El camino equivocado de la inmigración
Washington— Nadie se tiene que preguntar sobre las enormes consecuencias de la decisión de la Suprema Corte para dejar en pie el fallo de una Corte menor que bloqueó el plan del presidente Barack Obama para proteger de la deportación a millones de inmigrantes indocumentados que son padres de ciudadanos o residentes permanentes. Todo lo que ustedes tienen que hacer es ver cuánto se ha logrado y multiplicado con el pequeño programa en el que el plan estaba basado.
Hace un poco más de cuatro años, la administración de Obama anunció un nuevo programa que permitiría que los jóvenes inmigrantes tuvieran la oportunidad de aplicar para un permiso que los liberaría de la deportación y les daría la habilidad de trabajar de manera legal en Estados Unidos. Cerca de 730 mil personas jóvenes han avanzado a pasos agigantados para formar parte del grosor social estadounidense como resultado del programa de Acción Deferida para Inmigrantes que Arribaron al País Siendo aún Menores de Edad (DACA) y cómo, en turno, han contribuido de manera significativa a la sociedad norteamericana.
Poco después de la implementación de DACA, mi equipo en Harvard lanzó un estudio a nivel nacional para entender cómo estos jóvenes inmigrantes estaban experimentando su nuevo estatus, formando un enlace con cerca de 2 mil 700 adultos jóvenes ‘protegidos por DACA’. Los hallazgos del sondeo apuntaron a un sorprendente impacto positivo del programa en sus vidas. Los beneficiarios de DACA estaban pasando a formar parte de grosor social de Estados Unidos. Muchos habían conseguido nuevos trabajos y residencias de prácticas profesionales pagadas y habían incrementado sus ingresos. Algunos también habían comenzado a desarrollar un historial crediticio al abrir cuentas bancarias y adquiriendo tarjetas de crédito. Todos los estados ahora permiten que los beneficiarios de DACA obtengan licencias para conducir, y muchos de éstos las han adquirido. Como resultado de ello, por las carreteras de la nación conducen menos conductores sin licencia y sin seguro. Y por medio de los nuevos empleos y oportunidades escolares, un significativo número reportó haber obtenido un seguro para el cuidado de la salud desde que fueron aceptados al programa DACA.
Recientemente hicimos un seguimiento del sondeo original con entrevistas detalladas de más de 500 beneficiarios. Sentados en sofás en alguna estancia, en centros estudiantiles en los planteles universitarios, y en oficinas para los beneficiarios, escuchamos sus historias. Ahora en la actualidad, la mayoría de nuestros respondientes han gozado de los beneficios de DACA por más de dos años, y muchos de ellos ya han pasado por el proceso de renovación. Las personas jóvenes con las que hablamos se expresaron de manera muy emotiva cuando describieron la nueva perspectiva que tienen de su vida. Una estudiante de 22 años, de una universidad comunitaria, que se mudó a Phoenix con su familia cuando ella tenía tres años, dijo que, ‘No sé dónde estaría en este momento si no fuera por DACA. Siento que el programa salvó mi vida’. Un estudiante de ingeniería de 21 años, de Chicago, nos dijo que, ‘es sólo poder identificarse a uno mismo y saber que eres alguien. Porque antes uno era simplemente un indocumentado y eso era todo. Literalmente uno no tenía ningún privilegio. Pero ahora es simplemente poder decir: soy alguien en la vida. Tengo DACA’.
DACA ha ampliado las oportunidades educativas y laborales para cientos de miles de personas jóvenes. Con DACA, estos residentes de Estados Unidos mejoraron su acceso a las universidades públicas, institutos profesionales y tienen oportunidades adicionales para conseguir becas. Y con permiso para trabajar, los beneficiarios de DACA que asisten a la universidad lograron cubrir de mejor manera sus colegiaturas al mismo tiempo que balancean sus responsabilidades escolares con las de sus empleos. En la fuerza laboral han experimentado un nuevo acceso a empleos más estables con mejores salarios, mejores beneficios y condiciones laborales menos estresantes. Esto es bueno no sólo para los beneficiarios de DACA sino también para la economía estadounidense en general, a manera que al contar con salarios más altos, éstos a su vez estimulan al crecimiento económico y un mayor ingreso tributario. Y muchos de los beneficiarios de DACA también están cubriendo las necesidades de la fuerza laboral en aquellos sectores en crecimiento, como el ámbito del cuidado de la salud.
Pero los beneficiarios de DACA no viven aislados. Pertenecen a familias y comunidades con urgentes necesidades de alivio.
El fallo del jueves pasado, con el que se les niega el alivio migratorio a padres de familia, otros familiares y vecinos, muchos de los cuales tienen vínculos muy profundos con Estados Unidos, tendrá significativas ramificaciones para ellos y el público estadounidense en general. Sin estas medidas, los estados podrían perder billones de dólares en ingresos tributarios estatales y locales. Muchos inmigrantes que habrían calificado para el programa han hecho tremendas inversiones en educación, capacitación laboral y en una experiencia relevante. Su talento desaprovechado es una gran pérdida para nuestra nación.
Ahora, más que nunca, Estados Unidos necesita una reforma inmigratoria para sacar a los inmigrantes y a sus familias de las sombras, para reconocer sus profundas conexiones con la comunidad y sus contribuciones económicas, y para construir una fuerte sociedad estadounidense.