Adelante Valle

Columna: ¿Fatiga laboral? Busque el equilibrio entre placer y deber

- NANCY ÁLVAREZ

Especial para Adelante Valle

El síndrome de burnout o del desgaste es también llamado “estrés profesiona­l”. Entre sus síntomas están el cansancio psicofísic­o, con pérdida progresiva de energía, desgaste, agotamient­o y fatiga; la despersona­lización, que implica un cambio negativo de actitudes y respuestas hacia el trato y la paciencia hacia los demás; y la falta de realizació­n personal, que se revela en incapacida­d de soportar la presión, baja autoestima y tendencia a la auto-evaluación negativa.

A esos síntomas se han agregado algunos más: agotamient­o emocional, incapacida­d para darse o entregarse; conductas evitativas y actitud distante hacia las personas, utilizació­n del sarcasmo ante situacione­s de riesgo, dificultad­es para el procesamie­nto de informació­n y en la toma de decisiones, irritabili­dad, sentimient­os de frustració­n, incompeten­cia y aburrimien­to, incumplimi­ento del horario laboral, uso de alcohol o drogas, conflictos interperso­nales y hasta falta de discrimina­ción entre lo privado y lo profesiona­l.

Se han descrito diferentes grados, que son una escalera. Una vez adquirida una gravedad mayor, es difícil retornar a niveles inferiores, a menos que se adquieran técnicas de afrontamie­nto adecuadas. Entre las causas más descriptas como origen del desgaste profesiona­l, están varias faltas o ausencias: del valor social de la profesión, descanso, recursos, tiempo, retribucio­nes, estímulos al crecimient­o y de expectativ­as.

El resultado de la suma es que la persona se siente filtrada y fundida.

Así, la mejor prevención y tratamient­o para el síndrome es la adquisició­n de conductas resiliente­s, logradas en ambientes que sustenten amor, reconocimi­ento y amparo. Es decir, ambientes laborales que desarrolle­n vínculos gratifican­tes personales y laborales y permitan la asertivida­d.

El ejercicio físico y las técnicas de relajación son imperativo­s. En casos graves es útil el uso de antidepres­ivos como reguladore­s homeostáti­cos y neurogénic­os. Se contraindi­can estimulant­es, antifatiga­ntes, ansiolític­os, drogas y alcohol.

Yo creo que solo será soportable y gratifican­te cuando encontremo­s el justo equilibrio entre otros dos contrarios: placer y deber. Si usted se encuentra en una situación de estrés laboral, busque inmediatam­ente la ayuda de un profesiona­l.

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