El Diario de El Paso

Utilizó novio a migra para introducir mariguana a EU

Él ya salió libre; ella saldrá en el 2022

- Nicholas Cobler /

Del Río, Texas – Todo comenzó cuando una lima le pegó a Raquel Esquivel en la cabeza. Buscando por todo el supermerca­do de la cadena HEB en Del Río, vio a dos viejos amigos de high school —Diego Esquivel y Ramón Patuel— jugando en el área de frutas y verduras.

“Les dije, ‘Oigan, me pegaron con una lima’ y así comenzó la conversaci­ón”, recordó. Raquel Esquivel se había ido de su ciudad natal después de graduarse de la high school en 2002 y no había visto a Diego Esquivel (no son familiares) hasta su encuentro casual cinco años después. Intercambi­aron números, y ella les comentó que estaba a unas semanas de partir a un entrenamie­nto de la Academia de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos.

No queda claro si lo que siguió cuenta como una historia de amor o un relato con final triste de una caída cuesta abajo, pero al final Raquel y Diego terminaron en una prisión federal. Ése es uno de los riesgos cuando una agente de la Patrulla Fronteriza se involucra con un narcotrafi­cante.

Raíces en la frontera

Raquel Esquivel, Diego Esquivel y Ramón Patuel crecieron en Del Río, una ciudad fronteriza de apenas 35 mil habitantes, y asistieron a la Del Río High School. Diego nació del otro lado del río, en Ciudad Acuña, Coahuila. Raquel creció hablando principalm­ente español, y viajaba a México casi cada domingo para asistir a una iglesia Protestant­e que su abuela inició en una pequeña villa en las afueras de Acuña.

“Toda esta historia de amor acerca de cómo nos enamoramos y yo la manipulé no fue cierta en absoluto”, Diego Esquivel — narcotrafi­cante convicto.

Raquel comenzó de porrista desde cuarto año y continuó a lo largo de casi toda la high school. “Esa era mi pasión”, comentó. Se dedicó a eso con gusto mientras trabajaba como mesera en el Ramada Inn. Después de su graduación en 2002, se mudó 160 kilómetros al Oeste —a Hondo, Texas— y conoció al que sería el padre de sus hijos. Llevaron una relación de estira y afloja hasta que ella regresó a Del Río en 2006.

Raquel comentó que ella no conoció bien a Diego en la escuela. Luego de su encuentro fortuito en el súper mercado salieron un par de veces, pero no era algo serio”, comentó.

Raquel contempló adquirir un empleo como agente de La Ley, algo que —según dijo— jamás había considerad­o hasta que vio un anuncio de vacantes en la Patrulla Fronteriza en un cine local.

“Me dije, ‘me pregunto si podría completar eso’”, comentó. “Era mamá soltera, batallando. Hablaban del entrenamie­nto, y me gustó el reto”.

Cuando regresó de su entrenamie­nto de 17 semanas, Raquel y Diego reanudaron su relación. Eso sería un grave error para la aprendiz de Agente de la Patrulla Fronteriza.

‘Mala influencia’

Diego tenía un empleo diurno en la Base de la Fuerza Aérea Laughlin. Raquel expresó que ella creía que él trabajaba ahí como conserje. Sin embargo sería su otra ocupación la que los arrastrarí­a cuesta abajo.

De acuerdo con documentos en poder de la Corte, Diego creía que Raquel supo desde muy temprano en la relación, que Patuel y él contraband­eaban mariguana por la frontera para narcotrafi­cantes mexicanos, y que “ella sólo tendría que cuidarse”.

Diego y Patuel controlaba­n una organizaci­ón de introducci­ón de mariguana en Del Río desde mayo del 2006, de acuerdo con documentos de la Corte previos a la sentencia, que The Tribune obtuvo. Los dos usaban el Lago Amistad y el Río Pecos para contraband­ear drogas hacia los Estados Unidos, actuando como guías, descargand­o la mariguana y ayudando con el transporte, de acuerdo con el reporte. En su testimonio, Diego admitió que se había involucrad­o en el tráfico de mariguana desde el 2002 y cruzó docenas de cargamento­s antes de relacionar­se con Raquel.

Luego de reanudar su relación, según documentos de la Corte, Raquel comenzó a darle informació­n a Diego sobre cuáles carreteras tomar, ubicacione­s de los sensores y cuándo monitoreab­an los oficiales la rampa del Río Pecos. Diego además testificó que Raquel le dio un uniforme y una gorra de la Patrulla Fronteriza. Desde su celda en prisión federal, Raquel negó vehementem­ente las acusacione­s de Diego y lo acusó de fabricar los alegatos de la ropa. Observó que los fiscales no presentaro­n los supuestos regalos en el juicio, y tampoco demostraro­n que faltara algún uniforme.

Los atraparon

Diego y su socio, Patuel, contraband­earon con éxito dos cargas de mariguana con la informació­n de la agente, pero los agarraron mientras transporta­ban el tercer cargamento, de acuerdo con documentos de la Corte. Diego, Patuel y Shannon Wayne Pierce fueron arrestados en diciembre de 2007 bajo cargos federales. A Diego le imputaron cargos de conspiraci­ón para poseer más de mil kilogramos de mariguana con la intención de distribuir­la. Raquel fue despedida de la Patrulla Fronteriza en marzo de 2008 —mientras aún estaba en libertad bajo fianza— y fue arrestada dos meses después bajo el mismo cargo.

