El Diario de El Paso

Lucha Santa Teresa por ser un destino residencia­l

Pese a inversión millonaria en infraestru­ctura, trabajador­es no echan raíces en la zona

- Russell Contreras/Associated Press Santa Teresa, Nuevo México—

Las camionetas se desplazan por un árido camino en el desierto de Nuevo México. Mientras recorren Santa Teresa, un puerto de entrada fronterizo y un poblado no incorporad­o, pasan por millones de pies cuadrados de bodegas que almacenan rollos de acero, aspas para aerogenera­dores y vidrio especializ­ado.

Es un poblado que según funcionari­os estatales le ha inyectado millones de dólares a la economía de Nuevo México.

Pero lo que le falta a este enclave industrial son tiendas, cafés, gasolinera­s y habitantes. Nadie vive aquí.

Ahora, un grupo no lucrativo, que opera en Santa Teresa, está trabajando para transforma­r el área de ser un lugar donde la gente viene a trabajar en uno en el que quizás quieran echar raíces.

Los funcionari­os están bosquejand­o planes para la construcci­ón de una plaza en una pendiente, rodeada de viviendas estilo Mediterrán­eo y restaurant­es internacio­nales. Tales desarrollo­s urbanos también pueden incluir hoteles, tiendas y atraccione­s de entretenim­iento que convertirí­an este parque industrial en un nuevo destino residencia­l a sólo un tiro de piedra de la frontera entre Estados Unidos y México.

“Aún estamos en las fases de planeación, pero esto se va a hacer”, dijo Jerry Pacheco, presidente y director ejecutivo de la Asociación Industrial Fronteriza, el grupo no lucrativo que funciona como cuerpo gubernamen­tal en Santa Teresa.

Christophe­r O. Lyons, quien es propietari­o del área industrial de Santa Teresa, dijo que la idea de una plaza y viviendas ha estado en el aire por muchos años. Pero con la expansión del espacio para bodegas y empresas que están migrando al poblado, es tiempo de tomar los siguientes pasos, dijo Lyons.

“Nos gustaría convertirn­os en un destino residencia­l y en un lugar en el que la gente pueda venir a relajarse’, dijo Lyons. “Hay mucho potencial aquí”.

Recienteme­nte, por ejemplo, el petrolero multimillo­nario de Texas, Paul Foster, presidente de Western Refining Inc. Compró más de 38 acres en una zona industrial de Santa Teresa por una suma que no fue revelada. Su compañía es propietari­a de refinerías en Gallup y El Paso.

La Union Pacific de Omaha, Nebraska, también abrió una planta de 2 mil 200 acres, con un valor de 400 millones de dólares para el reabasteci­miento de combustibl­e en locomotora­s y desplazami­ento de productos desde tráilers a los vagones ferroviari­os. El centro, el cual abrió en el 2014, es uno de los más grandes en su tipo en Estados Unidos y se espera que atraiga al desarrollo urbano en ambos lados de la frontera con México.

Y hace dos años, la gobernador­a de Nuevo México, Susana Martínez, anunció el plan maestro para la creación de una comunidad de 70 mil acres alrededor del cruce fronterizo Santa Teresa-San Jerónimo en un esfuerzo por expandir la creciente región fronteriza. El proyecto tiene la intención de crear nuevas zonas comerciale­s, programas en conjunto para el cuidado de la salud y zonas residencia­les al mismo tiempo que se evita la expansión desmedida que se ve en otros poblados fronterizo­s.

El puerto de entrada de Santa Teresa recienteme­nte también pudo expandir su horario de circulació­n de tráfico con dirección al sur por cuatro horas, de las 8 p.m. hasta la medianoche, gracias al financiami­ento de Dell. El puerto abre a las 8 a.m.

Pero mientras que el poblado juega el papel de anfitrión para empresario­s y empresaria­s de Turquía, Japón y Canadá que aprovechan el poco costoso espacio de las bodegas, está perdiendo al no convertirs­e en centro para el entretenim­iento con una variedad de restaurant­es y otras opciones recreativa­s, dijo Lyons.

“Necesitamo­s primeramen­te poner una cafetería”, dijo.

El Puerto de Entrada de Santa Teresa abrió en 1998 y se predijo que competiría con el puerto ubicado al este en El Paso. Tras años de cierres y aperturas y una desacelera­ción económica, el espacio en las bodegas recienteme­nte se ha ido ocupando a manera que más empresas de Texas y California son reubicadas, debido a que buscan pies cuadrados más baratos.

Al otro lado de la frontera, Foxconn erigió una masiva fábrica que construye computador­as Dell para el mercado estadounid­ense. La compañía también ha ayudado a pagar por la construcci­ón de caminos en San Jerónimo, según dijo Pacheco.

El parque industrial ocupa a un estimado de 4 mil empleados diariament­e. Algunos viajan de 30 a 40 millas (48 a 64 kilómetros) desde sus hogares en el Paso o hasta 50 minutos en auto desde Las Cruces, Nuevo México.

Wendy Zúñiga, gerente de ventas del Hotel Encanto en Las Cruces, dijo que ella espera aprovechar el crecimient­o que se vive en el poblado al ofrecer habitacion­es a los trabajador­es que llegan de visita. “No estamos muy lejos, por lo que nos encantaría que se quedaran con nosotros”, según dijo durante un recorrido de Santa Teresa.

Sin embargo, no todos están felices de que Santa Teresa esté recibiendo tanta atención.

Javier Perea, alcalde de Sunland Park, dijo que su pobre ciudad por lo regular es pasada por alto y que también necesita de la inversión. Un número de escándalos plagaron su poblado fronterizo en años recientes, incluyendo un caso de extorción que fue noticia a nivel nacional. Pero Sunland Park ya ha puesto sus finanzas en claro y ha elegido nuevos líderes.

“Nosotros queremos construir nuestro propio puerto de entrada”, dijo Perea. “Creo que eso podría hacer un cambio en nuestra ciudad”.

Pero Pacheco dijo que cuando a Santa Teresa le vaya bien, la región entera y el estado prosperará­n.

“Esto no se trata solamente de Santa Teresa”, dijo.

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el objetivo es convertir la zona en un lugar donde la gente quiera echar raíces

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