Trump ha encontrado un vicepresidente obvio
Nueva York— Líderes republicanos tales como el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, han explicado que su fundamento principal por el cual apoyan a Donald Trump es que solamente él puede asegurar el éxito de ideas conservadoras, de mercado libre. La alternativa, señala Ryan, es Hillary Clinton, quien únicamente continuaría las políticas de Barack Obama. Uno se pregunta cómo hará Ryan para continuar justificando su apoyo, ahora que Trump ha puesto en claro que se presentará a la Presidencia como el candidato más proteccionista desde la década del ’20. En cuanto al tema central del comercio, Trump comparte ampliamente la postura de Bernie Sanders y se posiciona significativamente a la izquierda de Obama y Clinton.
El comercio libre está en el centro de los mercados libres. ‘The Wealth of Nations’ (‘La riqueza de las naciones’) de Adam Smith, fue en gran parte una crítica de la regulación del Gobierno, de su manipulación y fiscalidad del comercio, todo lo cual, argumentó Smith, socava el crecimiento y la prosperidad. Ryan comprende bien esto, razón por la cual ha votado a favor de todo acuerdo de libre comercio que se le presentó durante el Congreso: con Perú, Corea del Sur, América Central, Australia, Singapur y Chile. Ryan también apoyó agresivamente otorgar a la administración Obama ‘autoridad de promoción del comercio’, para que pudiese completar un acuerdo de comercio con países asiáticos.
Trump, por el otro lado, considera el libre comercio como la causa del declive de Estados Unidos. Ha criticado prácticamente todos los acuerdos de comercio que ha realizado Estados Unidos recientemente. Para él, la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio ha sido ‘desastrosa’. Las opiniones de Trump en estos asuntos del comercio, la producción estadounidense, y ahora el Brexit, en gran medida son indistinguibles de las de Bernie Sanders. Sin embargo, los republicanos continúan llamando a Sanders un socialista y a Trump un conservador.
El llamado tanto de Trump como de Sanders, ha causado que varios políticos digan clichés acerca de los profundos problemas con la globalización. Es cierto que dos talentosos populistas han sido capaces de dar voz a los miedos de las personas en cuanto a un mundo que cambia con velocidad. Pero esto no altera la verdad. Su carga central es falsa. El libre comercio no ha causado el hundimiento de la producción estadounidense.
La producción como parte de todos los trabajos estadounidenses ha estado en deterioro por 70 años, como aspecto de una transición experimentada por toda economía industrial avanzada. Todos los demás países desarrollados, desde Australia hasta Gran Bretaña a Alemania, que es a menudo considerada como industria manufacturera, han visto declives similares en los últimos decenios. Incluso Corea del Sur, que ha probado distintos tipos de proteccionismo, ha experimentado una caída en la producción ya que se ha convertido en una economía más avanzada. Este cambio se debe en parte al libre comercio, pero serios estudios muestran que una mayor causa es la tecnología. Hoy en día, un metalúrgico produce cinco veces más metal por hora que el que producía en 1980.
La tecnología está transformando la economía global en maneras que no son favorables al empleo. En su apogeo, Kodak, la empresa líder en fotografía de su época, empleaba a 140 mil personas, tal como señala Jaron Lanier. Su equivalente en el presente, Instagram, tuvo una nómina salarial de solamente 13 cuando fue comprada por Facebook. Eso no se debe al comercio con China o México.
Crecí en un país, India, en las décadas del ’60 y ’70, que seguía políticas económicas basadas en la idea de que el libre comercio era desastroso y que la producción nacional debía protegerse. Esas políticas de ‘sustitución de importaciones’, sólo aseguraban que India terminara con industrias absolutamente ineficientes, escleróticas, que costaba a los contribuyentes vastas sumas de dinero y mantenía al país pobre y estancado. El registro histórico es claro. En los últimos 50 años, los países que han crecido más son aquellos que se han abierto a los mercados globales.
No es sorprendente que Bernie Sanders promueva las políticas de gobiernos fracasados socialistas y cuasi socialistas de décadas pasadas. Tampoco resulta extraordinario que Donald Trump, cuyas opiniones en todo son un extraño revoltijo de reacciones instintivas, prejuicio y emoción, las encuentre atrayentes. No obstante, es impresionante que serios republicanos conservadores que son fieles a ideas de libre comercio estén apoyando a Trump, mirando en otra dirección y cruzando sus dedos. El costo de ello es ahora claro: Donald Trump transformará el Partido Republicano de los Estados Unidos en un partido proteccionista y nacionalista. La decisión lógica para el vicepresidente de este nuevo partido es obvia: Bernie Sanders.