¿Amor o dinero?

Cuando Raquel se presentó a su juicio en abril de 2009, sus abogados intentaron convencer al jurado que ella era una agente cegada por el amor hacia el chico de su ciudad natal que resultó ser un narcotrafi­cante, dándoles inocenteme­nte a Diego y a Patuel informació­n dada su relación íntima con Diego.

Durante su testimonio, Diego admitió que veía a Raquel como su novia, usando la posición de ella para mantenerse a salvo.

“Le hice un par de preguntas y ella las contestó”, testificó en el juicio de ella. “Me dijo qué hacer y qué no hacer mientras estaba allá. Supongo que me estaba cuidando”.

Sin embargo los fiscales argumentar­on que Raquel no era inocente. Presentaro­n el testimonio de Alonso García, un narcotrafi­cante convicto y conocido de Raquel, quien testificó que ella tenía una gran cantidad de mariguana antes de unirse a la conspiraci­ón de contraband­o de Diego y Patuel.

Raquel Esquivel aún estaba en entrenamie­nto para volverse agente de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos cuando se involucró románticam­ente con un narcotrafi­cante. Los fiscales de la Agencia de Protección de Aduanas y Frontera también argumentar­on que Raquel disfrutaba de las ganancias de las operacione­s de Diego. Él testificó que le compraba zapatos y perfume y pagaba sus víveres con el dinero del narcotráfi­co. Agregó que nunca le pagó en efectivo por su ayuda.

El 30 de abril de 2009, un jurado encontró culpable a Raquel de conspiraci­ón para poseer con intención de distribuir. “Toda esta historia de amor acerca de cómo nos enamoramos y yo la manipulé… no fue cierta en absoluto”, declaró Diego a The Tribune durante una entrevista telefónica reciente. Raquel también dice ahora que ellos nunca fueron novios oficialmen­te.

Él se le volteó

Diego se declaró culpable de conspirar para poseer mariguana con intención de distribuir­la y fue sentenciad­o a siete años en prisión y cinco más de libertad condiciona­l. Aceptó testificar contra Raquel. “Quiero reducir mi condena”, dijo a la Corte.

Durante su testimonio, Diego describió la operación de contraband­o y listó nombres de la gente involucrad­a en el tráfico. “A fin de cuentas, todos sabíamos en lo que nos estábamos metiendo”, expresó en una entrevista reciente. “Simplement­e estábamos viviendo el momento —gente joven ganando dinero e inconscien­tes de todo lo que podría pasar”.

Raquel conservó su alegato de inocencia a lo largo de todo su juicio, y hasta la fecha. Sin embargo, los testimonio­s de Diego y Patuel pesaron mucho sobre ella.

“Él mantenía rollos de dinero en su departamen­to”, recordó. Mirando hacia atrás, lamenta no haberse dado cuenta de lo que estaba sucediendo, pero no lo considerab­a su novio.

Durante una entrevista de una hora desde su prisión, Raquel repetidame­nte negó haber dado a Diego detalles acerca de cómo evitar ser atrapado mientras cruzaba la frontera con cientos de kilogramos de mariguana, y proporcion­ó de buen grado su reporte de presentenc­ia sellado a The Tribune como evidencia de que no tiene algo que ocultar.

Alega que Diego modificó los hechos para salvarse, incluyendo el tergiversa­r una conversaci­ón inocente y genérica acerca de cómo funcionan los sensores de la Patrulla Fronteriza convirtién­dola en una falsa acusación de que ella le daba las ubicacione­s específica­s de los sensores.

“A él le iban a dar una condena muy larga. Es un niño bonito.”, dijo. “De ninguna manera iba a durar todo ese tiempo”.

Sin piedad de la Corte

La juez de Distrito de los Estados Unidos Alia Moses presidió el caso de Raquel. De acuerdo con registros de la Corte, mostró poca simpatía hacia la exagente durante su audiencia de sentencia en noviembre de 2009.

Moses, nombrada por el entonces presidente George W. Bush en 2002, es famosa por ser dura con Inmigració­n y ha manejado muchos casos de corrupción de Del Río.

“¿Es esto lo que enseñarás a tus niños?”, preguntó Moses a Raquel. “¿Que vendes a tus compañeros y vendes todo lo que deberías defender, por un par de zapatos? Eso es vergonzoso. Es triste. Es repulsivo y repugnante”.

Su abogado, Gregory Torres, dijo que no le sorprendía la dureza de la sentencia que recibió Raquel. El rango de sentencia era de 151 a 188 meses, de acuerdo a los expediente­s. La sentenciar­on a 15 años.

“A los agentes de la Patrulla Fronteriza los sujetan a estándares más altos, y así debe ser”, explicó Torres. “No puedes ponerte una chamarra de los Spurs y jugar para los Rockets”.

Raquel aún se pone un uniforme verde todos los días, pero no es el de la Patrulla Fronteriza. Ahora usa un jumper del Buró Federal de Prisiones.

Los tres narcotrafi­cantes involucrad­os en el caso —Diego Esquivel, Patuel y Pierce— terminaron ya su condena y los liberaron, pero Raquel continuará en la cárcel hasta el 2022.

 ??  ?? RAQUEL ESQUIVEL
RAQUEL ESQUIVEL

Newspapers in Spanish

Newspapers from United States