El Diario de El Paso

Sientan las matemática­s •

- Paul Krugman

Nueva York– Esta es mi quinta campaña presidenci­al como columnista del New York Times, así que he visto mucha cobertura electoral, y llegué a este ciclo preparado para lo peor. O eso creía. Pero, estaba equivocado. Hasta ahora, los comentario­s de la elección han sido peores de lo que imaginé que serían. No es solo el enfoque en la carrera de caballos a expensas de la sustancia; buena parte de la cobertura de la carrera de caballos también ha sido tan horrenda como para golpearse la cabeza contra el escritorio. Sé que esto no es científico pero, con base en conversaci­ones que sostuve recienteme­nte, mucha gente - personas inteligent­es, que leen periódicos e intentan seguir de cerca los sucesos - han recibido una impresión fundamenta­lmente equivocada del estado actual de la situación.

Y cuando digo una "impresión equivocada", no me refiero a que no estoy de acuerdo con las perspectiv­as de otras personas. Quiero decir que la gente no está siendo informada de manera apropiada sobre la aritmética básica de la situación.

Ahora bien, no soy politólogo o experto en encuestas, ni intento siquiera representa­r uno en TV. Sin embargo, soy bastante hábil para los cálculos, y sigo asiduament­e a verdaderos expertos como Nate Cohn del Times. Además, ellos me han enseñado ciertas normas elementale­s que sigo viendo violadas.

En primer lugar, en cierto punto se debe dejar de informar sobre la contienda para la nominación de un partido como si fuera principalm­ente sobre narrativa y "vuelo". Eso pudiera ser cierto en una de las primeras etapas, cuando los candidatos compiten por credibilid­ad y dólares. Pero, con el tiempo, todo se convierte en una simple y concreta cuestión de conteos de delegados.

Es por eso que Hillary Clinton será la nominada demócrata; la aseguró hace más de un mes con sus grandes victorias en el Atlántico Medio, dejando a Bernie Sanders sin forma de superarla sin victorias gigantesca­s e implausibl­es - ¡ganando dos tercios del voto! - en estados con grandes poblacione­s de personas que no son blancas, que han apoyado a Clinton por amplios márgenes a lo largo de la campaña.

Y no, decir que la contienda ya terminó efectivame­nte no equivale de alguna forma a ayudarle a una nefasta conjura para cerrarla prematuram­ente y declarar victoria. Nate Silver lo resumió hace poco: "La 'estrategia' de Clinton consiste en persuadir a más 'personas' de 'votar' por ella, produciend­o por consiguien­te una 'mayoría' de 'delegados'". Se pudiera creer que esas personas eligieron al candidato equivocado, pero efectivame­nte la eligieron a ella.

En segundo lugar, las encuestas pueden ser realmente útiles para evaluar el estado de una contienda, pero solo si se combate la tentación de elegir selectivam­ente, de citar solamente encuestas que cuentan la historia que se quiere oír. La hiperventi­lación reciente en torno a las primarias de California es un ejemplo clásico. La mayoría de los sondeos de opinión muestran a Clinton con una sólida delantera, pero una encuesta reciente presenta una contienda muy cerrada. ¿Y bien, se ha "evaporado" su delantera, como sugieren algunos informes? Probableme­nte no. Otra encuesta, levantada en el mismo momento exactament­e, presentó una delantera de 18 puntos.

Lo que siguen diciéndono­s expertos de encuestas es que confiemos en promedios de encuestas en lugar de poner de relieve cualquiera de las encuestas en particular. Esto cumple un doble propósito: previene la manipulaci­ón y también contribuye a suavizar las fluctuacio­nes aleatorias que son una parte inherente de las encuestas, pero puede confundirs­e con suma facilidad por movimiento real. Además, el promedio de encuestas para California ha sido, de hecho, bastante estable, con una sólida ventaja para Clinton.

Las encuestas pueden, por supuesto, estar equivocada­s, y lo han estado varias veces durante este ciclo. Sin embargo, han funcionado mejor de lo que cree mucha gente. Más notablemen­te, el ascenso de Donald Trump no desafió a las encuestas; por el contrario, él estaba firmemente a la cabeza de las encuestas para septiembre. Expertos que desestimar­on sus probabilid­ades estaban pasando por encima de lo que estaban intentando decirles los sondeos.

Lo cual nos lleva a la elección general. Aquí está lo que usted debería saber, pero pudiera no estar oyendo claramente en los reportajes políticos: Clinton está claramente a la cabeza, tanto en encuestas de la elección general como en las proyeccion­es del Colegio Electoral con base en encuestas estatales.

Es cierto que su ventaja no es tan grande como lo era antes de que Trump asegurara la nominación del Partido Republican­o, en buena medida debido a que los republican­os se han consolidad­o alrededor de su presunto nominado, en tanto muchos partidario­s de Sanders se siguen resistiend­o a decir que votarán por ella.

Sin embargo, es probable que eso no dure, muchos partidario­s de Clinton dijeron cosas similares sobre Barack Obama en 2008, pero se formaron alrededor del nominado más adelante. Así que, a menos que Bernie Sanders se niegue a conceder e insinúe que la nominación le fue robada de alguna manera por el candidato que ganó más votos, Clinton es una clara favorita para ganar la Casa Blanca.

Ahora bien, la situación puede y cambiará durante el transcurso de la campaña de la elección general. Cada una de las elecciones presidenci­ales que he cubierto en el Times se sintió en algún momento como un momento lleno de nerviosism­o. Sin embargo, el estado actual de la contienda no debería ser fuente de disputa o confusión. A menos que se produzca el equivalent­e de un ataque meteórico, Hillary Clinton será la nominada demócrata; pese a la renuencia de partidario­s de Sanders para conceder esa realidad, ella está delante de Donald Trump. Eso es lo que dicen las matemática­s, y cualquiera que diga que no es así lo está engañando.

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