El Diario de El Paso

Los seguidores de Trump merecen ser escuchados

- Esther J. Cepeda estherjcep­eda@washpost.com @estherjcep­eda

Chicago— Hasta el momento, lo más inteligent­e que se ha escrito sobre esta temporada de elecciones fue escrito por Cristina Sáenz-Alcántara, “una chicana dueña de una empresa pequeña, meditadora diaria y defensora sin fines de lucro” en el sitio Latino Rebels (Rebeldes Latinos).

“Al ser yo de izquierda, voy a asumir una postura radical que es que podemos escuchar a los seguidores de (Donald) Trump para obtener un mayor entendimie­nto de las historias que los conducen a su ansiedad e ira”, escribió Sáenz-Alcántara en marzo. El no escuchar es lo que lleva a los votantes a alejarse de mensajes de equidad y a acercarse los Trumps de este mundo”.

Sus palabras hicieron eco en mis oídos luego de las noticias que describían las protestas violentas en contra de Trump en Nuevo México. Según Associated Press, los manifestan­tes tiraron la basura de los botes, derribaron barricadas y arrojaron camisetas prendidas fuego, botellas de plástico y otros objetos a los oficiales de Policía quienes, a su vez, tiraron gas pimienta y granadas de humo a la multitud que estaba afuera del Centro de Convencion­es de Alburquequ­e. Las autoridade­s calificaro­n el espectácul­o como un “disturbio”.

Claramente, pocos escuchan ya. El ”diálogo” se ha visto reducido a peleas de gritos en la televisión, en actos políticos, en las plataforma­s de las redes sociales e incluso en hogares donde amigos y familiares se aferran a líneas ideológica­s.

Sin embargo, los reportes de violencia en actos políticos tapan la pregunta más importante: ¿más allá de estar enojados, qué van a hacer los hispanos en las próximas elecciones?

Sí, ha habido alguna noticia aislada sobre solicitude­s de naturaliza­ción para ciudadanía por el acercamien­to de las elecciones pero la preocupaci­ón fundamenta­l sobre el electorado hispano es su tradiciona­l baja concurrenc­ia.

Además del desafío de que los votantes hispanos son un grupo diverso que no está unido por nacionalid­ad, ideología política o incluso idioma, está el hecho de que es fácil estar en contra de algo (o alguien).

Según Reuters, en una reunión reciente entre funcionari­os democrátic­os y representa­ntes de varios grupos de defensa hispanos, el consenso fue que el partido “se apoya demasiado en los comentario­s incendiari­os de Trump sobre inmigració­n ilegal para atraer a los hispanos a las urnas, cuando en lugar se requiere que el partido haga más para ocuparse de las preocupaci­ones latinas”.

(Y, nuevamente, para que conste en actas, diferentes encuestas han hallado que las principale­s preocupaci­ones “latinas” son el empleo y la economía, la educación y la salud, con inmigració­n generalmen­te detrás de ellas).

Mientras tanto, los medios de comunicaci­ón a lo largo del país hacen lo imposible por entender por qué Trump atrae a tanta gente de tantos sectores diferentes, inclusive minorías y liberales.

El periódico The Christian Science Monitor en un artículo titulados en sacio nalís tic a mente“Meett he Trump voters who are not white and male” (Conoce a los votantes de Trump que no son hombres ni blancos), cita a islamistas, latinos y asiático-americanos que simplement­e creen que Trump es el tipo que mejor protegerá la promesa de América.

En el sitio web de la revista The Atlantic, un joven blanco y que se considera a sí mismo como un “activista de izquierda” y que votó por Sanders en las primarias explica por qué está consideran­do votar por Trump en las próximas elecciones: “Una izquierda que se concentra en temas de identidad y excluye temas de clase (fue el tema de las clases lo que me atrajo a la izquierda hace años) no es amigo mío y no es amigo de la clase trabajador­a […] Trump parece ser una persona despreciab­le. Pero también parece ser fuerte […] Está en contra de muchas cosas que yo, como izquierdis­ta, he protestado por muchos años, como la OTAN, los acuerdos de comercio internacio­nales y las guerras en el exterior. Siento como que la globalizac­ión corporativ­a de más de 25 años ha abierto un agujero en este país, especialme­nte en el Midwest de donde soy”.

Escuchar sin prejuicios a aquellos que apoyan a Trump tiene que ser más eficaz a largo plazo que arrojar basura en llamas a la gente que asiste a los actos políticos. Si no, al menos se puede aprender que hay emociones en juego que son más lógicas que el simple racismo, la xenofobia y la misoginia.

Como lo expresa Sáenz-Alcántara suscintame­nte: “Cuando los escuches quizás te sorprenda que ellos a su vez te van a escuchar. Incluso si no escuchan, parte de ser radical es hacer cosas que otros no hacen”.

Reconocer a los seguidores de Trump es poco probable que cambie el sentimient­o de que alguien se sienta vilipendia­do. Pero escuchar las inquietude­s de la otra parte quizás pueda ser un modo para que los hispanos vayan más allá de protestar y obtengan un verdadero entendimie­nto de lo que puede significar para el futuro del voto latino su participac­ión –o su ausencia– en las urnas en noviembre.

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