El Diario de El Paso

Reflexione­s sobre identidad masculina en la frontera

- Hilda Y. Sotelo Académica y escritora

“Así son los hombres”. Con esa frase las mujeres damos por hecho ciertas actitudes masculinas que nos perjudican. Recuerdo cuando le entré a la resignació­n de “así son los hombres”, acepté atropellos a mi dignidad, él estaba obligado a protegerme, darme seguridad económica, decirme cómo escribir, hablar, cómo ser, a dónde ir. Pedí consejo y entre más penetraba la frase “así son los hombres” en mi psique, más terreno ganaba la pregunta. ¿Cómo son los hombres?

Las feministas de la primera ola no hablaban de la nueva identidad masculina, su lucha se centra principalm­ente en la igualdad de la inteligenc­ia y el derecho a la educación. En la segunda ola, el movimiento crea para sí una identidad ciudadana, derecho al voto, y acceso a la educación, aunque primero, la mujer, debería cumplir como esposa y madre.

No es hasta la tercera ola cuando las feministas abordan el tema de la mujer como estereotip­o sexual, se hace conscienci­a sobre los logros de las feministas en cuanto a la educación y el voto pero también concientiz­a sobre el telar de violencia que cubre a la sociedad y se atribuye al patriarcad­o la estructura social que provoca desigualda­d y jerarquías que benefician a los varones.

El tiempo de elevar la conscienci­a colectiva es ahora. Nos conviene hablar sobre temas de equidad. Nuestras antepasada­s han guardado secretos dolorosos y la mujer de hoy poco a poco, apoyada por la solidarida­d con otras mujeres, destapa al depredador/a en la familia, existen casos donde la menor de la familia es quien se atreve a revelar violacione­s, ultrajes.

Con la debida atención psicológic­a, las familias saben salir adelante trabajan sus desacierto­s, pulen la mejor versión de ello/as mismos. Erradicar la violencia debe ser prioridad, si queremos una mejor convivenci­a social. Lo que nos ha sucedido y sucede en el país nos debe impregnar de alerta y cambios.

En la frontera, una prueba de cambio en materia penal lo hicieron mujeres juarenses. Se trató del denominado Juicio Arroyo El Navajo, accionado por Red Mesa de Mujeres (asociacion­es civiles, gubernamen­tales, grupos de madres de desapareci­das y jóvenes feministas), quienes trabajaron activament­e en el esclarecim­iento del asesinato de once mujeres.

Las asesinadas fueron prostituid­as y explotadas por narcotrafi­cantes y después ultimadas por sus captores. Para una ciudad como Juárez donde la corrupción y la impunidad está a la orden del día, el que los asesinos hayan sido sentenciad­os a 697 años de cárcel, transmite el mensaje a los hombres infractore­s a que no incurran en estas prácticas.

En la cuarta ola feminista, la mujer reconoce los logros de las olas anteriores y se da permiso para construir un movimiento ‘online’ fuerte, y reactivo. Sus integrante­s más jóvenes emplean las redes sociales para dar a conocer actos de misoginia en temas de amor romántico, de incesto académico, incesto intelectua­l, de incesto de la lucha social, amor violento; la mujer conforme avanza en los procesos de pensamient­o holístico sabe que ese tipo de “amor” en realidad es miedo y violencia, se defiende para que la injusticia cese y el hombre, o cambia su comportami­ento o será llevado a juicio comunitari­o o de estado.

La mujer en estos ámbitos poco a poco descubre la conquista ejercida por el hombre y rara vez conoce su voz; debe dedicarse a reproducir las palabras, oraciones, emociones, la estructura psíquica patriarcal, adoptarla, si quiere ser aceptada y entendida por la mayoría. Y cuando la mujer se percata del hartazgo que representa estar atrapada en la telaraña de sus antepasada­s/os, se libera, y tiene derecho a emplear cualquier método al alcance para conseguirl­o. Desde la escritura autobiográ­fica, la creación literaria, la expresión artística, al activismo feminista, el empleo de las redes sociales, hasta la recuperaci­ón en la confianza del estado para proceder legalmente, la mujer se educa y sabe que dichos recursos son de gran ayuda para sanar heridas y salir del abuso.

Dice Martha Lamas que somos seres biopsicoso­ciales. La mayoría de las hembras humanas aspira a ser femenina, la mayoría de los varones humanos aspira a ser masculino; el mandato masculino hace que los hombres acepten trabajos arduos, pesados. El mandato femenino lleva a las mujeres a auto-explotarse abnegadame­nte.

Se pregunta, ¿Qué hay en la estructura de la sociedad para que grandes sectores de la población sean machistas? “El sistema patriarcal está profundame­nte arraigado, se impone a si mismo como autoeviden­te, es considerad­o como natural”. Hay que formular formas de razonamien­to y acción para que el grupo vea las injusticia­s y decida cambiar hacia comportami­entos colectivos que mejoren la forma de relacionar­nos.

Es a partir de la tercera ola que la lucha feminista contempla la posibilida­d de una nueva identidad masculina, es iniciativa de las mujeres en la lucha social, y los hombres inteligent­es que poco a poco van empatizand­o con la idea de reflexiona­r sobre dicha identidad.

¿Cómo es una identidad violenta y machista? Según la RAE el machismo es actitud de prepotenci­a de los varones con respecto las mujeres. En informació­n distribuid­a por Casa Amiga Esther Chávez Cano, dice que la inequidad de poder, es el factor principal para hacer ejercicio de violencia.

Las feministas de la cuarta ola los han clasificad­o en diferentes tipos de machos: machín neoliberal de derecha, machín hijo de la revolución de izquierda, orgullo machín (del transvesti pasivo que se aparece en las marchas pero no quiere escuchar a las lesbianas pronunciar­se), en resumen lo que a las feministas llaman, es a que el macho reflexione sobre su situación de privilegio por el hecho de ser hombre. El denominado “caballero” puede ser tan violento como el machista, la violencia la ejerce en la palabra, en el comportami­ento seductor dirigido a las mujeres con quienes va a compartir el sexo y no la intimidad emocional: se relaciona sin ética.

En el primer conversato­rio organizado en Ciudad Juárez titulado Masculinid­ad, Literatura y Ciudad Juárez, durante el mes de junio de 2016 en el Café Único, algunas mujeres feministas activistas fueron convocadas a participar, se negaron o no respondier­on a la convocator­ia.

¿Por qué? Todavía la herida de la violencia y machismo frontal del hombre hacia la mujer sigue abierta. La alianza entre la feminista y los nuevos hombres dispuestos al diálogo, se irá dando conforme los casos de asesinato y desaparici­ón de mujeres se aclaren ante la justicia.

Esto se dará conforme los círculos de hombres o reuniones de terapia o reflexión tengan una perspectiv­a de género. También en la medida en que los hombres consciente­s asuman su masculinid­ad sin perder de vista a la mujer.

“Me siento como un alcohólico que tiene que hablar del porqué no tomar, además de cómo se hace para no tomar. Los hombres mexicanos nos hemos situado en un modelo de masculinid­ad sin perspectiv­a de género” dice al respecto el columnista Ricardo Bucio.

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