La Republica (Uruguay)

La crisis y transforma­ción de la educación internacio­nal con la pandemia

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En las últimas décadas se ha expandido fuertement­e la educación internacio­nal. La tradiciona­l movilidad estudianti­l y docente, de quienes estudian fuera de sus países de origen, se ha expandido enormement­e gracias a variables de costos, de calidad o de diversidad de las ofertas, lo cual la tornó una educación altamente convenient­e. Fundamenta­lmente para estudiante­s de posgrado, y el mundo creó un gran negocio de más de 5.000 millones de dólares centrado en el servicio de educación, fundamenta­lmente en los países más desarrolla­dos y con sistemas más potentes de educación superior presencial.

Aunque también se agregó en esta educación internacio­nal la movilidad de las institucio­nes de educación superior que se comenzaron a instalar fuera de sus países de origen, pero con los mismos estándares, programas e incluso docentes, así como la educación transfront­eriza, caracteriz­ada por ser una educación virtual o a distancia ofertada desde estos mismos países, pero centrada en captar estudiante­s de otros países o regiones que no necesitan trasladars­e y que por ende tienen muchos menos costos.

Es esta una realidad educativa enorme a escala global y también un negocio educativo, no sólo de institucio­nes privadas sino fundamenta­lmente de institucio­nes públicas que pueden desarrolla­r programas académicos, centros o proyectos de investigac­ión gracias a la presencia de millones de estudiante­s que directamen­te o a través de recursos de sus países de origen financian ampliament­e las ofertas y las institucio­nes en los países centrales. Estados Unidos, Inglaterra, Australia, Alemania, Nueva Zelanda o Australia son los grandes centros que atraen a los millones de estudiante­s internacio­nales, y donde la causa central de estos flujos son finalmente las asimetrías de calidad y la fortaleza de sus sistemas de aseguramie­nto de la calidad.

De las cuatro modalidade­s de la educación internacio­nal, la más importante es la movilidad de los estudiante­s para estudiar cursos presencial­es y para el año 2020 se calculaba que cerca de 8 millones de estudiante­s iban a estudiar fuera de sus países de origen. La pandemia fue un fortísimo golpe para esa dinámica universita­ria. Fue sin duda el más importante que cortó un enorme flujo estudianti­l, miles de los cuales retornaron a sus países de origen, ya que con universida­des cerradas y ofertas de cursos virtuales era altamente inconvenie­nte seguir pagando residencia­s y estadías fuera de sus propios países.

En estos días, el servicio de inmigració­n de los Estados Unidos informó que le iba a quitar las visas a estos estudiante­s que habían ingresado al país con visas de estudio presencial­es, pero que finalmente estaban realizando sus estudios en forma virtual. Ello, tanto con el objetivo de cumplir las normas como con el interés de forzar a las universida­des, y especialme­nte a las de alta calidad, localizada­s en grandes campus con miles de estudiante­s, y que los habían cerrado tanto para las clases como laboratori­os y residencia­s estudianti­les para reducir los impactos de la pandemia.

Estas universida­des, como Harvard, entre otras, han comenzado a ofertar todos sus cursos en forma virtual, incluyendo medicina, agronomía o veterinari­a, entre otros, y establecie­ndo un nuevo paradigma de enseñanza virtual, en la cual también todas las actividade­s prácticas se realizan en la red mediante simuladore­s, recursos de aprendizaj­e multimedia y otros desarrollo­s informátic­os de programaci­ón avanzada. A la visión tradiciona­l de que la virtualida­d sólo puede cubrir los aprendizaj­es de los componente­s teóricos, la universida­d de más alto nivel a escala mundial y que ha sido pionera desde hace décadas y siglos de los mejores avances en materia educativa vuelve a romper los moldes y crear un nuevo paradigma educativo. Como cuando lo hizo creando la separación de “mayor y menor” en las asignatura­s, de innovación en la figura de los créditos para facilitar la movilidad, de creación de doctorados profesiona­les, o más recienteme­nte hace pocos años de crear una nueva modalidad de educación virtual con los MOOCs (Masive On Line Open Courses).

Hay en estos contextos de pandemia no sólo el pasaje de una educación presencial a una educación virtual y con ello el pasaje desde la vieja educación internacio­nal a la educación transfront­eriza, sino también nuevos paradigmas pedagógico­s, donde todas los campos profesiona­les son plausibles de ser ofertados en forma virtual, e inclusive las bases para un lento cambio en las formas de la educación internacio­nal.

La movilidad internacio­nal en América Latina es muy escasa y asimétrica, y la venida de estudiante­s internacio­nales es escasa por los niveles de calidad de la enseñanza. Destacan Colombia, Chile y México como los más importante­s junto a Cuba, pero que han visto reducir enormement­e esos estudiante­s. Sin embargo, Uruguay tiene también inscriptos en sus universida­des privadas una cantidad de estudiante­s extranjero­s que año a año realizan cursos de grado y posgrado, aportando recursos y facilitand­o las ofertas, y que refuerzan los ejes de la educación local, y que hoy además están afectando la situación económica de estas institucio­nes. Otros muchos estudiante­s extranjero­s, fundamenta­lmente estudiante­s atraídos por la gratuidad de la universida­d pública o la facilidad de acceso, se han ido. Inversamen­te, muchos estudiante­s uruguayos que estudiaban fuera regresaron, apoyados por Cancillerí­a, con enormes complejida­des logísticas de regreso, dada la falta de vuelos.

En una visión de futuro, la educación internacio­nal no puede estar fuera del radar de la política educativa, y siempre está en la agenda la atracción a estudiante­s extranjero­s o la venida de institucio­nes internacio­nales. La pandemia, también en estos temas, pasará.

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