Chasquetti: “Cada 27 de junio se prende una bombita amarilla para reflexionar”
vencia en el que vivimos”.
Sobre el conocimiento de las nuevas generaciones sobre este lamentable evento, indicó que “probablemente no exista un conocimiento cabal de la situación, es una responsabilidad de los que somos mayores que las generaciones conozcan esa génesis de los hechos lamentables que vivió la República en la década del 70` y que eso coadyuve a evitar que se reedite esa situación de enfrentamiento en el campo de las armas que vivió el país y que se afiance la democracia en el Uruguay”.
Pasquet alienta a valorar la democracia recuperada
El diputado del Partido Colorado, Ope Pasquet, sostuvo que “el peligro con estas conmemoraciones sobre todo cuando se repiten año tras año y cada vez hay más tiempo entre los hechos recordados y quienes recuerdan es que nos aten al pasado, a la contemplación del pasado, cosa que no debe suceder porque para cualquier grupo humano, o una nación como la nuestra siempre lo más importante es lo que está en el futuro, la vida que habremos de vivir, entonces yo creo que la manera más útil de conmemorar estos hechos es valorando lo que entonces perdíamos y lo que hoy hemos recuperado y tenemos.
En aquellos años, perdimos la democracia y el Estado de derecho, las libertades y todas sus garantías, esto es lo que el país ha recobrado y la democracia uruguaya figura hoy entre las quince o veinte democracias más completas y mejores del mundo según los índices que se hacen en esta materia. Valoremos eso que hemos recuperado, nuestra democracia, nuestro estado de derecho, nuestras libertades, nuestras garantías, todo lo que constituye el patrimonio institucional de la República y que hace que disfrutemos lo que José Artigas llamaba el pleno goce de nuestros derechos. En eso estamos hoy y eso es lo que tenemos que preservar entre todos, ojalá que el recuerdo de fechas aciagas como el 27 de junio del 1973 funcione como un estímulo para estar siempre alertas en defensa de la democracia y la libertad”.
Consultado, sobre su interpretación de posibles grietas en nuestro país, indicó que “creo que hay pequeños grupos radicalizados y fanatizados que llevan la confrontación al límite de la exasperación y entre esos grupos de gente sí puede hablarse de la grieta pero me parece que el conjunto de la sociedad uruguaya no es así hay diferencias que a veces, se expresan con altos decibeles, pero no creo que eso pueda llamarse propiamente una grieta como se ve en otras partes del mundo, señalo un hecho que es demostrativo de eso: en este tiempo las encuestas han venido mostrando reiteradamente el índice de aprobación de la gestión de gobierno y en particular de la gestión de la pandemia es superior al porcentaje que obtuvo el presidente Lacalle Pou en el balotaje del año 2019, es decir hubo frenteamplistas que aprueban la gestión de gobierno es decir el modo en el que el gobierno está enfocando la pandemia”.
“Eso demuestra que si perjuicios de las identidades políticas de las que nadie reniega y las que todos mantenemos con orgullo podemos coincidir en las apreciaciones más allá de las fronteras partidarias lo que demuestra que la grieta que puede haber en grupos de fanáticos no ha ganado al conjunto de la sociedad uruguaya, creo que es responsabilidad de los dirigentes políticos de todos los partidos tratar de mantener ese estado de cosas y las discrepancias y discusiones dentro de los términos de la civilidad y la tradicional cultura política uruguaya que respeta al otro y que puede dialogar con el otro por encima de las diferencias”, declaró.
Daniel Chasquetti Pérez politólogo e investigador, conversó con LA REPÚBLICA, sobre la significancia de la fecha y el antecedente en el quiebre democrático de la República, y contó que “el 27 de junio es en cierto modo, como una bombita amarilla que se prende cada año que nos hace reflexionar sobre el valor de la democracia sobre la importancia de cuidarla. La democracia es un sistema de gobierno que se construye y está siempre en movimiento, se puede perfeccionar pero también se la puede degradar, entonces recordar la fecha del golpe de estado es importante desde ese punto de vista pensar que democracia tenemos, qué problemas y dificultades la constituyen. Respecto a los hechos en concreto también tratar de entender lo que ocurrió, los errores que cometieron los actores de ese entonces, sobre todo, pensando en el futuro y no volver a toparse con dificultades similares; visto que las coyunturas históricas no se repiten, siempre son diferentes pero cada una de ellas deja muchas enseñanzas y vale la pena muchas veces detenerse a reflexionar, pensar y tratar de entender cómo se desembocó en ese quiebre institucional”.
