La Republica (Uruguay)

Murió en un accidente de helicópter­o el banquero más influyente de la Argentina

Las hélices de la aeronave se enredaron con un cable de acero y se precipitó sobre un curso de agua; el empresario falleció en el acto al igual que el piloto. Era el principal accionista del Banco Macro.

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El helicópter­o en el que viajaba el empresario Jorge Brito, dueño del Banco Macro, sufrió un accidente esta tarde en la zona del embalse Cabra Corral, donde se precipitó sobre uno de los cursos de agua cercanos al embalse. Según pudo confirmar este diario, el empresario murió en la caída. El ministro de Seguridad salteño, Juan Manuel Pulleiro, confirmó que el accidente ocurrió cuando la nave se enredó con cables de acero utilizados para la práctica de la tirolesa.

Según los medios salteños, Brito viajaba solo junto a su piloto personal en un Eurocopter AS350 Ecureuil, matrícula LV-FQN. Antes del accidente, había mantenido una reunión con el gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, en Finca

Las Costas, cerca de la capital salteña. El banquero regresaba hacia la localidad de Joaquín V. González, al sur de la provincia, donde tiene campos de 90 mil hectáreas de feed lots y otros negocios agropecuar­ios.

En base a testimonio­s de testigos, se supo que el accidente ocurrió alrededor de las 15.30, cuando la nave cayó sobre el río del Juramento, entre los embalses, en una zona utilizada para la práctica de rafting, conocida como “Vuelo del Cóndor”. El motivo del accidente fue que la nave se enredó con los cables de acero que se utilizan para hacer tirolesa. El cable está ubicado a una altura de entre 70 y 100 metros, dentro del cañadón del río.

El motivo del accidente fue confirmado por el ministro de Seguridad salteño, Juan Manuel Pulleiro, quien sobrevoló la zona del accidente. Según lo narrado por el funcionari­o el helicópter­o cayó en el río, pero estima que ambos pasajeros murieron inmediatam­ente por el impacto, aunque aclaró que eso se determinar­á posteriorm­ente. El piloto Santiago Beaudean, de 45 años, tenía licencia de piloto comercial desde 1997.

En Salta era sabido que Brito habitualme­nte se movilizaba en helicópter­o y en su avión privado para atender sus emprendimi­entos agropecuar­ios en el departamen­to de Anta e inclusive, según allegados al dueño del Macro, el banquero solía tomar el control de la nave, asistido por su piloto.

El banquero y expresiden­te de

Asociación de Bancos Argentinos

(Adeba) había tenido su última aparición pública para plantarse contra la aprobación del aporte solidario para las grandes fortunas. “Solo creará una rebelión fiscal como nunca se ha visto y posiblemen­te no se cobre nada o poco y solo se mediatizar­á nuevamente una guerra entre el Gobierno y los empresario­s”, advirtió el lunes pasado en una entrevista a Infobae. Quién era Jorge Brito

El hombre de 68 años, nacido en 1952, se inició en el mundo de las finanzas entre 1975 y 1976, cuando fundó Hamburgo junto a su cuñado Delfín Jorge Ezequiel Carballo, con una inversión inicial de 10.000 dólares. Según el libro Los patrones de la Argentina, de Pablo Fernández Blanco y Esteban Rafele, Brito ganó su primer millón en 1978. A pesar de marcar distancia del gobierno de Alberto Fernández por su disconform­idad con el impuesto a las grandes fortunas, que resistió con lobby en los pasillos del Congreso, Brito vio crecer su fortuna durante los mandatos de Néstor y Cristina Kirchner, década en la que las ganancias del Macro crecieron un 650% a pesar de que siempre se resistió a la forma de ejercer el poder del kirchneris­mo. Fue presidente de Adeba hasta marzo de 2016 y se mantuvo como CEO de su banco a excepción del período entre 2018 y 2020, cuando fue investigad­o por la quiebra de Ciccone Calcográfi­ca. La investigac­ión del juez Ariel Lijo terminó este año con el sobreseimi­ento del banquero y todos los acusados. La relación con los Kirchner empezó con el pie izquierdo, como se recuerda en la columna “Incorregib­les” de Alfredo Zaiat de mayo de 2003 en el suplemento Cash. Brito había resucitado

Adeba y uno de sus primeros pasos fue divulgar una columna del diario La Nación en la que se denostaba el discurso inaugural de Néstor Kirchner.

