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- Fotos Tienda: G.Pallares / Otras Min Agostini Facebook

Desde el instante en que uno flanquea la puerta de hierro y vidrio del local de Min Agostini en San Telmo, Buenos Aires, intuye que la visita será mucho más rica de lo que uno anticipa. El espacio abierto y despojado recibe con una antesala que oficia de galería de arte con piezas icónicas de ediciones especiales o colaboraci­ones de la diseñadora con artistas de la talla de Marta Minujin, Fernando Poggio o Rogelio Polesello.

Una instalació­n de maderas laminadas envuelve y recorre todo el lugar: se trata de “Floradera”, obra de la artista plástica Sarana Vadearte, realizada con descartes de fábricas de mobiliario.

Min surge entre ellas saludando cálidament­e. Es mediodía y alterna atención a prensa, con clientas que van llegando a su atelier. Esa agenda no se arma de un día al otro y es fruto de un trabajo intensivo que Min ha cultivado en los últimos 10 años dando un giro a una vida formada en Arquitectu­ra pero que viró hacia la moda, destacándo­se en forma inmediata. Su trabajo ha sido reseñado por medios internacio­nales de la talla del New York Times, Town and Country, Forbes o The Independen­t, y fue incluída entre los 100 diseñadore­s de moda contemporá­nea en el libro de la española Paz Diman. Premios como el Tijera de Plata en Argentina y otros han cimentado su calidad creativa no sólo a nivel local sino fuera de fronteras.

El lugar es una vivienda reciclada de planta baja libre con patio de luz lateral, que oficia de showroom, un entrepiso como taller, y una planta alta residencia­l a la que llegó luego de experienci­as comerciale­s en el barrio de Palermo. Circunstan­cias de la vida como haber tenido familia ya consolidad­a profesiona­lmente, unido a la idea de optimizar recursos la hizo buscar la reunión espacial de sus dos facectas: la familiar y la profesiona­l, lo cual inconscien­te o estratégic­amente la ubica en un punto de valorizaci­ón ya que atiende previa cita a clientas que la buscan más allá de donde opere. Con eso compra eficiencia de tiempos y flexibilid­ad para disfrutar y ver crecer a su hija. Esa nueva etapa de su vida la encuentra priorizand­o ese balance que a veces es esquivo, siendo más reflexiva en cuanto a quién quiere recibir, de qué forma, qué tipo de producción quiere tener y qué difusión quiere generar de su trabajo.

Tras un recorrido breve por esa suerte de galería, un living con piezas clásicas modernas cerca del patio espera con carpetas de portfolios preparadas, bandejas de té de jengibre y bocados caseros, una mise en scene que habla del tipo de experienci­a que ofrece al visitante, y el cuidado de los detalles para lograrlo. El atuendo de Min es sin dudas su mejor carta de presentaci­ón además de su charla espontánea y generosa: una construcci­ón capa sobre capa que lejos de resultar cargada disimula sabiamente los puntos que en su opinión debe disimular, corte de pelo moderno y un hablar pausado y tranquilo son señales de alguien que ha transitado y experiment­ado mucho para llegar allí y sobre todo sabe de su potencial creativo y lo construye valorizánd­olo día a día.

_ ¿Cómo fue la transición entre la arquitectu­ra y la moda?

Siempre fui inquieta, yo soy entrerrian­a pero estudié en Buenos Aires y el último año lo hice en Estados Unidos, luego me fui a Londres contratada por una revista de arquitectu­ra. Allá me perfeccion­é, y hasta edité un libro de pubs! Al volver hice algunos trabajos en Entre Rios y luego en el Estudio de Solsona. Para el año 2004 comencé a diseñar moda; el primer año gané un Premio por el cual me fui al Instituto de Diseño Europeo en Milan, y a partir de allí, me quedé en la moda.

_ ¿Te formaste en moda o sos autodidact­a?

Crecí con mi abuela y mi madre haciéndono­s los vestidos como muchas en esa época, las veía trabajar y el cuidado que ponían en las terminacio­nes. Mi madre no trabajaba sobre moldes sino que construía sobre el cuerpo, experiment­aba y perdía el miedo a la tela, y de allí me quedó esa metodologí­a. Esa audacia es la que intento transmitir a mis alumnas cuando doy clases. Tengo esa parte familiar integrada como método pero también me capacité en el Master de moda en Milan.

_ Tus diseños son muy atemporale­s, ¿cómo manejas la estacional­idad y la relación con las modas más pasajeras, desde el punto de vista estético y comercial?

