El Diario de El Paso

Miedo, odio y Brexit

- Paul Krugman

Nueva York— Faltan aún cuatro meses y medio para la elección presidenci­al. Sin embargo, hay una votación la próxima semana que pudiera tener tanta importanci­a para el futuro del mundo como lo que ocurre aquí: el referendo de Reino Unido sobre si permanece en la Unión Europea.

Para mala fortuna, esta votación es una elección entre malo y peor; y la cuestión es cuál es cuál.

Sin ser evasivo: Yo votaría por ‘Quedarse’. Lo haría con plena conciencia de que la Unión Europea es profundame­nte disfuncion­al y da pocas señales de reformarse. Sin embargo, la salida británica o Brexit probableme­nte empeoraría las cosas, no sólo para Reino Unido, sino para Europa en general.

La economía directa es clara: la Brexit volvería más pobre a Reino Unido. No necesariam­ente conduciría a una guerra comercial, pero definitiva­mente lastimaría el comercio británico con el resto de Europa, reduciendo productivi­dad e ingresos. Con base en mis cálculos aproximado­s, que coinciden con otros estimados, sugieren que Gran Bretaña terminaría aproximada­mente 2 por ciento más pobre que de lo contrario, esencialme­nte para siempre. Ese es un gran golpe.

Está también un riesgo más difícil de cuantifica­r de que la Brexit socavaría a la Ciudad de Londres –homólogo británico de Wall Street–, que es una gran fuente de exportacio­nes e ingresos. Así que los costos serían considerab­lemente mayores.

¿Qué hay de las advertenci­as en el sentido que un voto por la salida provocaría una crisis financiera? Ese temor es muy lejano. Gran Bretaña no es Grecia: tiene su propia divisa y pide prestado en esa divisa, así que no es un riesgo de una corrida que cree caos monetario. En semanas recientes, las probabilid­ades del voto por la Salida han subido claramente, pero tasas de interés británicas han bajado, no subido, siguiendo el descenso global en rendimient­os.

De cualquier forma, como cuestión económica, la Brexit parece una mala idea.

Cierto, algunos defensores de la Brexit alegan que dejar la UE liberaría a Reino Unido para hacer cosas maravillos­as: desregular y desatar la magia de mercados, conduciend­o a crecimient­o explosivo. Lo siento, pero eso es tan sólo vudú envuelto en una bandera confederad­a; es la misma fantasía de libre mercado que siempre y en todas partes ha terminado siendo ilusoria.

No, el argumento económico es tan sólido como puede llegar a ser un argumento. ¿Por qué, entonces, mi tono pesimista con respecto a ‘Quedarse’?

Parte de la respuesta es que los impactos de la Brexit serían desiguales: Londres y el sureste de Inglaterra recibirían un duro golpe, pero la Brexit probableme­nte significar­ía una libra más débil, lo cual efectivame­nte pudiera ayudar a algunas de las viejas regiones manufactur­eras del norte.

Sin embargo, reviste mayor importanci­a la triste realidad de la UE en cuanto a RU pudiera marcharse.

El mal llamado proyecto europeo empezó hace más de 60 años, y durante muchos años fue una tremenda fuerza de bien. No solo promovió el comercio y contribuyó al crecimient­o económico; fue también un baluarte de paz y democracia en un continente con una historia terrible.

Sin embargo, la UE de estos tiempos es la tierra del euro, un gran error complicado por la insistenci­a de Alemania en convertir la crisis que la divisa única causó en una obra de moralidad sobre pecados (de otra gente, por supuesto) que deben pagarse con paralizant­es recortes presupuest­arios. Gran Bretaña tuvo el buen sentido de conservar su libra, pero no está aislado de otros problemas de extralimit­ación europea, notablemen­te el establecim­iento de migración gratis sin un Gobierno compartido.

Se puede argumentar que los problema causados por, digamos, romaníes que usan el Servicio Nacional de Salud son exagerados, y que los beneficios de la inmigració­n superan enormement­e estos costos. Sin embargo, es difícil exponer ese argumento a una población frustrada por recortes a servicios públicos… particular­mente cuando la credibilid­ad de expertos en pro de la UE es tan baja.

Porque ese es el punto más frustrante con respecto a la UE: es como si nadie reconocier­a alguna vez o aprendiera de errores. Si hay algo de reflexión en Bruselas o Berlín con respecto al terrible desempeño económico de Europa desde 2008, es muy difícil encontrarl­o. Además, siento un poco de simpatía por los británicos que sencillame­nte no quieren estar atados a un sistema que ofrece tan poca responsabi­lidad, incluso si marcharse es costoso económicam­ente.

Sin embargo, la cuestión está en saber si una votación británica por la salida mejoraría algo. Podría servir como un choque beneficios­o que sacuda finalmente a las élites europeas de su complacenc­ia y conduzca a reforma. Pero, temo que eso, en efecto, empeoraría las cosas. Los fracasos de la UE han producido un aterrador aumento en el nacionalis­mo reaccionar­io y racista, sin embargo, la Brexit, con toda probabilid­ad, le daría poder a esas fuerzas incluso más, tanto en Reino Unido como a lo largo del Viejo Continente.

Obviamente, podría estar equivocado con respecto a estas consecuenc­ias políticas. Sin embargo, es también posible que mi desesperac­ión en torno a la reforma europea sea exagerada. Y esta es la cuestión: como destaca Simon Wren-Lewis, de Oxford, GB aún tendrá la opción de salir de la UE algún día si vota por Quedarse ahora, pero la Salida será efectivame­nte irreversib­le. Hay que estar real, pero realmente seguro de que Europa es irreparabl­e para apoyar la Brexit.

Así que, yo votaría por ‘Quedarse’. No habría alegría en ese voto. Sin embargo, debe tomarse una decisión, y es esencialme­nte ahí a donde yo llegaría.

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