GACH advierte efectos colaterales por la no presencialidad de niños en centros educativos
El Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) afirmó que el riesgo de daño por no acceder a las clases presenciales es mayor al de un eventual contagio por ir a los centros educativos.
La pérdida de relaciones con compañeros se ha asociado con depresión, inseguridad, ansiedad, trastorno adaptativo y estrés postraumático”.
Redacción “
Malnutrición, falla de aprendizaje, deserción educativa, estrés de educadores y de padres, menor cuidado de niños, mayores costos económicos para las familias”, entre otras cosas, son las consecuencias para un estudiante que no fue o no pudo ir a clase por el coronavirus, según informe.
El jueves pasado, el coordinador del grupo, Rafael Radi, aseguró que hay evidencia acumulada de que los niños de hasta doce años se enferman menos que los adultos y tienen poca capacidad de transmisión de Covid-19.
El experto dijo que reducir la distancia entre los alumnos de un metro y medio a un metro no incrementará significativamente el riesgo de contagios. En otro momento de su intervención en la conferencia de prensa, Radi agregó que en aquellos centros educativos en los que no se pueda cumplir con las medidas mínimas, se deberá reforzar la ventilación, el uso de mascarillas, enfatizar en lo que tiene que ver con la higiene y en las actividades al aire libre.
En el informe, el GACH “espera que esto contribuya a la comprensión de la situación global y de la necesidad de la presencialidad en los centros educativos, así como a despejar temores que puedan interferir”.“Los niños se contagian y enferman de Covid-19 en menos proporción que los adultos. Cuando lo hacen, se presentan con mayor frecuencia como casos leves o asintomáticos. Son excepcionales los casos graves, de hecho, mucho menos frecuentes que otras enfermedades que, sin embargo, no han motivado el cierre escolar”, apunta el reporte.
“Los niños no son grandes transmisores. En los informes epidemiológicos del MSP se expresa que los niños se ubican fundamentalmente al final de las cadenas, lo que orienta a que no juegan un rol importante en la transmisión de la enfermedad. Los niños rara vez son el caso índice y excepcionalmente causan brotes”, señala el informe, aunque aclara que a pesar de ello pueden transmitir el SARSCOV-2, especialmente a partir de los 10-12 años y, por lo tanto,“el riesgo nunca va a ser cero”, según el trabajo hecho por el GACH. Advertencias
“La demora de los países en dar respuestas proactivas y multifacéticas que aborden las necesidades sociales, económicas y de salud de los niños aumenta las desigualdades y posterga el cumplimiento de los compromisos con la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño y los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, señala el informe.
Como efectos colaterales se destacan “malnutrición, falla de aprendizaje, deserción educativa, estrés de educadores y de padres, menor cuidado de niños, mayores costos económicos para las familias, ausentismo de trabajadores esenciales, mayor violencia y explotación infantil, aislamiento social, entre otros factores negativos vinculados a la interrupción educativa”.
“Los efectos adversos del cierre escolar son indudables en la salud física y mental de los niños y de sus cuidadores”, remarca el reporte.
Las escuelas “brindan protección y supervisión, y los cierres aumentan la carga económica de las familias que usan guarderías, pasando a depender de familiares mayores vulnerables. Los padres que trabajan pueden dejar a sus hijos sin supervisión o renunciar al empleo para quedarse en casa con ellos”.
El informe agrega que “la escuela promueve una vida social activa de los niños que impacta positivamente en su salud mental”.
“La pérdida de relaciones con compañeros se ha asociado con depresión, inseguridad, ansiedad, trastorno adaptativo y estrés postraumático.
La convivencia forzosa en un entorno familiar, con padres que sufren problemas económicos y de salud mental, expone a los niños al riesgo de sufrir comportamientos violentos”.