La (falsa) invasión de robots
Washington— Se vienen los robots, pero no en números que pondrían en peligro a la mayoría de los trabajos de Estados Unidos. Pocos temas han inspirado más repercusión publicitaria que los robots. Consideremos algunos titulares como ejemplo: ‘Los robots y las computadoras podrían llevarse la mitad de nuestros empleos dentro de los próximos 20 años’, ‘Los robots podrían dejar a los humanos sin trabajos para 2045’, ‘Por qué los médicos mejor pagados son los más vulnerables a la automatización’.
Esta es la razón por la que deberían ser escépticos, al menos en el corto plazo.
Primero, hay poca evidencia de que los robots hayan tenido mucho efecto en la creación de empleos en la actual recuperación. Desde el punto más bajo de los trabajos asalariados en febrero de 2010, la economía ha agregado 14 millones de trabajos. Estos números seguramente ocultan miles de trabajos perdidos a la automatización, pero es parte normal de la dinámica de la economía.
Segundo, el número actual de robots tampoco sugiere un gran impacto. En 2014, las compañías americanas instalaron 26 mil robots industriales, según la Federación Internacional de Robótica. Eso es pequeño comparado con el empleo asalariado actual de 144 millones, incluyendo 12 millones de empleos de manufactura. Incluso con suposiciones generosas sobre los robots en trabajos de servicios o tiendas, el total continúa siendo modesto. (En 2014, el mercado industrial de robótica de Estados Unidos era el tercero más grande, detrás de China con 57 mil 096 y Japón con 29 mil 300).
Finalmente, los robots no son algo nuevo. En el monumental estudio sobre la innovación de Estados Unidos (‘The Rise and Fall of American Growth’), el economista Robert Gordon observa que General Motors introdujo los robots industriales en 1961. ‘Para mediados de la década de 1990, los robots soldaban las partes de automóviles y habían reemplazado a los trabajadores en el entorno automotriz del taller de pintura que mata los pulmones’, escribe. Pero la adopción de robots fuera de los sectores de manufactura y mayorista será un proceso ‘largo y gradual’.
Los titulares alarmistas del comienzo de este artículo aparecieron en varias publicaciones y están citados en varios ensayos de Richard Freeman, un economista laboral de Harvard. Como él destaca, ‘la mayoría de los economistas’ (inclusive Freeman) dudan de las predicciones sombrías sobre desempleo masivo. Es verdad, los robots tienen ciertas ventajas por sobre los humanos; pueden trabajar 24 horas por día y no tienen beneficios extra salariales. Sin embargo, los economistas tienen la historia de su lado. Todo esto ya ha sucedido.
No hay una diferencia conceptual entre los robots y las tecnologías de ahorro laboral anteriores, inclusive el cambio del motor a vapor a la electricidad y la adopción de la línea de montaje. Si bien la innovación perjudica a algunas industrias y trabajadores, ayuda a otros al inspirar nuevos productos o reducir precios. Los precios bajos estimularon la venta del Modelo T y los teléfonos inteligentes. Mientras tanto, surgen nuevas industrias satelitales, por ejemplo, la seguridad cibernética en este momento.
Finalmente, está la inercia. Algunas innovaciones ocurren despacio, porque encuentran problemas prácticos. Consideremos los vehículos sin conductores, robots autónomos, que han recibido gran promoción. Es muy poco probable que se vuelvan la norma pronto. Es necesario que se arreglen decenas de temas regulatorios. Tampoco queda claro cuál será la demanda de vehículos sin conductor.
Una encuesta de opinión realizada por Brandon Schoettle y Michael Sivak de la Universidad de Michigan encontró que sólo 16 por ciento de los encuestados quiere vehículos autopropulsados; 39 por ciento prefiere ‘parcialmente autopropulsados’ y 46 por ciento quiere que no tenga características de ‘autopropulsado’. El tema de seguridad es una preocupación. El costo puede que sea otra. Supuestamente, los precios de los carros serían más altos, al reflejar los costos de software, sensores y electrónicos. ¿Los conductores estarán dispuestos a pagar la prima, especialmente cuando los carros actuales duran más que nunca? (La edad promedio de los vehículos en la actualidad es de 11 años, un aumento de los cinco años en 1969, según el Departamento de Transporte).
Todos estos factores argumentan en contra del fantasma del apocalipsis de los robots que crean desempleo masivo. Por supuesto, los aumentos dramáticos en el salario mínimo acelerarán el paso de la automatización. Se perderán más empleos.
Igualmente, el verdadero problema, sugiere Freeman de Harvard, no son los empleos sino los salarios. Esto podría suceder, pero es una pregunta abierta e ignora una fuerza importante que contrarresta. A medida que los baby boomers crecen y se jubilan, el crecimiento de la fuerza laboral aminora. Los trabajadores quizás se vuelvan escasos, empujando los salarios hacia arriba.