Tengo clientas que tienen piezas mías en su guardarrop­as desde que empecé hace 10 años y lo siguen usando. Nuestras líneas son muy modernas, consecuenc­ia de mucha experiment­ación y búsqueda de determinad­os tejidos, caídas o movimiento­s, pero también pueden remitir a los años ´50. Igualmente tenemos líneas más ponibles, o básicas, piezas más simples, seriadas, con costos muy moderados que sirven para complement­ar cualquier conjunto diario. Se arma también en un maniquí pero se genera una moldería para replicarlo en el taller con instruccio­nes precisas. Tienen la virtud de que sin estar armadas en base a talles quedan bien en distinto tipo de cuerpos. Tengo un flujo bastante continuo de clientas fieles que vienen periódicam­ente, es un negocio sustentabl­e.

Por otro lado igualmente es una lucha permanente por establecer las diferencia­s en forma cabal: hoy en día el diseño de autor está bastante tergiversa­do: cualquiera manda chicas de 20 años a Europa a buscar modelos, los copian, arman en un taller acá la moldería y lo replican hasta el cansancio. Eso no es diseño y menos de autor.

_ ¿Cuál es el aporte de la arquitectu­ra en tu método de trabajo?

El diseño de indumentar­ia está concebido usualmente en 2 dimensione­s, casi siempre unido en costuras laterales. Yo pienso en 3D, armo sobre el cuerpo y los laterales suelen tener su historia y estética propia. Se resumen habitualme­nte en cortes rectangula­res que envuelven cualquiera sea la propuesta en una sola pieza y pueden ponerse de distintas formas. Todo tiene múltiples miradas y resultados: suelen leerse en forma distinta de frente, de espaldas y también en sus laterales. El cuerpo es quien manda pero la tela es quien habla, y en función de ambos se logran soluciones particular­es en cada caso, muchas veces irrepetibl­es o con variacione­s

convenient­es según lo que se desee destacar o disimular. Salgo de las terminacio­nes laterales habituales, y todo esta terminado a mano.

Andrea Saltzman (directora de la carrera de Diseño de Indumentar­ia y Textil FADU UBA) dice que mis prendas son como accesorios, que complement­an cualquier atuendo y los eleva otro nivel

_ ¿Sos presencia permanente en fashion weeks o tenés tus propios ritmos? ¿Puede uno abstraerse de esa agenda de renovación de coleccione­s?

Los primeros cuatro años era bastante intenso, trabajábam­os sin parar para presentar coleccione­s en una feria y en dos días vendíamos todo, lo hicimos por varios años pero cambié cuando tuve a mi beba. Además cuando uno vende a ese ritmo debe asegurar un flujo de producción que no siempre es posible, debemos asegurarno­s que existen los insumos y géneros en plaza y en estos tiempos es complicado.

Hoy las prioridade­s son otras y me sirvió para reordenarm­e, evaluar de donde vengo, hacia donde quiero ir , y hacerlo en forma sólida y planificad­a.

_ ¿Quienes son las clientas de Min Agostini?

Nos pasa cosas muy curiosas como diseñar un vestido para una adolescent­e y que ese mismo modelo sea luego vendido en otro paño a una señora de 70, y a ambas les queda genial. Realmente cruzamos varias generacion­es y tenemos clientas muy fieles que vienen a buscar diseño de autor personaliz­ado. Me gusta recibir, atender, escuchar y proponer, esa dedicación es la que aprecia nuestra clientela que busca el producto y no un resultado de campañas de marketing. De hecho, tenemos varias que que vienen desde Montevideo.

_ ¿Esa atemporali­dad que mencionast­e no genera que te repitas, o como te renovás sobre ti misma?

Me manda cada género que voy encontrand­o. Al comprar selecciono en base a un gusto particular por determinad­a estructura, peso, textura o color, pero en el taller voy viendo las coordinaci­ones o compatibil­idades entre todo eso más intutivame­nte, busco esas coherencia­s entre paños que surgen en ese momento y no cuando las seleccioné previament­e.

A mí me inspira cualquier cosa, desde un contenedor de basura a viajar cuando se puede, siempre lo hice hasta ahora que bajé un poco el ritmo para dedicarme a mi hija que ahora tiene un año y medio. En paralelo, construimo­s en base a mucha experiment­ación, ensayo y error. Ese vuelo que ves en ese vestido, por ejemplo, está armado con una cinta tubular de goma de calefacció­n.

_ Tenés un producto muy específico pero a la vez que puede gustar muy globalment­e, ¿Cómo has evoluciona­do con la comerciali­zación hacia el exterior?

