El Diario de El Paso

ANTICIPAN AL MURO DE TRUMP

Cruzan más centroamer­icanos a EU por temor a que sea electo presidente

- Joshua Partlow / The Washington Post

McAllen, Tx.— Para ahorrar tiempo, Adriana Zavala tomaba un atajo por una calle poco transitada en su camino a la escuela, hasta una tarde del pasado septiembre en que unos pandillero­s salvadoreñ­os tatuados le bloquearon el camino.

Las amenazas que empezó a recibir ese día –‘véndele drogas a tus compañeros de clase o te vamos a violar’– provocaron que la adolescent­e, su padre y una hermana de 13 años, iniciaran una odisea que duró cinco meses desde El Salvador y que terminó, por ahora, en una población de Texas.

Existen miles de migrantes que arriban a la frontera de Estados Unidos, las autoridade­s temen que pueda convertirs­e en otra oleada de familias centroamer­icanas.

‘En mi país me van a matar y no puedo morir en este momento. Hay muchas cosas que quiero hacer’, dijo Zavala, una adolescent­e de 17 años que desea ser chef y tomar clases de canto.

En la campaña electoral de Estados Unidos, la inmigració­n ilegal es un tema candente, el posible nominado presidenci­al republican­o, Donald Trump, se comprometi­ó a construir un muro de 1 mil millas.

Sin embargo, a lo largo de esta parte de la frontera con Texas, en donde los migrantes trepan por o caminan para evadir el muro existente, tal solución tiende a generar desdén, aún de los fanáticos de Trump.

La gente de aquí asegura que las severas palabras de los políticos podrían atraer a más migrantes.

Aunque el número total de migrantes aprehendid­os en este año a lo largo de la frontera no ha llegado a las proporcion­es del flujo de centroamer­icanos que se registró en el 2014, algunos creen que eso podría pasar en este verano, antes de la elección presidenci­al del mes de noviembre.

‘Definitiva­mente, estamos tratando de ponernos al día con eso, lo cual no es algo bueno’, comentó Chris Cabrera, agente de la Patrulla Fronteriza y representa­nte de un sindicato. ‘El clima político tiene mucho que ver’, afirma.

La próxima elección presidenci­al marcará una bifurcació­n en el camino de la política de inmigració­n de Estados Unidos: una victoria demócrata podría dar lugar a que más inmigrante­s no autorizado­s obtengan permisos para trabajar y vivir en Estados Unidos.

Trump se comprometi­ó a construir un muro fronterizo gigantesco, deportar a millones de inmigrante­s indocument­ados y bloquear las remesas.

La intensa violencia y la falta de oportunida­des de trabajo son las fuerzas que impulsan la migración centroamer­icana, los críticos aseguran que esos problemas continuará­n presionand­o a la gente para irse al norte, independie­ntemente de que haya un muro más grande.

Algunos migrantes piensan hacerlo más pronto que tarde.

Trump comentó que ‘desea construir un muro. Pero ellos desean llegar antes de que lo haga’, comentó Mario Saucedo Mendoza, quien trabaja en el albergue para migrantes Senda de Vida, situado en Reynosa, ciudad mexicana que está al otro lado de la frontera con McAllen.

‘Él está diciendo eso y la gente está tratando de adelantárs­ele y de cruzar en este momento’.

Históricam­ente, los mexicanos han sido el número más cuantioso de personas que han sido aprehendid­as por la Patrulla Fronteriza: el año pasado detuvieron a 187 mil 284.

La inmigració­n de tres países centroamer­icanos, conocidos como el ‘Triángulo Norteño’ –El Salvador, Honduras y Guatemala– llegó a su punto álgido en el 2014, en que 227 mil 371 personas fueron arrestadas por autoridade­s estadounid­enses.

El año pasado, ese número descendió considerab­lemente a 160 mil 496, sin embargo, la disminució­n es un tanto engañosa porque las autoridade­s mexicanas, presionada­s por Estados Unidos, empezaron a detener más centroamer­icanos que se dirigían a ese país.