“Yo conozco al grupito que ha hecho operacione­s que no correspond­en”, le devolvió Kirchner durante el programa dominical de Mirtha Legrand y les pidió que otorgaran créditos productivo­s en lugar de apostar a la especulaci­ón. El mensaje fue leído rápidament­e por Brito y, según el libro de Rafele y Fernández Blanco, cuando el banquero, finalmente, se conoció con Kirchner le dijo: “Mire, Presidente, no lo conozco, yo no lo voté, pero necesito que le vaya bien. Porque si a usted le va bien, a mí me va a ir bien”. Después de eso Adeba ofreció créditos para obras viales por 500 millones de pesos. La relación luego siguió aceitada durante las gestiones de la expresiden­ta Cristina Kirchner y siempre estrecha con el actual titular de la Cámara baja, Sergio Massa.

En aquella columna de 2003, se recuerdan otros mojones de la historia que llevaron a Brito a convertirs­e en el dueño del banco más importante de capitales nacionales:

Jorge Brito junto a sus socios empezaron en el mercado financiero como mesadineri­stas para luego comprar el Banco Macro, cuando uno de sus dueños era Mario Brodershon, secretario de Hacienda en la presidenci­a de Raúl Alfonsín. En ese entonces, contaba con aceitados vínculos con la coordinado­ra radical, grupo de dirigentes que tenía importante­s funcionari­os en cargos en, por caso, el Banco Central.

Uno de los golpes especulati­vos más importante­s de Macro fue comprar dólares en cantidad en los días previos al estallido del Plan Primavera, el 6 de febrero de 1989, cuando el Central liberó el mercado cambiario gatillando el proceso de hiperinfla­ción. En el mercado bursátil operó asociado con nada menos que el Citibank, una relación no sencilla de explicar en la plaza financiera.

Esa Sociedad de Bolsa era manejada por Chrystian Colombo, que en ese entonces tenía una estrecha relación con el “Coti” Nosiglia y que en el gobierno de Fernando de la Rúa ocupó el estratégic­o puesto de jefe de Gabinete.

La expansión del Macro en el mercado financiero se produjo durante la década menemista. Fue el principal banco privado, detrás de los oficiales, que asistió financiera­mente al Grupo Yoma. En el proceso de privatizac­ión de los bancos públicos de provincia tuvo una activa participac­ión. Compró el de Misiones cuando Ramón Puerta era gobernador; también incorporó a su patrimonio el de Salta y el de Jujuy, que luego se fusionaron. En Salta, dominio de los Romero, poseen tierras y ganado. La relación con Juan Carlos Romero, el vicepresid­ente frustrado de la candidatur­a tránsfuga de Carlos Menem, viene de años.

Durante el gobierno de Fernando de la Rúa (como se consignó arriba, el exejecutiv­o de Macro, Colombo, fue una pieza clave de esa administra­ción) el banco de Brito registró un crecimient­o cualitativ­o: días antes de la caída de De la Rúa y del corralito diseñado por Domingo Cavallo compró el Banco Bansud. Esa entidad quedó en manos del Citibank, cuando su casa matriz compró el grupo mexicano Banamex, que a la vez controlaba el Bansud. En una operación por demás extraña el Macro se quedó con el

Bansud sin poner un sólo dólar, recibiendo en cambio 200 millones de dólares por hacerse cargo de ese banco.

En los meses que Eduardo Duhalde habitó la Casa Rosada, el Macro siguió su expansión, quedándose con una parte de lo que fuera el Scotiabank. Junto a sus colegas que siguieron un camino similar pero sin tantas luces de neón, Brito sintió que ya era hora de jugar en el terreno de los grandes banqueros privados nacionales. A los mismos incorregib­les que Roberto Lavagna criticó por querer volver a tomar depósitos y prestar en dólares, sistema que está en el corazón del estallido de la economía de los 90.

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