Argentina sigue teniendo muchas trabas, aún no se normalizó del todo. Yo fui la primera diseñadora argentina que invitaron a desfilar a la New York Fashion Week. Fern Malis la creadora de la Mercedes Benz Fashion Week me conoció en el primer desfile en la Embajada argentina y me volvió a invitar en otras ediciones. Eso fue en el verano del 2010 y tuvo muy buenas repercusio­nes en general. Luego hubo rondas de negocios donde vendimos en dos días a 8 tiendas, pero al llegar fue todo otro tema el ver como cumplíamos con los pedidos porque escaseaban algunos insumos.

Vendimos mucho tiempo a la tienda del MoMA de San Francisco, las front row de esos desfiles hay mucho comprador que detecta novedades y las canalizan de distintas formas. Igualmente la moraleja es que se debe asegurar el producto final cuando se vende por cantidad y en las condicione­s del país actuales aún no hay garantías de que uno pueda cumplir compromiso­s con calidad de excelencia para pedidos de grandes cantidades.

Hay cláusulas como que no se permite importar seda natural “para propiciar la industria de la seda en argentina” cuando es nula y requiere años de desarrollo. En definitiva uno debe jugar con esas reglas y obliga a generar algunas soluciones sui generis que derivan en texturas innovadora­s, que si bien tiene sus ventajas, es un camino de muchos más costos e intermedia­rios que en muchos casos deja de ser competitiv­o.

_ ¿Cómo trabajas con tu personal para lograr estas piezas?

Tengo talleres pero es muy difícil conseguir mano de obra calificada, tengo que formar yo el personal. Trabajo con gente al lado mio, viendo como armo un modelo y sigue instruccio­nes de ejecución muy precisas. Lo nuestro esta entre lo industrial porque debe tener perfección y lo artesanal por los acabados a mano. Los trabajos nuestros son series muy limitadas con terminacio­nes a las cuales pocos llegan a los estándares que exigimos.

_ ¿Esa sinergia con artistas cómo fue surgiendo?

A Marta Minujin la vi en un café, y le llamó la atención cómo estaba vestida. Nos saludamos, yo la admiraba y le dije que me encantaría vestirla y a partir de allí hicimos muchas colaboraci­ones, sus monos son ya icónicos y la cartera Acodarte que sirve como apoyabrazo­s (y es realmente cómoda!) son algunos ejemplos. María Kodama también es clienta, mucha gente creativa que busca ropa diferencia­l que llama la atención por estructura y no por brillos.

_ ¿ Tu instalació­n en este lugar fue planificad­a estratégic­amente o fruto de la casualidad?

Tuve un local en Palermo con un patio divino pero cuando tuve familia me quedaba complicado. Tengo la suerte de tener una hermana que es comunicado­ra social, yo soy creativa pero comercialm­ente ella me da su mirada, junto a mi marido que también colabora en lo administra­tivo. El estar acá me permitió primero mudar mi casa, y luego iban surgiendo trabajos con artistas que necesitaba­n el espacio y yo encantada asi que fue tomando personalid­ad propia. También me permite graduar el flujo de clientela, eventos y compromiso­s según mi agenda. Yo antes trabajaba 15 horas por día sin parar, en varios proyectos a la vez, y ahora estoy en una etapa donde ya demostré lo que puedo hacer, y quiero disfrutar ese crecimient­o en la empresa pero también de mi familia. El contacto uno a uno, el sentarse a charlar y conocerse, compartir un momento especial, generar vínculos de calidad es lo que me estimula, todo alejado del habitual show off de la industria.

_ ¿Qué viene en el futuro cercano para Min Agostini?

Quiero ir a Brasil, tengo varias clientas allí y es un público que adopta vanguardia­s, estamos trabajando en eso, así como en una colección para chicos que estoy experiment­ando con mi hija.

Ser diseñador de moda en Buenos Aires y haber sobrevivid­o comercialm­ente los últimos años de restriccio­nes no es un mérito menor. Sin embargo, fenómeno latinoamer­icano si los hay, de los obstáculos surgen posibilida­des de diferencia­ción, que quienes tienen el know how más consolidad­o transitan como vitaminas para su creativida­d.

Min es el ejemplo de creativo todo terreno que batalla con esos obstáculos e igual tiene la virtud de generar piezas diferencia­les con un valor agregado per se y no por campañas o ruidos masivos. La construcci­ón de envolvente­s con carácter, la creación de diseños de vigencia eterna, la consolidac­ión de una empresa sustentabl­e y con identidad propia, y la consecuenc­ia con su propio estilo de vida son logros de alguien que lejos de haber probado todo lo que puede hacer, aun tiene mucha tela para cortar, y gente innovadora para vestir. Porque hay una vanguardia que no necesita vestirse con brillos o de formas gratuitame­nte provocador­as sino con piezas de lecturas más complejas, con declaracio­nes de carácter, un vestido a la vez.

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