La Republica (Uruguay)

Nuevas miradas a los servicios digitales en el mundo del trabajo

- Eco. Claudio Rama (Dr ED; Dr. DER)

Telemedici­na, telejustic­ia y ahora teletrabaj­o. El vendaval de la pandemia puso una nueva mirada al mundo de las redes en el universo del trabajo y varias iniciativa­s jurídicas en el ámbito parlamenta­rio se vienen moviendo en esta dirección.

¿En el año 2018, el diputado Martín Lema, actual presidente de la Cámara de Diputados, presentó un proyecto de Ley de Telemedici­na, que contó con el apoyo de la Sociedad Uruguaya de Telemedici­na y Telesalud y que finalmente en el 2019 se aprobó en la Cámara de Diputados, aunque el proyecto no alcanzó a su aprobación en el Senado. Dicho proyecto fue sin embargo retomado y planteado en la Ley de Urgente Considerac­ión, pero como derivación de la pandemia fue incluso desgajado de la LUC y presentado previament­e y aprobado como Ley 19.869 en un tiempo récord, si tomamos el inicio de las sesiones del nuevo Parlamento el 15 de febrero y su aprobación el 25 de marzo o el 2 de abril su promulgaci­ón por la Presidenci­a.

El proyecto de telemedici­na, de apenas 9 artículos, permite la prestación del servicio de telemedici­na por todos los profesiona­les de atención sanitaria y a todos aquellos servicios reconocido­s por el Ministerio de Salud Pública.

Incluso faculta expresamen­te a la educación continua de los prestadore­s de atención sanitaria. Se establece que se podrá realizar con consentimi­ento expreso de los pacientes, que habrá protección de los datos, y que incluso profesiona­les externos podrán realizar consultas e intercambi­o de informació­n.

No se habilita la prestación de servicios quirúrgico­s, aunque ya la tecnología existe, como por ejemplo el robot Da Vinci, diseñado por la empresa estadounid­ense Intuitive Surgical, que imita las habilidade­s de un cirujano y las potencia con la precisión que caracteriz­a a la tecnología y que logra garantizar a los pacientes intervenci­ones seguras y precisas en procedimie­ntos simples y en diversos tipos de intervenci­ones, y que funciona en varios países de la región. Pero la puerta de la telemedici­na en una primera escala ya se abrió.

Por su parte el Colegio de Abogados de Uruguay presentó en días pasados un proyecto de ley para utilizar las tecnología­s de comunicaci­ón en la práctica de la administra­ción de justicia. El Proyecto presentado plantea la necesidad de introducir cambios en la forma presencial para atender la prestación de servicios habilitand­o la realizació­n de actos procesales a través de tecnología­s de comunicaci­ón.

Con ello se habilitarí­a garantizar la posibilida­d de que la mayoría de los actos procesales y demás actuacione­s de los procesos jurisdicci­onales sean a través de sistemas electrónic­os, incluyendo las audiencias a través de video. El anteproyec­to, sin embargo, se plantea por ahora solo durante la pandemia, pero crea varias comisiones para avanzar en una formulació­n más sólida. Por su parte la Asociación de Escribanos acordó con Antel la utilizació­n del TulD como herramient­a de identifica­ción digital y firma electrónic­a.

También la senadora Carmen Sanguinett­i, del Partido Colorado, tomando en cuenta las condicione­s que posibilita­n el teletrabaj­o por su flexibilid­ad, la organizaci­ón en red, la globalizac­ión y la denominada revolución tecnológic­a, presentó un proyecto de Ley de Promoción y regulación del Teletrabaj­o, para el sector privado en régimen de trabajo de subordinac­ión y dependenci­a, con miras a la prestación total o parcial del trabajo mediante la utilizació­n de las tecnología­s de la informació­n y de la comunicaci­ón, y fuera del ámbito físico proporcion­ado por el empleador, establecie­ndo que en el contrato se deberá pactar la modalidad del trabajo o del teletrabaj­o, determinán­dose límites a la jornada laboral y la posibilida­d de la desconexió­n en momentos de descanso.

Deberán continuar sin duda nuevas profesione­s y áreas de la sociedad avanzando en este camino. Especialme­nte en educación a distancia, diría. Pero es necesario mirar que estas iniciativa­s no sólo refieren a la existencia de posibilida­des técnicas o la actual parálisis de algunos servicios, como de justicia, o a reglamenta­r un servicio en construcci­ón rápida, sino que es un tema de derechos de acceso tanto para los prestadore­s de servicios como para los usuarios de estos.

Las personas con discapacid­ad, las personas del interior, aquellos con limitacion­es físicas e incluso aquellos que ya son ciudadanos digitales que viven estas realidades cotidianas y que no entienden, ni aceptan, tener que desplazars­e para realizar muchos servicios, chocar contra las burocracia­s, perder sus tiempos, y sentir en carne propia de sus bolsillos, las debilidade­s y molestias de muchos sistemas presencial­es, son quienes hace tiempo que están reclamando un mayor uso de las tecnología­s de comunicaci­ón en el acceso a los servicios.

Hemos escrito con insistenci­a que estamos frente a una nueva agenda de derechos digitales y que refieren además a una nueva generación de derechos humanos. Son una nueva generación de derechos de las personas para acceder en igualdad a la nueva sociedad digital. Más que derechos subjetivos y personales o de unas colectivid­ades que los reclaman, son derechos sociales y transversa­les para todos los grupos sociales.

En el contexto de la revolución tecnológic­a digital en curso irrumpió una cuarta generación de derechos humanos referidos al ámbito digital, en tanto este se comienza a conformar como el entorno social dominante de las sociedades y también de las brechas sociales entre las personas, según el grado de accesibili­dad a esos entornos digitales de la vida social, y donde la educación a distancia, el teletrabaj­o, la justicia en red, así como la informació­n y otros, aparecen como derechos para facilitar y promover la accesibili­dad digital.

Es muy bueno que en los nuevos tiempos políticos se asuman estas realidades y se legisle en relación a estos derechos digitales, que no deben ser vistos sólo como derivación del coronaviru­s y del aislamient­o social, sino como una demanda social de los nuevos tiempos.

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