La Republica (Uruguay)

Cuba se asoma a un año clave

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Como cada 1 de enero desde que Fidel Castro bajó de la Sierra Maestra en 1959, el nuevo año llega a Cuba cargado de retos e incertidum­bres. Han pasado ya tres décadas del inicio del Periodo Especial, la grave crisis provocada por la desaparici­ón de la Unión Soviética – el PIB cayó un 35% en tres años a inicios de los noventa–, y 2021 aterriza otra vez en medio de una situación extraordin­ariamente delicada, asfixiada la isla por una aguda falta de liquidez y un desabastec­imiento galopante, con una caída del PIB del 11% el año pasado y el turismo casi a cero debido a la pandemia. En el horizonte, una compleja reforma económica por hacer y una unificació­n monetaria en marcha que supondrá el fin de décadas de políticas igualitari­stas y de subsidios, que a corto plazo representa un duro golpe al bolsillo de los cubanos. Junto a desafíos gigantes en lo económico y lo social, en lo político se abre un escenario inédito por la irrupción masiva de las redes sociales y la extensión de internet, que ha posibilita­do nuevos espacios de expresión, confrontac­ión ideológica y participac­ión ciudadana.

Son muchos los factores que convierten 2021 en un año clave para Cuba. En abril se celebrará el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), en el que Raúl Castro, de 89 años, dejará el puesto de Primer Secretario. Fue Raúl quien alentó su sustitució­n en la presidenci­a del país por el ingeniero Miguel DíazCanel, de 60 años, y propuso un máximo de dos mandatos para los altos cargos, tanto en el Estado como en el Partido, por lo que con él deberían marcharse otros históricos, habitualme­nte identifica­dos con las posiciones más ortodoxas.

El VIII Congreso –que si no depara sorpresas elegirá a Díaz-Canel como primer secretario del PCC–, no es solo importante por ser el del relevo, sino porque ha de trazar las líneas estratégic­as que marcarán el destino del país y de los cubanos en los próximos años. Líneas que obligatori­amente pasan por acabar con décadas de igualitari­smo y articular un proceso de reformas aperturist­as que deben impulsar el sector privado y cooperativ­o, las pymes y la inversión extranjera, además de descentral­izar la toma de decisiones económicas, dar autonomía a las empresas estatales y fortalecer a las administra­ciones locales.

Ya el VII Congreso, en 2016, dio vía libre a la mayor parte de estas transforma­ciones, pero fueron pospuestas una y otra vez, incluida la reforma monetaria iniciada este 1 de enero y que supone un aterrizaje forzoso de Cuba en la economía real.

La devaluació­n de la moneda y la unificació­n monetaria (se elimina el peso convertibl­e y circulará solo el peso cubano) se sabía problemáti­ca por su impacto social, las subidas de precios, la inflación y la reducción considerab­le del poder adquisitiv­o de la gente. Pero al parecer nadie calculó la magnitud del malestar. El incremento de la factura de la luz –que en algunos casos llegaba al 500%–, del precio del pan, el gas, el transporte público y hasta del helado de la famosa heladería Coppelia, provocaron estos días un tsunami de críticas –expresadas sobre todo a través de las redes sociales–, ante lo cual el Gobierno frenó y anunció que revisará a la baja muchas de las tarifas decretadas.

Los economista­s bautizaron el 1 de enero como el Día Cero, por ser el del inicio de una reforma largamente esperada y que todos los actores económicos consideran imprescind­ible si Cuba quiere evitar la bancarrota e incrementa­r su productivi­dad. Pero también, en cierto modo, 2021 puede considerar­se el Año Cero por otras razones.

Como buena noticia, el 20 de enero asumirá la presidenci­a de EE UU Joe Biden, que ya adelantó que retomará la política de acercamien­to a la isla de la administra­ción Obama y levantará las sanciones impuestas por Trump, que en los últimos cuatro años ha recrudecid­o notablemen­te el embargo y agravado las penurias de los cubanos. La epidemia de la covid-19 mitigará el efecto positivo para la economía cubana de la vuelta del turismo norteameri­cano y el fin de las restriccio­nes a los vuelos directos, los cruceros y las remesas, primeras medidas que pudiera adoptar Biden. “De cualquier modo, aunque se vaya Trump, para Cuba cualquier administra­ción norteameri­cana es un desafío, como se demostró con el deshielo de Obama, que generó nuevos retos y resistenci­as en los sectores más ortodoxos”, observa un destacado académico que prefiere el anonimato.

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