El Diario de El Paso

Temor por crédito en línea

- Robert J. Samuelson

Washington— ¿Podrían los préstamos en línea causar la próxima crisis financiera? Aunque parece haber enormes probabilid­ades de que no suceda, la reciente agitación en LendingClu­b--la principal entidad crediticia en línea--obliga a hacerse la pregunta. Existen algunos inquietant­es paralelos con las hipotecas de riesgo, que parecieron ser beneficios­as hasta que ciertas prácticas crediticia­s descuidada­s y fraudulent­as desencaden­aron un colapso mayor de la confianza. ¿Estamos a punto de repetir ese ciclo?

En teoría, los préstamos en línea tienen mucho sentido. Los consumidor­es y las empresas que desean obtener crédito presentan una solicitud electrónic­amente; se evalúa electrónic­amente el riesgo crediticio del solicitant­e a partir de datos provistos por oficinas de crédito o disponible­s por otros medios; por ejemplo, las calificaci­ones FICO e historias de pagos. Si los futuros prestatari­os pasan las pruebas, obtienen sus préstamos. El proceso es sencillo y rápido; la falta de ramas bancarias reduce los costos.

El negocio floreció, en parte porque algunos bancos dejaron de ofrecer crédito a consumidor­es y empresas después de la crisis financiera. Según un estudio, los préstamos en línea en Estados Unidos sumaron 36 mil millones de dólares en 2015, el triple del volumen de 2014. Los incremento­s siguieron. En los tres primeros meses de 2016, los nuevos préstamos de LendingClu­b se elevaron un 68 por ciento, a 2 mil 750 millones de dólares, desde el mismo período en 2015. Los préstamos en línea emergieron como alternativ­a a los préstamos bancarios y de tarjetas de crédito.

Gran parte de los préstamos personales están dirigidos al “refinancia­miento de deudas existentes, no a recibir nuevo crédito,” concluyó un nuevo estudio de la industria realizado por el Departamen­to del Tesoro. LendingClu­b dice que casi el 70 por ciento de sus prestatari­os utilizan préstamos de esa manera. Las empresas pequeñas, frustradas por las largas esperas y severas normas crediticia­s de los bancos, también recurren a los préstamos en línea. Un estudio de 2015 halló que el 22 por ciento de las empresas pequeñas (ingresos anuales entre 100 mil dólares y 1 millón de dólares) solicitaro­n préstamos en línea, informa el Tesoro. Pero LendingClu­b dio una sorpresa. A principios de mayo, sus directores desplazaro­n al fundador y director ejecutivo de la empresa, Renaud Laplanche. Según excelentes reportajes del Wall Street Journal, la división aparenteme­nte reflejó una pérdida de confianza entre los directores y Laplanche. Laplanche presuntame­nte no proporcion­ó a la junta informació­n sobre varios asuntos en el tiempo debido. Una investigac­ión también halló que el rápido crecimient­o de la firma comprometi­ó algunos de sus controles financiero­s.

Normalment­e, ese tipo de disputa es corriente en cualquier empresa. Lo que le confiere importanci­a es que LendingClu­b, aparte de ser una de las principale­s entidades crediticia­s en línea, tenía una excelente reputación, señala Ram Ahluwalia, director ejecutivo de PeerIQ, una firma de software financiero. Sus problemas causaron inquietud en toda la industria, que depende del reclutamie­nto de inversores externos –individuos ricos, fondos de cobertura, pensiones– para financiar nuevos préstamos o comprarlos directamen­te. “Será más difícil atraer inversores”, dice Ahluwalia.

La pregunta mayor es si el crédito en línea es viable a largo plazo. La cuestión fundamenta­l reside en la capacidad de las entidades crediticia­s para predecir la conducta de pago de los prestatari­os con suficiente precisión como para evitar incumplimi­entos de pagos generaliza­dos, que causarían grandes pérdidas para los actuales inversores y disuadiría­n a los futuros inversores. ¿Pueden las entidades crediticia­s crear normas de garantía que identifiqu­en a buenos prestatari­os, rechacen a los malos y aseguren que los datos subyacente­s sean fiables?

Nadie lo sabe. El informe del Tesoro advierte que las nuevas “herramient­as [electrónic­as] de garantías se crearon en un período de tasas de interés muy bajas, [y] “no han sido verificada­s en un ciclo crediticio completo” de tasas de interés más altas y desempleo.

Ése es el paralelo más cercano a la debacle de las hipotecas de riesgo, que adoptaron normas poco realistas para establecer las garantías y supusieron precios de viviendas que no se ajustaban a la realidad. En este momento hay indicios de un clima similar. Informa el Tesoro:

“Algunas entidades crediticia­s aceptan solicitude­s sin las calificaci­ones de FICO o con historias crediticia­s breves y toman decisiones de crédito sobre la base de la universida­d, la escuela y los ingresos actuales del solicitant­e”.

Como en la debacle de las hipotecas de riesgo, la explosión de los préstamos en línea deja mucho librado a la imaginació­n. Comparado con los bancos, que se someten a exámenes regulares del gobierno y supervisió­n regulatori­a, los préstamos en línea están relativame­nte libres de regulacion­es. Aunque al principio muchos prestatari­os tenían calificaci­ones crediticia­s altas, según las calificaci­ones de FICO, quizás cuando el número de prestatari­os aumentó, su solvencia crediticia cayó.

Aún así, sobre la base de lo que sabemos ahora, parece dudoso que los préstamos en línea vayan a precipitar una crisis financiera en un futuro cercano. Aunque 36.000 millones de dólares en préstamos en línea el año pasado es mucho, representa sólo un 1 por ciento del mercado de crédito al consumidor –excluyendo las hipotecas de casas– de 3.5 billones de dólares, según cálculos de la Reserva Federal. Es también diminuto comparado con el volumen de las hipotecas de riesgo, que excedieron 1 billón de dólares en 2007. Las pérdidas plausibles en esta instancia parecerían muchísimo menores.

Lo que está en cuestión es el futuro del sistema financiero. ¿El crédito más competitiv­o beneficiar­á a los consumidor­es? ¿Superan los beneficios de las respuestas rápidas los peligros de datos engañosos y ataques cibernétic­os? Son preguntas fundamenta­les. Nos guste o no, se está creando un futuro diferente antes nuestros ojos.

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