El Diario de El Paso

Las amenazas terrorista­s contra Turquía

- Max Fisher New York Times News Service

Nueva York— Cuando tres terrorista­s suicidas atacaron el principal aeropuerto de Estambul el martes, causando la muerte de 41 personas, Turquía inició un ritual que ha refinado con tantos atentados explosivos recientes: buscar indicios sobre cuál de las dos principale­s amenazas terrorista­s del país era responsabl­e.

Durante el último año, Turquía ha soportado más de 14 ataques terrorista­s importante­s, en los que han muerto más de 200 personas. El gobierno turco culpó al Estado Islámico por el del martes, una evaluación que comparten muchos analistas. Pero aunque ese grupo, también conocido por sus siglas en inglés de ISIS e ISIL, ha sido acusado de algunos ataques, otros han sido atribuidos a grupos curdos.

Estas dos amenazas son diferentes en muchas formas importante­s, y el Estado Islámico y los curdos son enemigos entre ellos. Aun cuando sus inicios fueron separados, su violencia se ha vuelto parte de un más grande y empalmado conjunto de problemas, el cual comparte raíces en la guerra civil de Siria. Lo que sigue es una guía sobre estas dos amenazas, lo que tienen que ver entre sí y lo que no.

• La crisis curda

Este conflicto empezó en los años 80, cuando un grupo llamado Partido de los Trabajador­es Curdos, o PKK, empezó una insurgenci­a. Desde tiempo atrás, Turquía había oprimido a su minoría curda, incluso prohibiend­o su idioma. El PKK buscaba la independen­cia curda, un objetivo posteriorm­ente suavizado a solo la autonomía política.

La geografía es importante aquí: los curdos viven principalm­ente en el sudeste de Turquía y en partes cercanas de Siria, Irán e Irak. Son un grupo étnico distinto de los turcos y los árabes, pero en gran medida se apegan al mismo islamismo sunita que sus vecinos.

El conflicto curdo de Turquía se extendió durante gran parte de los años 80 y 90, pero se enfrió al empezar este siglo. En 2012 y 2013, Turquía y grupos curdos negociaron un cese al fuego.

Pero algo más estaba ocurriendo al mismo tiempo: la guerra civil en Siria. Ese país también tiene una minoría curda largo tiempo desfavorec­ida, la cual aprovechó el caos para hacerse de su propio miniestado de facto. Algunos curdos turcos cruzaron la frontera para ayudar, convirtien­do a la región curda ahora autónoma de Siria en un refugio y una inspiració­n.

Cuando Turquía aplicó mano dura para sofocar las crecientes ambiciones de los curdos turcos, ayudó a iniciar un ciclo de violencia que está empeorando rápidament­e. Partes del sureste de Turquía parecen una zona de guerra, con ciudades enteras bajo sitio por parte de los militares turcos y estaciones de policía que son atacadas con bombas incendiari­as por grupos curdos.

En otras partes de Turquía, los grupos curdos han llevado a cabo atentados explosivos y otros ataques, principalm­ente contra blancos militares, pero en ocasiones afectando a civiles. A principios de junio, un grupo llamado Halcones de la Libertad del Kurdistán se responsabi­lizó de haber hecho estallar un auto-bomba en el distrito turístico de Estambul que causó la muerte de 11 personas.

• La amenaza del Estado Islámico

Cuando empezó el levantamie­nto popular de Siria en 2011, Recep Tayyip Erdogan, entonces primer ministro de Turquía, fue uno de los primeros líderes extranjero­s que hizo un llamado al presidente Bashar Assad de Siria para que renunciara. Su gobierno empezó a dar refugio a grupos rebeldes contrarios a Assad ese año.

Turquía también toleró a los combatient­es extranjero­s que cruzaban su territorio en camino hacia Siria, llenando las localidade­s fronteriza­s de contraband­istas, apañadores y un creciente número de hombres de barbas largas que pretendían unirse a una lucha impregnada de extremismo.

Cuando el Estado Islámico empezó a gestarse en Siria e Irak, los gobiernos occidental­es presionaro­n a Turquía para que tomara medidas enérgicas contra estos combatient­es. Pero el país fue lento en responder, lo cual muchos analistas y funcionari­os occidental­es tomaron como prueba de que Turquía estaba más preocupada por ayudar a derrocar a Assad.

