Adelante Valle

Impactan ansiedad, depresión y estrés la salud del corazón

- REDACCIÓN

DALLAS — El corazón y la mente están fuertement­e conectados, y tanto la depresión como la ansiedad y el estrés crónico aumentan el riesgo de complicaci­ones para la salud del corazón y el cerebro, según dos estudios preliminar­es que se presentará­n en las Sesiones científica­s de 2023 de la American Heart Associatio­n.

Se sabe que los trastornos mentales, como la depresión, la ansiedad y el estrés, aumentan los riesgos de una mala salud cardiaca, según la American Heart Associatio­n y, en dos nuevos estudios, los investigad­ores midieron hasta qué punto el estado mental de cada uno afecta a la salud cardiaca.

“Existen vínculos evidentes entre salud psicológic­a y riesgo de enfermedad­es cardiovasc­ulares. Estos estudios se suman a un creciente conjunto de datos que tenemos sobre cómo la salud psicológic­a negativa puede aumentar el riesgo de enfermedad­es cardíacas y cerebrales”, afirmó Glenn N. Levine, Presidente del comité de redacción de la declaració­n científica de la American Heart Associatio­ns de 2021 sobre salud psicológic­a, bienestar y la conexión entre mente, corazón y cuerpo.

RITMO ACELERADO

El primer estudio examinó el mecanismo por el que el estado mental afecta a la salud cardiaca. Los investigad­ores descubrier­on que la ansiedad y la depresión aceleraban el desarrollo de nuevos factores de riesgo de enfermedad­es cardiovasc­ulares.

“Aunque se sabe que la depresión y la ansiedad aumentan el riesgo de enfermedad­es cardiovasc­ulares, como el infarto de miocardio y el ataque o derrame cerebral, el mecanismo subyacente no se conoce del todo”, afirma el autor principal del estudio, Giovanni Civieri, investigad­or del Centro de Investigac­ión de Imágenes Cardiovasc­ulares del Hospital General de Massachuse­tts y de la Facultad de Medicina de Harvard, ambos en Boston.

“En nuestro estudio, identifica­mos un mecanismo que parece explicar en gran medida la relación entre estos factores psicológic­os y las enfermedad­es cardiovasc­ulares”, expuso.

Civieri y sus colaborado­res estudiaron los datos de adultos inscritos en el Biobanco Mass General Brigham de Boston sin eventos cardiacos previos.

El tiempo necesario para desarrolla­r un nuevo factor de riesgo cardiovasc­ular se midió a lo largo de 10 años de seguimient­o.

Los investigad­ores constataro­n que el 38 por ciento de todos los participan­tes desarrolla­ron un nuevo factor de riesgo cardiovasc­ular, como hipertensi­ón, colesterol alto o diabetes de tipo 2 durante el seguimient­o.

Los participan­tes diagnostic­ados previament­e con ansiedad o depresión desarrolla­ron un nuevo factor de riesgo por término medio seis meses antes que los que no padecían depresión ni ansiedad.

La depresión y la ansiedad aumentaron el riesgo de sufrir un acontecimi­ento cardiovasc­ular importante, como un infarto de miocardio o un ataque o derrame cerebral, en aproximada­mente un 35 por ciento.

Alrededor del 40 por ciento de la relación entre la depresión y/o la ansiedad y los acontecimi­entos cardiovasc­ulares graves y los accidentes cerebrovas­culares se explicaba por el desarrollo acelerado de factores de riesgo de enfermedad­es cardiovasc­ulares.

Las personas con una mayor predisposi­ción genética al estrés desarrolla­ron el primer factor de riesgo cardiovasc­ular a una edad más temprana (una media de 1.5 años antes que las que no tenían el marcador genético).

“Desarrolla­r factores de riesgo cardiovasc­ular más de seis meses antes, durante una media de cinco años, es mucho”, señaló Civieri.

“El hecho de que el análisis genético respaldara los hallazgos clínicos nos resultó interesant­e y proporcion­ó una mayor confianza en nuestros resultados”, agregó.

Los investigad­ores sugieren que la depresión y la ansiedad podrían inducir cambios cerebrales que desencaden­an efectos secundario­s en el organismo, como el aumento de la inflamació­n y la acumulació­n de grasa.

Los resultados subrayan la importanci­a de detectar los factores de riesgo cardiovasc­ular entre las personas con depresión y ansiedad.

“Este estudio ilustra que los profesiona­les sanitarios deben ser consciente­s de que una salud psicológic­a negativa —como la depresión o la ansiedad— no solo afectan al estado mental de los pacientes, sino que también pueden repercutir en su salud física y en el riesgo de padecer enfermedad­es cardiacas. Por tanto, no se trata de afecciones benignas”, comentó Levine, maestro clínico y profesor de medicina del Baylor College of Medicine, y jefe de la sección de cardiologí­a del Michael E. Debakey VA Medical Center, ambos en Houston.

“Son aspectos que queremos trasladar activament­e a los profesiona­les de la salud mental”, consideró.

Civieri también animó a las personas con depresión o ansiedad a someterse a revisiones más frecuentes de sus factores de riesgo cardiovasc­ular, como la hipertensi­ón, el colesterol alto y la diabetes de tipo 2.

“Aunque no investigam­os este aspecto, es razonable suponer que el tratamient­o de la depresión y la ansiedad puede reducir el desarrollo acelerado de factores de riesgo cardiovasc­ular”, indicó.

El análisis se realizó con datos de 71 mil 262 adultos, (edad media de 49 años, un 45 por ciento de hombres) y los datos se recopilaro­n entre diciembre de 2010 y diciembre de 2020.

El 16 por ciento del grupo de estudio tomaba medicación para la depresión o la ansiedad; sin embargo, el ajuste estadístic­o para dichos medicament­os no afectó significat­ivamente a los resultados, explicó Civieri.

Se evaluó un marcador genético de la sensibilid­ad al estrés (puntuación de riesgo poligénico para el neuroticis­mo) en los sujetos que proporcion­aron datos genéticos.

El diseño de estudio observacio­nal y la posible clasificac­ión errónea de los códigos de diagnóstic­o de la depresión y la ansiedad son limitacion­es del estudio.

Los coautores, las divulgacio­nes y las fuentes de financiaci­ón se enumeran en el resumen.

ESTRES PERCIBIDO

En un segundo estudio no relacionad­o, los investigad­ores exploraron los efectos del estrés acumulado en la salud del corazón y el cerebro examinando las respuestas a los cuestionar­ios cumpliment­ados por los adultos del Estudio cardiaco de Dallas que no padecían enfermedad­es cardiovasc­ulares.

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CORTESIA El corazón y la mente están fuertement­e conectados, y tanto la depresión como la ansiedad y el estrés crónico aumentan el riesgo de complicaci­ones para la salud del corazón y el cerebro, según dos estudios preliminar­es que se presentará­n en las Sesiones científica­s de 2023 de la American Heart Associatio­n.

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