en Montevideo como periodista general, y viendo que las posibilidades de trabajo en Uruguay para esa profesión son muy escasas, y nada se enseñaba con la producción de radio, que era mi interés, viajé a Argentina.
Allí pude profesionalizar mis dos carreras y, por fin, conocer y estudiar nuevas formas y técnicas artísticas. Fui alumna de “Ensayo sobre la mentira”, de Jorge Marrale y Osvaldo Santoro, escuela que tenía como docente también a Fernando Locatelli, con quien me formé hasta mi primera vuelta a Uruguay. Con Fernando descubrí la dirección y considero que de ahí salió mi decisión final de dedicarme 100% a esto. Dejando en un segundo plano la radio, que también ejercí con mucha alegría y pasión durante algunos años, en lo que fue Radio Rebelde.
Argentina me abrió un telón gigante y me puso espectadores con grandes posibilidades de conocimiento. Estudié Stand Up con Señales de Humor, Técnica Meisner con Yoska Lázaro, Mimo con El Chuma y Clown con el gran Luis Regalía. Tanta energía, tanta información, tantas oportunidades y salió Sinestesia Teatro, el lugar donde reúno todo lo que voy aprendiendo y los deseos creativos que tengo. Primero comencé a dar talleres solo para adultos en Ay Carmela, lugar que luego fue mi segunda casa, y cuando quise acordar tenía 4 grupos ahí, y 4 más girando en Provincia de Buenos Aires para adolescentes y niños. Vivía en Congreso, de ahí a San Telmo, Martín Coronado, Gerli y Quilmes.
Kilómetros de colectivos, subtes y trenes me despertaron las ganas de escribir y comenzar a usar mis textos en los talleres. Fue un camino de ida. Escribí tanto que terminé adaptando a teatro el libro de Ariel Aloi, “Aviones de Papel”, y con esa obra estrené por primera vez en el circuito teatral porteño en Auditorio Losada de Calle Corrientes. Adapté, busqué elenco, dirigí, hice escenografía, producción, prensa y cociné para los extensos ensayos. Todo lo aprendido puesto en escena. Una gran experiencia que me enseñó de buenos resultados a base de responsabilidad, compañerismo, compromiso, códigos y me mostró que cuando se aprenden todos los roles dentro de un proyecto artístico no hay límites.
¿Cuál manifestación sientes más cercana?
El teatro, sin dudas. Si bien realizo otras actividades, como por ejemplo redacción, audiovisuales y Clown, todas tienen la base de ser una herramienta más para aplicar en teatro. Tanto para escribir, para dirigir o actuar. Cada curso que hago, en cada taller que participo y cada intercambio que tengo con colegas se convierte en material fundamental para poder romper con mis propias limitaciones creativas, me van abriendo cada vez más puertas de investigación y aprendizaje, de nuevas experiencias que me cambian la realidad en su totalidad.
Eso es lo maravilloso de elegir una profesión que, a la vez, es una forma de vida, de pensar, de sentir y de accionar.
En un momento como el actual, con esta crisis sanitaria debido a la Covid-19, ¿cuáles medidas instrumenta el teatro independiente?
La situación mundial que atravesamos es sin duda un sacudón muy fuerte para el teatro independiente. La noticia del primer caso en Uruguay nos dejó a muchos sin trabajo de un momento a otro y sin expectativas claras de por cuánto. En mi caso particular, me encontraba en la sede del PIT-CNT esperando para dar el primer taller de tres, en el Encuentro de Murguistas Feministas. Allí mismo, desde la TV que estaba en la entrada, escuché la noticia desde la sala grande. Y se terminó. Ese taller no se dio, como no se pudo seguir con el Encuentro como estaba planificado. Me encontraba en pleno proceso de selección de elencos en Uruguay y Argentina, y ante el cierre de fronteras y cuarentena obligatoria del vecino país, ese proyecto pareció quedarse congelado.
Pero no, como me pasó a mí le pasó a la mayoría de los artistas, y acá no hubo independientes y no independientes. Acá nos quedamos sin posibilidades todos. Sin posibilidades convencionales. Porque esta experiencia mundial dejó a la vista muchos de los mensajes que como artistas independientes siempre decimos en nuestras obras.Tenemos el sentido de comunidad, compartir y acompañar bien marcado, porque es lo que nos sostiene hasta ahora. Apoyarnos y ayudarnos siempre. Y así, en pocos días, comenzaron a surgir soluciones tecnológicas, que entiendo a muchos todavía no les convence, pero que nos acercan. Y un mensaje, cuando está claro y se trabaja ejerciendo con responsabilidad, llega, por el medio que sea. Porque no es el espacio físico lo que nos hace actrices y actores, somos nosotros mismos. Que nos sentimos más cómodos bajo el ala calentita de un escenario en una sala de teatro, lo entiendo y comparto, pero crecer, también quiero eso.Y los artistas no tendríamos que parar de crecer.
El problema es que aún solo los artistas independientes nos ocupamos de los artistas independientes, y esta pandemia muestra una vez más que para los aparatos políticos seguimos teniendo una profesión que no se reconoce como tal.Y quedamos por fuera de cualquier solución como si estuviera mal la profesión que elegimos, la vida que vivimos, que tiene las mismas obligaciones que la de cualquier otra profesión en el mundo. Por lo tanto, sustentarse se vuelve un problema.
Las medidas del teatro independiente las vamos tomando de a poco, entre nosotros mismos, como en Argentina que se abrió una sala en Paseo La Plaza para que 20 directores independientes podamos estrenar cuando regresemos sin costos fijos, técnicos y ensayos. Una gran medida solidaria, casi utópica de un productor independiente que tiene en sus manos la posibilidad de ayudar a muchos trabajadores y lo hace. Da.Y ojalá sea tomada esta iniciativa en Uruguay porque hay muchos espacios en condiciones de abrirse a dar.