Temor por crédito en línea
Washington— ¿Podrían los préstamos en línea causar la próxima crisis financiera? Aunque parece haber enormes probabilidades de que no suceda, la reciente agitación en LendingClub--la principal entidad crediticia en línea--obliga a hacerse la pregunta. Existen algunos inquietantes paralelos con las hipotecas de riesgo, que parecieron ser beneficiosas hasta que ciertas prácticas crediticias descuidadas y fraudulentas desencadenaron un colapso mayor de la confianza. ¿Estamos a punto de repetir ese ciclo?
En teoría, los préstamos en línea tienen mucho sentido. Los consumidores y las empresas que desean obtener crédito presentan una solicitud electrónicamente; se evalúa electrónicamente el riesgo crediticio del solicitante a partir de datos provistos por oficinas de crédito o disponibles por otros medios; por ejemplo, las calificaciones FICO e historias de pagos. Si los futuros prestatarios pasan las pruebas, obtienen sus préstamos. El proceso es sencillo y rápido; la falta de ramas bancarias reduce los costos.
El negocio floreció, en parte porque algunos bancos dejaron de ofrecer crédito a consumidores y empresas después de la crisis financiera. Según un estudio, los préstamos en línea en Estados Unidos sumaron 36 mil millones de dólares en 2015, el triple del volumen de 2014. Los incrementos siguieron. En los tres primeros meses de 2016, los nuevos préstamos de LendingClub se elevaron un 68 por ciento, a 2 mil 750 millones de dólares, desde el mismo período en 2015. Los préstamos en línea emergieron como alternativa a los préstamos bancarios y de tarjetas de crédito.
Gran parte de los préstamos personales están dirigidos al “refinanciamiento de deudas existentes, no a recibir nuevo crédito,” concluyó un nuevo estudio de la industria realizado por el Departamento del Tesoro. LendingClub dice que casi el 70 por ciento de sus prestatarios utilizan préstamos de esa manera. Las empresas pequeñas, frustradas por las largas esperas y severas normas crediticias de los bancos, también recurren a los préstamos en línea. Un estudio de 2015 halló que el 22 por ciento de las empresas pequeñas (ingresos anuales entre 100 mil dólares y 1 millón de dólares) solicitaron préstamos en línea, informa el Tesoro. Pero LendingClub dio una sorpresa. A principios de mayo, sus directores desplazaron al fundador y director ejecutivo de la empresa, Renaud Laplanche. Según excelentes reportajes del Wall Street Journal, la división aparentemente reflejó una pérdida de confianza entre los directores y Laplanche. Laplanche presuntamente no proporcionó a la junta información sobre varios asuntos en el tiempo debido. Una investigación también halló que el rápido crecimiento de la firma comprometió algunos de sus controles financieros.
Normalmente, ese tipo de disputa es corriente en cualquier empresa. Lo que le confiere importancia es que LendingClub, aparte de ser una de las principales entidades crediticias en línea, tenía una excelente reputación, señala Ram Ahluwalia, director ejecutivo de PeerIQ, una firma de software financiero. Sus problemas causaron inquietud en toda la industria, que depende del reclutamiento de inversores externos –individuos ricos, fondos de cobertura, pensiones– para financiar nuevos préstamos o comprarlos directamente. “Será más difícil atraer inversores”, dice Ahluwalia.
La pregunta mayor es si el crédito en línea es viable a largo plazo. La cuestión fundamental reside en la capacidad de las entidades crediticias para predecir la conducta de pago de los prestatarios con suficiente precisión como para evitar incumplimientos de pagos generalizados, que causarían grandes pérdidas para los actuales inversores y disuadirían a los futuros inversores. ¿Pueden las entidades crediticias crear normas de garantía que identifiquen a buenos prestatarios, rechacen a los malos y aseguren que los datos subyacentes sean fiables?
Nadie lo sabe. El informe del Tesoro advierte que las nuevas “herramientas [electrónicas] de garantías se crearon en un período de tasas de interés muy bajas, [y] “no han sido verificadas en un ciclo crediticio completo” de tasas de interés más altas y desempleo.
Ése es el paralelo más cercano a la debacle de las hipotecas de riesgo, que adoptaron normas poco realistas para establecer las garantías y supusieron precios de viviendas que no se ajustaban a la realidad. En este momento hay indicios de un clima similar. Informa el Tesoro:
“Algunas entidades crediticias aceptan solicitudes sin las calificaciones de FICO o con historias crediticias breves y toman decisiones de crédito sobre la base de la universidad, la escuela y los ingresos actuales del solicitante”.
Como en la debacle de las hipotecas de riesgo, la explosión de los préstamos en línea deja mucho librado a la imaginación. Comparado con los bancos, que se someten a exámenes regulares del gobierno y supervisión regulatoria, los préstamos en línea están relativamente libres de regulaciones. Aunque al principio muchos prestatarios tenían calificaciones crediticias altas, según las calificaciones de FICO, quizás cuando el número de prestatarios aumentó, su solvencia crediticia cayó.
Aún así, sobre la base de lo que sabemos ahora, parece dudoso que los préstamos en línea vayan a precipitar una crisis financiera en un futuro cercano. Aunque 36.000 millones de dólares en préstamos en línea el año pasado es mucho, representa sólo un 1 por ciento del mercado de crédito al consumidor –excluyendo las hipotecas de casas– de 3.5 billones de dólares, según cálculos de la Reserva Federal. Es también diminuto comparado con el volumen de las hipotecas de riesgo, que excedieron 1 billón de dólares en 2007. Las pérdidas plausibles en esta instancia parecerían muchísimo menores.
Lo que está en cuestión es el futuro del sistema financiero. ¿El crédito más competitivo beneficiará a los consumidores? ¿Superan los beneficios de las respuestas rápidas los peligros de datos engañosos y ataques cibernéticos? Son preguntas fundamentales. Nos guste o no, se está creando un futuro diferente antes nuestros ojos.