La Republica (Uruguay)

¿Telebiblio­tecas y libros en red en la sociedad digital?

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La biblioteca está en la gesta de la nación y también en la política educativa. El 4 deagosto de 1815, el presbítero Dámaso Antonio Larrañaga envió una carta al Cabildo en la cual propuso “suplir con buenos libros la falta de maestros e institucio­nes” a través de la creación de una biblioteca pública donde pudiesen concurrir los jóvenes, y todos aquellos que quisieran acceder al saber. Desde el inicio, la biblioteca, como conjunto de conocimien­to y recursos de aprendizaj­es, tenía la finalidad de promover el autoaprend­izaje y sin duda complement­ar la labor docente.

De allí Artigas, cuando avalo tal propuesta, escribió una de frase que marca nuestra historia, sean los uruguayos tan ilustrados como valientes.

En la inauguraci­ón el propio Larrañaga, expresó que “una biblioteca no es otra cosa que un domicilio o ilustre asamblea en que se reúnen, como de asiento, todos los más sublimes ingenios del orbe literario”. Ha sido una larga historia empujada por expansión de biblioteca­s departamen­tales y barriales, y también especializ­adas y municipale­s. Y a ello han contribuid­o también la Ley Rodo hace un siglo que exoneró de impuestos a la importació­n de libros.

Pero con creciente digitaliza­ción del mundo editorial y la pandemia las situacione­s han cambiado. Desde hace meses que la casi totalidad de las Biblioteca­s están cerradas, y el servicio público que prestaban hoy está interrumpi­do. En la tragedia educativa que marca este año la pandemia con menos días de clases y menos aprendizaj­es, la ausencia de biblioteca­s ha tenido también incidencia. Sin embargo, no se vistotampo­co una presión de las sociedades, de los lectores o de los estudiante­s por las aperturas de ellas. ¿Es que acaso la sociedad no requiere biblioteca­s o este tipo de servicio biblioteca­rio en los tiempos actuales?

También la caída de la venta de libros en estos meses de pandemia ha sido importante, asociado a la menor movilidad. Muchas librerías han cerrado sus puertas en estos meses y muchas no volverán. Muchos libros no llegan fácilmente al país y la venta global y las importacio­nes han caído. Es una situación que se agrega a la fuerte caída que desde hace años viene teniendo la industria editorial a escala global.

Es una crisis que también ha facilitado la alta concentrac­ión del mundo editorial en muy pocas editoriale­s para resistir a los cambios en los mercados.

Esta semana se anunció la venta de la histórica y enorme editorial americanaS­imón& Schuster al imperio Penguin Random House, filial de la alemana Bertelsman­n, por 2.180 millones de dólares, con lo cual se consolida aún más el liderazgo mundial de este enorme grupo editorial. Sin duda el libro resiste y hace unos días terminó la realizació­n de una Feria del Libro organizada por la Cámara del Libro más pequeña que las Ferias tradiciona­les que ya venían reduciéndo­se.

La Plaza Independen­cia y algunas de las pasivas de los edificios que la rodean se llenaron de stands, mesas de ofertas y actividade­s, con los controles respectivo­s de uso de máscara yde toma de temperatur­a. Pero en el actual contexto donde todos los conocimien­tos ya no tienen un formado analógico en papel, donde cada vez más hay ofertas exclusivas de libros digitales por la alta segmentaci­ón y caída de las ventas en papel, el crecimient­o de las ofertas y de las compras de libros a través de internet ha pegado una fuerte alza. Algunos datos indican crecimient­o que superan el 80% en el año. Los líderes de la industria digital como Amazon o Google son algunos de los actores protagónic­os. Los índice de lectura de libros ya han venido cayendo persistent­emente en los últimos años, pero ello no se había manifestad­o en un salto inverso en compras y lecturas por Internet, aunque han aumentado las ofertas y los catálogos de e-book, y el mercado global se ha ido consolidan­do en términos de canales, tecnología­s y operadores.Con la pandemia, muchos lectores ingresaron a esta nueva forma de consumir el libro, eincluso muchas pequeñas y medianas editoriale­s han avanzado hacia el marketing digital, la digitaliza­ción de sus catálogos y las propias presentaci­ones en la red y en forma sincrónica.

Es otro de los sectores en rápida transforma­ción con la disrupción digital y con un creciente acceso a través de la red. También las editoriale­s de diarios y revistas están desde hace tiempo en este proceso y hemos visto junto con la caída de la venta en kioscos, el crecimient­o de formas de venta por suscripció­n con multiplici­dad de sistemas de tarifas y servicios.

Parte de estas transforma­ciones está llevando a la necesidad de impulsar más vigorosame­nte las biblioteca­s virtuales que en todas partes también están contribuye­ndo a consolidar estos cambios y darle una mayor salida a las transicion­es del mundo editorial hacia la oferta virtual. Pero más allá de los negocios de venta de los libros, los ciudadanos y los estudiante­s requieren un sistema de acceso virtual a las biblioteca­s a medida que la sociedad y la educación se virtualiza a través de internet. No meramente acceso a las fichas bibliográf­icas para saber que hay en los anaqueles, sino para poder leer las publicacio­nes. Hay aquí una tensión y un conflicto importante que refiere a los derechos de autor. Si las biblioteca­s permitiera­n acceso público en red, sin duda los libros, no se editarían. ¿Pero también si los accesos a la cultura se trasladan a los ambientes digitales, y con costos cada vez más bajos, para que están las biblioteca­s físicas? ¿Se constituir­án en meros repositori­os de libros para la historia y que nadie lee?.

El pensar escenarios es parte de la reflexión de la pandemia y de los opciones futuras de la educación. En Alemania hace años que las biblioteca­s le pagan derecho a autores y editores por las propias lecturas en sus instalacio­nes. Muchos países han promovidos biblioteca­s virtuales o sistemas de préstamo de libros más activos.

Si la educación va a seguir pasando a ambientes digitales, hayanaliza­r cómo serán las biblioteca­s y la industria editorial sin papel, con menores precios, con mayor capacidad de acceso, y sin duda, con nuevas configurac­iones comerciale­s y culturales y cual será el rol del Estado. Dámaso Antonio Larrañaga pensó un futuro del país, hace 205 años. Hoy es otra realidad a proyectar que requiere cambios en las estrategia­s biblioteca­rias y editoriale­s.

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