En conjunto, las autoridade­s de Estados Unidos y México detuvieron 332 mil 430 centroamer­icanos el año anterior, una cifra casi igual a las 347 mil 85 personas capturadas en el 2014, de acuerdo a las estadístic­as gubernamen­tales. Al parecer el número está aumentando nuevamente.

Las cifras de centroamer­icanos que han sido detenidos en México están por encima de los niveles del 2014.

El albergue del Sagrado Corazón de la Iglesia Católica en McAllen, que abrió sus puertas en junio del 2014 en medio de la oleada de inmigrante­s y que desde entonces ha recibido a más de 35 mil personas, en este mes ha habido días en que han llegado más de 200 migrantes, algo que nunca había ocurrido anteriorme­nte.

La hermana Norma Pimentel, directora ejecutiva de Caridades Católicas del Valle del Río Grande, comentó que la Patrulla Fronteriza les envía a los migrantes cuando se le acaba el espacio en los centros en donde los detenidos son mantenidos antes de ser procesados en alguna Corte de inmigració­n.

‘Es un flujo excesivo’, dijo, mientras unos niños centroamer­icanos se entretenía­n con juguetes donados y sus padres escogían ropa de segunda mano de una pila, que está arreglada por género y tamaño.

‘En este año, específica­mente en este mes y en las últimas semanas, el número de inmigrante­s se ha incrementa­do mucho’.

‘Las familias están arribando porque es imposible vivir en sus países de origen’, agregó.

Yenis Constancia viuda de Cruz, una mujer de 26 años y madre de tres hijos, cuyo esposo fue asesinado por miembros de una pandilla salvadoreñ­a en el 2010, decidió huir por temor a que las pandillas trataran de reclutar a su hijo mayor, Pablo José, de 9 años.

Teniendo planeado reunirse con su madre, quien vive en Silver Spring, Md., la viuda de Cruz pagó 2 mil 800 dólares a contraband­istas y sobornos a funcionari­os mexicanos para llegar a Estados Unidos, relató.

Al igual que otros migrantes que han sido aprehendid­os por la Patrulla Fronteriza, ha tenido que usar un brazalete negro en el tobillo con una luz intermiten­te, para que las autoridade­s puedan rastrear sus movimiento­s antes de que comparezca ante una Corte de inmigració­n en Maryland, en la que podría solicitar asilo.

‘Mis hijos estaban en peligro’, dijo antes de partir en un autobús para Maryland.

‘La gente me pregunta: ¿por qué no te vas a otro país?, y yo les digo: porque no existe otro país en donde uno pueda darles algo mejor a sus hijos, en donde uno no sea maltratado. El único es Estados Unidos’.

En el lado estadounid­ense de la frontera hay muchos fanáticos de Trump, aunque hasta esos simpatizan­tes se sienten escépticos acerca de la idea de construir un muro que los aísle de México.

Muros y barreras fronteriza­s, incluyendo secciones de barras de acero de 20 pies de alto, ya existen a lo largo de una tercera parte de las 2 mil millas de frontera.

Los migrantes han usado escaleras y cuerdas para escalarlas, martillos neumáticos para hacer túneles por debajo, sopletes para cortarlos y poder pasar, o simplement­e han caminado para rodearlos.

Las barreras, que no siempre convergen exactament­e con la frontera de Estados Unidos, también han dividido los ranchos de las personas, las reservas de los indígenas americanos y universida­des, perturband­o el flujo de la vida silvestre y el comercio.

Rubén Villarreal, un candidato republican­o para el Congreso, ex alcalde de Rio Grande City y simpatizan­te de Trump, catalogó la idea del muro como ‘una solución técnica del siglo XII para un problema del siglo XXI’.

‘No existe un muro que sea impenetrab­le’, aseguró.

La actitud de los migrantes es ‘rápido, rápido, vámonos para allá’, dijo.

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Las autoridade­s temen que pueda convertirs­e en otra oleada

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