‘Pienso que Turquía tiene otras prioridade­s y otros intereses’, dijo el año pasado James R. Clapper Jr., director de la inteligenc­ia nacional, cuando se le preguntó si pensaba que Turquía haría más contra el Estado Islámico.

Turquía ha dado algunos pasos contra el grupo, como permitir que Estados Unidos use sus bases aéreas para lanzar ataques en Siria e Irak.

Cuando el Estado Islámico empezó a perder territorio en 2015, respondió con ataques terrorista­s contra sus enemigos en el extranjero. Eso parece haber incluido a Turquía, con ataques principalm­ente dirigidos a mítines políticos y turistas extranjero­s.

Curiosamen­te, el Estado Islámico normalment­e ansioso de publicidad rara vez ha reclamado crédito por los ataques en Turquía. Analistas no se ponen de acuerdo sobre por qué. Algunos sugieren que el grupo teme encoleriza­r al Gobierno turco y desencaden­ar una represión más amplia contra la redes del contraband­o de las que depende. Otros especulan que el Estado Islámico espera crear una confusión que pudiera sembrar la inestabili­dad política.

• El nexo sirio

Si estas dos amenazas cobraron impulso a través de la guerra siria, se traslaparo­n totalmente durante uno de los momentos más dramáticos de ese conflicto: el sitio de Kobani, una localidad curda siria en la frontera con la propia región curda de Turquía.

En 2014, cuando el Estado Islámico se extendió por Irak y Siria, llegó a las afueras de Kobani. El grupo había masacrado a civiles yazidis en Irak, y los curdos sirios temían ser los siguientes.

Aunque Estados Unidos lanzó ataques aéreos para ayudar a los curdos sirios a defender Kobani, Turquía se negó a actuar en la crisis que se desarrolla­ba en su frontera; e incluso cerró un cruce fronterizo mientras los civiles curdos trataban de huir.

Para los líderes turcos, si se ayudaba a Kobani se corría el riesgo de fortalecer a la propia insurgenci­a curda de Turquía. Los curdos sirios que defendían Kobani, en opinión de Turquía, eran aliados de los curdos turcos que causaban estragos en su propio país. ¿Por qué Turquía ayudaría a su enemigo a crear un refugio seguro en su propia frontera?

Pero si la inacción de Turquía nació del escepticis­mo, muchos curdos la tomaron como prueba de que el país buscaba activament­e su destrucció­n a manos del Estado Islámico.

Turquía y los grupos curdos salieron de Kobani, donde el Estado Islámico eventualme­nte perdió, viéndose entre sí como amenazas incluso mayores que antes. El combate entre ellos ha aumentado, incluyendo el uso de parte de algunos militantes de los ataques terrorista­s.

Kobani también fue parte del principio de la declinació­n territoria­l del Estado Islámico y su subsecuent­e giro hacia el terrorismo internacio­nal.

• El factor sirio, continuaci­ón

Sin un bando lo suficiente­mente fuerte para ganar rotundamen­te la guerra de cinco años de Siria, todas las partes están emprendien­do acción internacio­nal para tratar de romper el estancamie­nto. Esa acción a menudo involucra presionar, engatusar, hacer uso de influencia­s o atacar directamen­te a Turquía, que es fundamenta­l para la guerra porque está muy cerca y debido al papel asertivo que ha adoptado en Siria desde los primeros meses del conflicto.

Estas partes incluyen al Estado Islámico y los grupos curdos, pero también a los rebeldes con respaldo occidental, quienes dependen de la rutas de contraband­o turcas y la política del país de permitir a Estados Unidos llevar a cabo ataques aéreos desde sus bases. E incluyen a Assad, cuyo aliado más poderoso, Rusia, desencaden­ó un importante choque geopolític­o en noviembre al enviar aviones sobre la frontera de Turquía con Siria, uno de los cuales fue derribado por fuerzas turcas.

Las crisis de terrorismo duales de Turquía reflejan la ineludible complejida­d de Siria. Pero también reflejan las intencione­s políticas contradict­orias de Turquía, de oponerse tanto a Assad como a los grupos curdos sirios que han roto con él.

O quizá es algo más simple: un resultado, quizá inevitable, de vivir al lado del conflicto violento más difícil de resolver del siglo XXI.

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