“Los actores políticos normalmente utilizan a la historia como un recurso, muchas veces para fundamentar sus posiciones, hay un muy buen libro del historiador José Rilla, que muestra cómo el Partido Colorado y el Partido Nacional han utilizado la historia del país y sus respectivas colectividades para construir identidades y para justificar acciones del presente. Yo creo que en la actualidad cuando se discute, sobre todo cuando se hace en sitios como las redes sociales pero también en el Parlamento vemos que se utilizan los episodios o el proceso que desemboca en el 27 de junio, como un recurso para tratar de justificar posiciones y adosar cargos a los contrincantes del presente. Entonces yo creo que es una mala cosa, porque utilizar ese período como forma de dirimir cuestiones del presente es como una jugada que lo que hace es complicar las miradas: volver más brumosa la interpretación sobre ese período. Hay una buena investigación histórica y buenos trabajos dónde uno se queda siempre con la conclusión de que todos los actores se equivocaron en algún momento, tomaron decisiones equivocadas y atribuir responsabilidades en la actualidad, en el presente eso de que “tal actor” es el responsable, es bastante complicado. Por tanto, yo diría que si bien a veces forma parte de esa polarización el 27 de junio y el Golpe de Estado, no es el principal componente, los uruguayos no estamos divididos respecto a la lectura del 27 de junio, estamos divididos por otras cosas y se utiliza al 27 de junio como para reforzar estas divisiones pero en general creo que cuando uno repasa los años de la salida de la dictadura uno encuentra allí muchos testimonios autocríticos que reconocen efectivamente que no es culpa de un sólo actor que no es culpa ni siquiera de dos actores -lo digo por la teoría de los dos demoniossino que hay más actores implicados y hay una falta de valoración y cuidado por la formalidad que muchas veces exige la democracia”, opinó acerca de la creación de una posible “grieta” sobre el hecho.
A su vez, Chasquetti, distinguió entre lo que fue “una guerra y un Golpe de Estado”. “Los estudios comparados muestran que en verdad los quiebres institucionales son el resultado de un largo proceso de deterioro del régimen democrático, es decir que para entender el 27 de junio no hay que mirar un sólo aspecto sino ver múltiples. No se entiende el Golpe de Estado sin valorar el período de 1968-1972 de la presidencia de Pacheco Areco y las condiciones bajo las cuales gobernó. Aceptar como argumento que fue una guerra, es aceptar que solamente hubo dos actores implicados y eso es inaceptable para cualquiera que lo mire con relativa seriedad, el sistema político en realidad falló y los partidos políticos fallaron y no hubo suficientes reservas democráticas como para cuidar la institucionalidad. Hubo momentos donde se hubiese necesitado otras conductas, el trámite no estaba escrito de antemano, desembocó en eso porque muchos fallaron, el argumento de la guerra y que había dos bandos en disputa es absolutamente falaz. Había más actores, estaban los partidos, los sindicatos, las cámaras empresariales, actores externos como la embajada de EE.UU. o la de la Unión Soviética, era un mundo de guerras frías; entonces en determinado momento se transformó en parte importante en una pieza del tablero, entonces todo eso influyó y me parece absurdo reducir todo a que hubo una guerra entre militares y tupamaros. Por un lado es darle más relevancia a los actores de la que definitivamente tuvieron, darle más responsabilidades porque hay otros responsables y esto es más complejo”.
Por su parte, el historiador y docente, Gabriel Quirici, afirmó que “el Golpe de Estado es el momento más triste de la historia política del Uruguay, el más oscuro, es el final de un largo período de crisis de confrontación pero también la ruptura de la institucionalidad, como llamaba Wilson Ferreira, una larga pesadilla autoritaria, porque si bien hubo varios golpes de estado en el Siglo 20, en el 33 y 43; en general después de esos golpes hubo cierta restauración, acá no, después de la clausura del Parlamento quedo instaurada una larga dictadura”. Inmediatamente, enfatizó que “fue el momento más crítico de la historia política en el Siglo XX uruguayo, en el que se termina una etapa que era conflictiva y de problemas económicos, pero no sólo que es el final de eso, sino que se inicia la dictadura más larga que tuvo Uruguay en el Siglo XX, no como en otros casos que si bien hubo golpes después hubo reformas constitucionales paulatinas y restauraciones. En este caso lo que iniciaron Bordaberry y las Fuerzas Armadas, hoy sabemos como dijo Wilson fue la larga pesadilla autoritaria”.
“Pueden existir fracturas, polarizaciones en algunos espacios de la comunicación política de la cultura que no necesariamente refleja la sociedad, en la sociedad hay diversidad y diferentes opiniones, a veces en los medios y en las redes se prefiere los puntos polares, los extremos para general tendencias incluso hay quienes hacen informes a partir de episodios polarizadores, eso no quiere decir que la sociedad esté polarizada. Uruguay tiene una diversidad y pluralidad democrática interesante, que sí hay que cuidarla y cultivarla; el discurso de la grieta y la polarización solo le sirve a pocos fanáticos y a algunos mercaderes de la superficialidad pero para la democracia Uruguay tiene espacios de diálogo y una tradición valiosa”, mencionó Quirici sobre una posible fragmentación actual de la sociedad uruguaya. En referencia al diálogo para con las nuevas generaciones acerca del Golpe de Estado, expresó que “hay una responsabilidad de los más grandes, los que hemos estudiado o vivido el tema, conversar con ellos para transmitirles el drama que es la pérdida de las libertades y de la valoración de la democracia. No hay que responsabilizar a los jóvenes, ellos afortunadamente han nacido en democracia quizás no saben algunas de las características de porqué se perdió la democracia y es importante hablarlo”.